Sin tener que pagar por una oficina, sino solo por el consumo de una bebida y lo que deseen, varias nuevas cafeterías de Caracas ofrecen espacios para trabajar con wifi gratuito, cargadores y mesones para apoyar la laptop. Es la evolución del teletrabajo
El coworking se ha convertido en parte de la vida moderna. Se trata de espacios creados para que la gente trabaje con sus computadoras, no importa para qué empresa laboren o en qué oficio se desempeñen.
En Caracas han surgido distintos espacios que alquilan cubículos, privados o compartidos, con tarifas cercanas que pueden ir desde 20 dólares la hora, o 300 por mes, según el lugar y las comodidades que ofrezcan. Todos brindan wifi y servicios básicos. Pero ahora se suma una tendencia que está en auge en Norteamérica desde hace años: las cafeterías que permiten el coworking, sin tener que pagar nada más que el consumo.
La pandemia ha enseñado que hay que compartir más, hacer equipo para poder surgir y superar dificultades. Y que si el otro está bien, todos estamos bien. El egoísmo de solo servir una bebida sin dar nada a cambio comienza a perder frente a aquellas cafeterías que ofrecen wifi de alta calidad gratis, muchos enchufes para poder cargar computadoras y celulares y mesones para apoyar cómodamente las laptops. Y que lo único que piden a cambio es el consumo mínimo de un café.
Según Global Coworking Growth Study, en 2020 y en todo el mundo se contaban 14 mil 500 lugares para el trabajo colaborativo. En 2021, el número superó las 20 mil.
Y seguirá aumentando. Según estimaciones de la misma institución, en 2024 la cantidad de áreas de trabajo colaborativo crecerá 116%, con 42.000 lugares en el mundo y 5 millones de usuarios frecuentes.
Mientras los diferentes mercados comienzan a recuperarse del impacto de la pandemia, las prácticas laborales continúan con formatos remotos o híbridos (presencial y teletrabajo), al tiempo que las empresas aceptan trabajar con pequeños equipos instalados fuera de sus oficinas.
Por ello, las áreas de trabajo compartido cobran cada vez más relevancia entre profesionales independientes, tele-trabajadores, emprendedores y las propias empresas.
Cuando se diseñó la cafetería Kaldi de Las Mercedes, por ejemplo, se pensó en el coworking. Además de instalar una red de wifi que cubriera con potencia las cuatro áreas del local, se instaló en el centro un mesón con enchufes y sillas altas para que personas solas pudieran trabajar con comodidad. Si se va en equipo se pueden instalar en una mesa. E incluso, si se requiere más privacidad, es posible reservar una sala de coworking vip. Nada de esto se paga. Lo único que se exige es un consumo mínimo.
Explica Jannina Poján, gerente de Calidad y Operaciones de Kaldi, que «la terraza es muy querida por los adultos. Luego está la barra (o mesón), donde caben cómodamente ocho personas. Es allí donde generalmente se sienta la gente que va a trabajar. Y en el área interna de mesas donde pueden estar, en cada una, de dos a cuatro personas».
Poján comenta que van muchos diseñadores, community managers, empleados de empresas transnacionales cuyo trabajo es vía online, así como grupos de oficina que hacen reuniones mensuales y desayunos. Las profesiones de los que acuden a teletrabajar desde la cafetería son muy variadas.
Generalmente, los clientes asiduos hacen la reservación de un espacio específico como el lounge o la terraza, dependiendo de lo que necesiten y de la cantidad de personas. “Pero no necesariamente deben reservar. Pueden llegar y, si está disponible el espacio, lo ocupan para trabajar. Es muy informal”, afirma la gerente.
Aunque no hay consumo mínimo fijo, lo que más piden los clientes del coworking es bagels, croissants rellenos «y muchísimo café», asegura Poján quien asegura, además, que el personal está específicamente entrenado para atender y permitir el coworking.
El café ha sido objeto de controversias desde que se conoció en el mundo occidental. Pero algo prueba la historia: tiene relación con las grandes revoluciones intelectuales y con los grandes pensadores, de cualquier época
