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Sucesos

Víctor Navarro, el preso de El Helicoide del que nadie habla

Tiene 22 años y debería estar terminando su tesis para graduarse de Comunicador Social. En contraste, le abrieron un proceso de investigación y le atribuyeron los delitos de agavillamiento e instigación pública. Tras más de cuatro meses de detención en El Helicoide y sin poder recibir visitas de sus familiares, este 2 de junio fue liberado.

Carlos José Moreno, el dolor que no deja de hacer mella

Carlos José Moreno Barón cayó en la plaza La Estrella el 19 de abril de 2017. Un balazo en la frente le detuvo la vida, días antes de llegar a la mayoría de edad. A un año, su madre vive con el dolor a flor de piel. Como si hubiera sido ayer que le llegó la noticia de que el más pequeño de la casa había fallecido. Recuerda la mañana de aquel miércoles como un día normal, pero que se convirtió en desgracia: su hijo salió a un partido de fútbol y la muerte se lo tropezó

Heyker Vásquez, con doble identidad y licencia para matar

En el 23 de Enero hay incertidumbre frente al asesinato de Heyker Vásquez, caído durante la Operación Gedeón que dio muerte al sublevado Óscar Pérez. Vásquez era líder del colectivo Tres Raíces, que controlaba la seguridad y distribución de alimentos en varias zonas de la parroquia. Su caso está marcado por la doble identidad que el Estado y el PSUV confirman y por la nueva evidencia de que los grupos paraestatales del chavismo medran dentro de la fuerza pública 

sobrinos cilia

Los "estúpidos" narcosobrinos, un caso de película

Efraín Campo Flores y Franqui Flores de Freitas fueron hallados culpables de traficar drogas desde Venezuela, usando la Rampa 4 presidencial de Maiquetía. En la corte de Nueva York donde se ventiló el caso, se vivió una lucha casi pugilística entre la fiscalía y la defensa. Los abogados se esmeraron mientras los acusados hacían silencio. El jurado no compró la tesis de la "estupidez". Ahora son condenados a 18 años de prisión y una multa de 50 mil dólares

Venezuela es líder en feminicidios: macabro honor

En lo que va de año 114 mujeres han sido asesinadas tan solo en la Gran Caracas, de acuerdo con cifras extraoficiales. Al menos dos de esos mal llamados "crímenes pasionales" terminaron en el posterior suicidio del agresor. Venezuela supera el promedio mundial. Datos de la Organización de Naciones Unidas indican que mientras la media mundial de casos es de 3 por cada 10 mujeres, en el país la proporción está 10% por encima, formando parte de la lista de las 15 naciones con más feminicidios del mundo

Se toparon con el hampa y desaparecieron

Los casos de personas desaparecidas siempre hacen pensar en homicidio. Pasados semanas, meses o más, un cuerpo aparece para confirmar la tesis. Pero hay otros donde nunca resurge osamenta alguna. En Venezuela, no hay investigadores suficientes para atender la ingente cantidad de denuncias, imposibles de totalizar por la censura oficial a la data. Quienes pierden a un ser querido pasan a bregar contra su propio dolor y, también, un sistema que lejos de ayudar recomienda rehacer vidas

Hurto de placas fúnebres: el susto de los vivos

En los cementerios de todo el país se repite un fenómeno: los muertos se quedan sin un nombre que señale el lugar de su reposo eterno. El bronce de las lápidas es preciado. Se vende a buen precio en mercados secundarios, o sirve como materia prima para hacer balas. Los familiares, a veces, hasta extravían el punto exacto donde llorar su pérdida

El culebrón que hizo del "Coko" Sosa un galán de cárcel

El actor Manuel “Coko” Sosa fue detenido bajo acusaciones de corrupción y tráfico de drogas. La imputación se hizo pública hace tres meses, pero el hombre andaba confiado y con el manto que le da ser servil a la revolución. Pero algún poderoso decidió apagarlo, refieren los investigadores del caso. Su vida de lujos y hasta armas, con chapas y vehículos oficiales, ahora discurre en una celda en la que estará “por mucho tiempo”

Homicidio de niños, sangre en vez de juegos

Una estadística crece en las sombras: los infanticidios. El homicidio de niños aumenta en comunidades donde la precariedad económica se impone y enturbia las relaciones intrafamiliares. Los registros hemerográficos son los únicos disponibles para dar cuenta de estos sucesos, mientras el Cicpc cada vez atiende más casos El apartamento marcado con el número 306, ubicado en el tercer piso del bloque 4, en la urbanización Manuel González Carvajal de Caucaguita, está desocupado. En la puerta se fijó un cartel que dice: Se vende. Tres de los integrantes del grupo familiar que lo habitaba fueron asesinados hace tres meses. Allí vivía Belkis Coromoto Padilla Meléndez, de 46 años de edad, junto a sus dos pequeños Andy Alejandro Monteverde Padilla, de 10 años, y Richard Eduardo Coronilla Padilla, de 10 meses. En ese hogar lo menos que imperaba era la paz. Los vecinos eran testigos de que la mujer protagonizaba fuertes discusiones con su hijo mayor, Anthony, de 23 años. El “incorregible” de la familia. No trabajaba, ni estudiaba. Pasaba horas encerrado en su habitación, escuchando música. También era un asiduo visitante de su novia, una muchacha de 16 años que compartía con él no pocas noches, donde los agarrara la luna. “Belkis peleaba con él para que al menos sacara una carrera universitaria, pero a él no le interesaba. Le restregaba en la cara que era el consentido de su abuela, que ella antes de morir había decidido dejarle la vivienda”, cuenta una vecina. Anthony nunca mostró afecto hacia sus hermanos menores. Cuentan los testigos que las peleas entre los hermanos eran cada vez más seguidas. Se escuchaban a menudo. La noche del 5 de julio, Anthony atacó a su madre, que se cree estaba ya dormida. Con una almohada intentó asfixiarla, pero Belkis Padilla se defendió como pudo hasta que el de 23 años acudió a su plan B: un filoso cuchillo con el que cortó el cuello de la mujer y la apuñaló en repetidas ocasiones. El forcejeo despertó a su hermano Alejandro. El niño, corriendo, intentó detener la embestida, pero Anthony también le asestó una puñalada. Luego acabó con la vida del bebé. La versión policial confirma que la novia del muchacho asistió el crimen. Estaba en el lugar pues se había quedado a dormir. Juntos, arrojaron los cadáveres a un matorral cercano al campo de béisbol de la zona. Y luego hubo silencio. El jueves 8 de julio, unos niños encontraron el cuerpo de un pequeño cerca de la cancha de la comunidad. Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) recuperaron el cadáver, sin lograr identificarlo plenamente. El 11 de julio, unos adultos encontraron el cuerpo de la mujer y el Cicpc lo recogió, con signos de evidente descomposición. Al día siguiente, los detectives localizaron los restos del bebé. El papá de Alejandro acudió a buscar a su pequeño, luego de insistentes llamadas nunca respondidas a Belkis. Anthony le dijo que no sabía de su paradero. Incluso fingió un llanto, dicen los informantes. Hubo una denuncia ante el Cicpc y comenzaron los interrogatorios de rigor. Interpelaron a vecinos, al padre de Alejandro, a Anthony y a su novia. Ella fue el eslabón débil. Nerviosa, la muchacha no aguantó la presión policial y se vio descubierta: confesó el crimen. El Cicpc logró también la admisión de los hechos por parte de Anthony. “Mis hermanos eran un obstáculo para que me quedara con la casa. Necesitaba mi espacio con mi mujer y los maté”, reconoció ante los funcionarios. No mostró remordimiento. El infanticidio se confirmó el 15 de julio, sumándose a una estadística macabra pero oculta. No hay registros oficiales de cuántos se producen al año. No obstante, la ONG Cecodap reporta que en 2016 murieron 123 niños en todo el país durante episodios de violencia en el hogar, un aumento de 81% respecto al año anterior cuando hubo 68 decesos por esta causa. En 2017 la estadística no amaina. Entre enero y agosto de este año, tan solo en el área metropolitana de Caracas –municipios Libertador, Chacao, Sucre, El Hatillo y Baruta–, se reportaron ocho homicidios de niños y adolescentes enmarcados en conflictos familiares, de acuerdo con apuntes hemerográficos. Para Fernando Pereira, coordinador de Cecodap, hasta hace unos 15 años este tipo de crímenes eran esporádicos, pero ahora son cada vez más comunes. “Hay niños que son ahorcados, apuñalados, torturados por sus allegados sin pudor. La familia y el hogar, que eran considerados un escudo protector, dejaron de serlo y ahora los niños son los más vulnerables, los que pagan los platos rotos de las peleas, los que son blanco de venganzas y los que se convierten en un estorbo para la concreción de planes”. Rabieta con saldo rojo Justamente el rencor mezclado con frustración fue el ingrediente que detonó la ira de William Gabriel López, en el sector El Tamarindo de El Valle. La tercera semana de agosto, asesinó a su hijo de 2 años, quien llevaba su mismo nombre. Carmen Hernández, abuela del menor, relató que el hombre –a quien calificó como “violento”- tenía problemas para conseguir un trabajo estable, bebía con frecuencia y golpeaba a su esposa. Los vecinos aseguran haber presenciado los conflictos de la pareja, incesantes. Una lugareña manifiesta que con frecuencia veía a la mujer con la cara hinchada y los brazos colmados de moretones, pero ella no quería denunciarlo por miedo. La comunidad tampoco “se metía en eso”. “Hasta que un día ella se cansó”, refiere un informante. Harta de los maltratos, abandonó el hogar y dejó al pequeño William y a su hermano, de apenas un año, a merced del agresor que ya había estado detenido anteriormente por violencia doméstica cuando lesionó a una pareja anterior. Solo con los niños, y sin trabajo ni ingresos, William recurrió cada vez más a la bebida. El 22 de agosto, López llegó a la vivienda al mediodía. Ese día la furia no tuvo compasión, y el pequeño William recibió golpes y más golpes. Residentes de la zona escucharon los gritos del niño durante unos 20 minutos. Alguien hizo una llamada anónima al comando de la PNB de El Valle. Cuando los funcionarios llegaron y entraron a la casa, hallaron al menor a un lado de la cama de la habitación principal: tenía hematomas en la cara y el abdomen. Al otro lado, ubicaron al otro hijo. También mostraba los signos de la golpiza, pero sobrevivió al ataque. A Guzmán lo encontraron afectado por veneno para ratas que tomó para intentar suicidarse, sin éxito. Fue hospitalizado y luego encarcelado. William Guzmán no era el padre biológico de la víctima. Le había dado su apellido y juró a la mujer criarlo como suyo. La abuela materna ahora custodia al sobreviviente. De la madre de los niños se desconoce el paradero. La Investigadora de la Escuela de Trabajo Social de la UCV Mirla Pérez también resalta los efectos de la rabia acumulada por la precariedad económica o las frustraciones. Por eso, opina que se pierden los escrúpulos. “Simplemente, si me estorba en mis planes, lo elimino. No busco de resolver el problema con el diálogo o buscar otra salida: el agresor se va al extremo y comete el crimen”, refiere la experta recordando el caso de David Jivan Mendoza. Para el psicólogo Abel Saraiba, los autores de crímenes de este tipo actúan movidos por el egoísmo y el desinterés por el bienestar ajeno. “Son fríos y calculadores”, añade. Machismo y abandono La crisis económica marcada y la falta de poder adquisitivo se ha convertido en detonante de peleas en el seno de la familia, de acuerdo con Nelson Villasmil, miembro del Consejo de Protección de Derechos del Niño y el Adolescente del municipio Sucre. Los niños y las mujeres son los más afectados, dice. En los últimos tres años, esa dependencia ha prestado 120 medidas de abrigo a pequeños que han sido agredidos por esta causa. “Hay madres que justifican los maltratos de  los padrastros porque son los que llevan el sustento y los que mandan en la casa. Me dicen: ‘No le digo nada porque él lleva las riendas del hogar y eso se lo agradezco. Además él tiene derecho de corregirlo porque es como su padre’”. La mayoría de las madres que acuden al despacho de Villasmil no alcanzan los 25 años de edad. Tampoco tienen trabajo fijo y, en su mayoría, se dedican a la crianza de los niños, mientras protagonizan relaciones fugaces con hombres, muchas veces instrumentales para contar con el sostén económico. “No saben si tienen vicios, antecedentes policiales, si cuentan con un empleo estable para mantenerlas a ellas y a sus hijos, si sufren algún trastorno psicológico. Cuando conviven comienza el calvario”, refiere el consejero. A la par, no hay una política de Estado que frene los casos de maltrato infantil en el seno familiar. El último estudio de Cecodap da cuenta que en 2016, 101 niños y adolescentes fueron blanco de agresiones físicas y psicológicas por parte de un allegado, lo que representa un incremento de 38% respecto al año anterior, cuando fueron denunciados 73. El 75% de las víctimas fueron pequeños en edades comprendidas entre 0 y 6 años. “Este grupo es el más fácil de someter por sus victimarios”, señala el orientador Fernando Pereira al reconocer que la ayuda que ofrecen los Consejos Municipales del Derecho del Niño y del Adolescentes, así como los Consejos de Protección, para asistir los casos y evitar que terminen en tragedias es poca. Tales instituciones, desliza el educador, no cuentan con suficientes psicólogos, trabajadores sociales y sociólogos, ni con los recursos para ofrecer abrigo a los pequeños que se encuentran en situación de riesgo. “Están de manos atadas”, admite. Por si fuera poco, tampoco hay campañas de concientización en los sectores populares sobre la violencia. “Cómo surgen los conflictos y cómo deben solucionarse: a través del diálogo. Pero no hay programas (para eso), ni hay interés en crearlos”.

La ruleta rusa de desaparecer en Venezuela

Las desapariciones forzosas en Venezuela han sido motivo de alarma internacional en 2017, aunque han estado presentes en el país desde el siglo pasado. Alarmantes, angustiantes y desoladoras, ayer y hoy. Pero la certeza de saber a las víctimas con vida alivia sufrimientos

Deseo de emigrar terminó con sangre en Caricuao

David Jivan Gómez Mendoza no pudo cumplir su tercer año de vida. Fue asesinado por su padrastro Daniel Mendoza, con el aval de su pareja, la madre del infante. Allegados de la mujer cuentan que ella fue coaccionada para que entregara al infante a la banda delictiva de la que él formaba parte. Pero la versión policial afirma que la pareja planeaba irse a Panamá y el chamito era un estorbo

Amuay: el pueblo aún está cubierto de ceniza

La explosión de Amuay es la tragedia petrolera más grotesca jamás vivida en el país. Y una de las más graves del mundo. Han transcurrido cinco años después de que el fuego calcinara vidas, que aún hoy humean en quienes las lloran. Sin embargo, las autoridades no incoaron alguna investigación para dar justo castigo a los responsables ni cumplió con las indemnizaciones prometidas. A cambio, Venezuela premió la incuria del entonces presidente Chávez

Las OLP cumplen dos años matando gente

Nacieron en 2015 para proveer paz a los sectores populares pero han dejado muertes, dolor, daños y violaciones a los Derechos Humanos. Mientras tanto, los líderes de las bandas aún se pasean. Jóvenes y adolescentes son los más afectados por las incursiones policiales que ahora incluyen a los "colectivos". El terror cunde en los barrios y las denuncias languidecen ante un Estado que las ignora

Rumores hacen más triste el luto en Los Verdes

Una adolescente, de 16 años, se quitó la vida en el Conjunto Residencial El Paraíso –Los Verdes. El pesar para su familia es doble. La foto de la joven tendida en el pavimento comenzó a circular por las redes sociales con disímiles versiones sobre la causa de muerte, incluso algunas de carácter político. Ellos las desmienten todas, pero un testigo relata con detalles las últimas horas de vida de la muchacha

Xiomara Scott, la muerte que enlutó el plebiscito

Una bala disparada para amedrentar acabó con su vida el domingo 16 de julio, en Catia. Su muerte empañó la consulta popular convocada por la Asamblea Nacional. Xiomara logró votar, pero le truncaron la oportunidad de conocer el resultado y confirmarse parte de la mayoría

Frenar protestas: disparar al corazón e invadir la casa del opositor

Para la Policía y Guardia Nacional lanzar bombas y perseguir manifestantes no son suficientes a la hora de detener el clamor del cambio. Van por más. Desde abril hasta hoy han perfeccionado su saña: el blanco son la cabeza y el pecho para que el opositor a Maduro no sobreviva. Accionan armas de fuego, arrojan lacrimógenas para destrozar órganos vitales, arrollan, entre otras inmisericordias. Ellos disparan a matar

Secuestrar buses y desnudar pasajeros, hampa de carretera

Los delincuentes no se conforman con robar los celulares y carteras de los pasajeros: ahora los desnudan y se llevan sus ropas. También secuestran los autobuses y exigen pingües sumas de rescate. Otros más avispados los desmantelan para vender los repuestos en el mercado negro o los usan para movilizar invitados a los entierros de los pranes de barrios

Caso de “Terroristas de Chacao” muestra sus costuras

En la madrugada del jueves 1° de junio funcionarios de la Fuerza de Acciones Especiales de la PNB hicieron “allanamientos” simultáneos en los barrios La Cruz, Bello Campo y Bucaral, en Chacao. Oficialmente se dijo que fueron desarticuladas unas células paramilitares, vinculadas a sectores de la oposición. Los vecinos despachan esta versión como un burdo montaje. Una “siembra”

Le cortan las alas a la oposición

El libre tránsito es un derecho constitucional que en Venezuela está vetado para algunos. No importa que se trate de diputados de la República, varios parlamentarios han denunciado que Maiquetía es un territorio hostil para ellos. El INAC no da explicaciones. Viajar fuera de las fronteras también tiene sus tropiezos. A más de una figura de oposición le han anulado su pasaporte con la excusa de un hurto que jamás ocurrió

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