Cultura

ENTREVISTA | La misteriosa relación de Carlos Cruz-Diez con el color

El maestro del arte óptico y cinético venezolano cumple 93 años este miércoles en la Ciudad de Panamá. Sin mirar el pasado con nostalgia, el artista caraqueño conversó con El Estímulo, donde recordó la maravillosa relación que ha tenido con una de sus principales herramientas de trabajo: el color.

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FOTOGRAFÍAS: RAFAEL GUILLÉN | ARTICRUZ PANAMÁ

Eran las nueve de la noche cuando Yasmin Miranda pasaba un pincel húmedo sobre el rostro cubierto con vaselina de un nonagenario.

La pintora recibía las órdenes de un chino, que no sabía hablar español.

La tarea de Miranda consistía en cubrir con pinturas de diversos colores el cuerpo y la cara barbuda del abuelo, quien entre carcajadas, vio cómo ese objetivo fue cumplido luego de tres horas de meticulosas pruebas. La experiencia formó parte del proyecto del artista chino Liu Bolin, quien aprovechó su visita a Panamá para convertirse en un lienzo humano junto al maestro del cinetismo venezolano Carlos Cruz-Diez, con la ayuda de un equipo de expertos.

Al artista, de 93 años, no se pensó mucho la propuesta de Liu expresada a través de su traductora: mimetizarse con su “Ambientación de color aditivo”.

Esta es la “inducción cromática” que cubre los pisos y las paredes de la terminal internacional del aeropuerto de Maiquetía, la misma obra que se ha convertido en un símbolo del éxodo silencioso de miles de venezolanos. La transformación cinética de Liu y Cruz-Diez no fue sencilla.

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Ambos, que no se conocían más allá de sus propuestas, fueron cubiertos con líneas trazadas en acrílico azul, amarillo, rojo, verde y negro.

Ellas se sobreponían sobre la obra cromática del venezolano. El resultado de la experiencia fue un perfecto camuflaje que jugó con el ojo del espectador.

“Cuando uno se embarca en un discurso, hay que llevarlo hasta sus últimas consecuencias”, confesó Cruz-Diez a la prensa panameña, una semana después de haber sido “intervenido” en Articruz, el taller que dirige junto a varios familiares en el istmo.

Liu Bolin, por su parte, se mostró impresionado por la alegría y la energía mostrada por el maestro durante las horas que sirvió pacientemente como lienzo.

Juego de la mirada y la emoción

Cruz-Diez ha estado acostumbrado a tejer un juego con el espectador. Explorar las posibilidades del color al exprimir al máximo toda su fuerza interior, es un tema que siempre ha obsesionado a este caraqueño.

Desde que inició su carrera a finales de la década de los 40, Cruz-Diez ha explorado el mundo cromático a partir de la alegría, la mirada, la luz y las emociones.

Por ello, sumergirse en sus propios pigmentos quizás era un punto que estaba pendiente en el largo camino que ha emprendido para comprender al color.

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En ese transitar, el artista ha dejado un legado invalorable en la comprensión que tiene el poder de la luz sobre la mirada; la relación entre color y el movimiento; la influencia del arte sobre las ciudades y la naturaleza aleatoria de las imágenes.

Pese a esos hallazgos, Carlos Cruz-Diez confesó a El Estímulo, vía skype desde su estudio en Ciudad de Panamá, que puede sonar desconcertante para una persona que lleva 70 años dedicada a estudiar el fenómeno cromático: “El color sigue siendo un misterio. El concepto del color no es una certeza, es sólo una circunstancia”.

El arte como puente de comunicación

La interacción y la alegría han sido principios que han sido invocados por Cruz-Diez en su obra. Hay obras alrededor del mundo que certifican su interés por incorporar el arte a la arquitectura.

Manifestó en varias ocasiones no estar pendiente de tener un arte intimista, sino uno que combina a la sociedad con su hábitat.
“Uno pertenece a la sociedad. El arte es comunicación: lo que digo, lo que hago, es consumo para la sociedad”, recordó.

Afirmó estar siempre preocupado por llevar su propuesta plástica a una audiencia mayor, porque, subrayó, que “en vez de pintar la miserias, hay que llevar a la gente a participar”.

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Precisamente, esa tarea es la que ha estado impulsando el creador desde su estudio Articruz, desde donde ha ofrecido numerosos proyectos que llevan el sello del maestro del cinetismo en casas particulares, torres de oficinas y hasta en obras de la ampliación del canal de Panamá. Hoy se encuentra en la capital panameña, donde participa en la feria del libro de ese país.

“Panamá me recuerda mucho a la Venezuela del pasado. Hay mucho interés por el arte en la calle. Y eso me divierte mucho, porque el arte esa región del Caribe ha permanecido en un discurso, en las versiones difundidas de las galerías.”.

Y por eso, Cruz-Diez fundó ese taller en el istmo para romper moldes.

La obra de este artista reside en su carácter experimental y por ello, la innovación, es un sello que lo distingue. Cruz-Diez reveló que no ve al pasado con nostalgia. Dijo que si hubieran existido materiales como los que hay ahora, sus obras cromáticas las habría perfeccionado.
“Los que lamento profundamente es que no estuvieron hechos esos materiales cuando comencé todo”.

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