Cultura

“La poesía no puede transformar al mundo, transforma al lector”

Rafael José Díaz es un poeta español que está ahora en Venezuela, invitado a la III Feria del Libro del Oeste de Caracas, FLOC UCAB 2018. Es traductor y profesor de Literatura en un liceo de Tenerife. Asegura que la poesía está en todas partes y que solo hace falta de alguien que la encuentre. Cree que los poetas siempre deben estar en la acera contraria al poder y que su palabra debe ser la más auténtica

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Texto: Dalila Itriago | Fotos: Betania Ibarra

Si usted se cruza con Rafael José Díaz en los pasillos de la Universidad Católica Andrés Bello durante esta semana puede creer que se trata de un cotizado modelo europeo. Es alto, delgado, rubio y de barba incipiente. Viste camisa manga larga, buen calzado y encima lleva una chaqueta que pareciera de lana y pasarela. Porta lentes glamorosos y una sonrisa desbordada que libera dientes atados con breakers y alegrías genuinas, como aquellas que sentíamos cuando éramos niños e inocentes.
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No, no es modelo. Por lo menos no de desfiles de modas. Es poeta y traductor español. Nació hace 47 años en la isla de Tenerife, España, y hasta este domingo 2 de Diciembre estará en la UCAB como invitado internacional de la III Feria del Libro del Oeste de Caracas.
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna, fue lector de español en la Universidad de Jena y, entre los años 1998 y 2000, lo fue de la Universidad de Leipzig, Alemania. Es autor de los poemarios Antes del eclipse, Detrás de tu nombre, Un sudario y Los párpados cautivos (Premio de poesía Tomás Morales 2002); así como también de la novela El interior del párpado y del libro de ensayos Rutas y rituales.

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El lunes 26 de noviembre leyó algunos de sus poemas junto a Miguel Marcotrigiano y Carmen Verde Arocha. El martes 27 participó en un conversatorio con los poetas venezolanos Ricardo Ramírez Requena, Carlos Egaña, Alfredo Chacón, Jacqueline Goldberg, Carlos Katán y Graciela Yañez Vicentini. Posteriormente ofreció una conferencia sobre la escritora suiza Anne Perrier. El miércoles 28 dictó una charla sobre la poesía española contemporánea y el viernes 30 irá a la sede de La Poeteca, en Las Mercedes, para realizar una lectura poética individual. Dice bromeando que teme que los venezolanos lleguen a odiarlo “por aparecer hasta en la sopa”.
Ahora, mientras conversamos, solo ríe y se deja llevar por las peticiones de la joven fotógrafa quien le pide que se coloque de tal o cual manera para lograr el registro inasible del poeta.
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Pero la risa se apaga de pronto. Por segundos pareciera que las palabras se cargan con un pedacito de plomo. Se asientan. ¿Se enserian? Cuando se le pregunta el por qué de su poesía, la génesis, casi calla. Susurra.
“Hubo un hecho trágico, que fue la muerte de mi primo en un accidente de moto. Era mi mejor amigo. Yo tenía apenas 13 años y esa experiencia con la muerte me llevó a escribir. Ese tema se ha quedado y aparece en casi todo lo que escribo. No soy hijo de intelectuales. Mi madre está en casa y mi padre, podríamos decir que es un maestro de obras. Recuerdo entonces que yo escribía versos y los iba guardando. No me gustaba que me los leyeran. Por eso empecé a relacionar la poesía con lo secreto. Había leído pocos poemas pero tenía la sensación de que al escribir mis versos podía expresar mis emociones. Luego, en bachillerato, tuve dos profesores que me mostraron lecturas y, posteriormente, estudié Literatura Española en la Universidad de la Laguna”, explica.
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-¿La Literatura, finalmente, lo sanó?

-Yo no sé si sané o si ese dolor se mantiene. No sé si uno escribe para sanar o para tener siempre presente a los que se han ido. Quizá uno sana cuando escribe pero luego la herida vuelve a abrirse y hay que escribir de nuevo. No sanas para siempre.

-¿Se puede definir la Poesía?

-¡Uff! Podría darte una definición que no es mía, es de Paul Valéry. Él dijo que la Poesía es “el Paraíso del lenguaje”. El lenguaje está muy contaminado. De alguna manera el poeta busca crear una especie de Paraíso en medio del horror. Del horror personal, el horror cotidiano, el horror social. El poeta se ocupa entonces de llevar el lenguaje al límite de sus posibilidades, para decir las cosas con la mayor transparencia y la mayor autenticidad posible.
El poeta no elige las palabras que usa sino que las palabras le llegan. Él tiene algo de médium –como si estuviera conectado con un mundo extraño-, porque el poeta percibe la realidad de una manera diferente a como la percibe alguien que no se plantea este tipo de relación con el lenguaje. Como poeta te fijas en detalles que te dan las claves de lo que está pasando. La poesía, finalmente, está en todos los sitios. Solo hace falta que alguien la encuentre, y el poeta está inventando un lenguaje nuevo y la realidad la inventa a través de la palabra.
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-¿Cómo es un día normal en la vida de un poeta?

-Mis días son muy rutinarios. Madrugo, soy profesor de Español en el liceo Teobaldo Power. Doy clases a niños y jóvenes entre los 12 y los 18 años de edad y allí mismo puede surgir la poesía. ¿Cómo? Quizá en el momento en el que los alumnos se han marchado y se crea un silencio en el que resuenan presencias: lo que ha ocurrido allí, las clases que se han dado… y ese silencio te revela de alguna manera la realidad.
El poeta tiene una especie de bipolaridad. No afirmaremos que tiene el síndrome de personalidad múltiple pero sí creo que, en el fondo, cada poema se escribe desde una identidad que te estás inventando en ese momento. Cuando escribes, te quitas y te pones una máscara. Hay algo de eso.

-¿Por qué está usted aquí?

-El escritor venezolano Antonio López Ortega vive cerca de casa. Él me habló de la Feria del Libro del Oeste de Caracas y me preguntó si me gustaría visitarla. Le dije que sí. Además, yo tenía un tío que vivió acá en los años sesenta y me hablaba mucho sobre Venezuela. Justamente el padre del primo que murió. Ese primo fue nacido aquí en Caracas. Me gustaría ir a la zona donde él vivió, en El Valle, pero me dicen que allá no puedo entrar.

-El lunes le preguntábamos al escritor español José María Pérez Zúñiga sobre el alcance real de un intelectual en la actualidad. ¿Qué tanto puede hacer un poeta frente a las inequidades del mundo?

-La poesía no puede transformar el mundo. Transforma al lector. La labor del poeta es dar un ejemplo al enfrentarse con su discurso al poder. Ellos no pueden ir juntos. El poeta tiene que estar frente al poder y de alguna manera reventar el fondo de la realidad para que salga a la luz. Esto se puede hacer escribiendo una poesía más política o de intimidad pero en cualquier caso no alcanzará la igualdad. La revolución tampoco podrá hacerlo.
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-¿Cómo conseguir que una persona que apenas tiene para sobrevivir, y dedica todo su tiempo a buscar recursos para alimentarse, lea poesía?

-A través de la educación.

-¿Cuál es su norte como poeta?

-Ser lo más auténtico posible conmigo mismo.

-¿Cómo es la Poesía Española Contemporánea sobre la cual usted dictó una conferencia en la FLOC?

Yo basé mi exposición en diez tendencias que van desde la poesía más experimental hasta una de mayor fuerza urbana. Escogí a dos autores por cada tendencia. Entonces a cada uno de ellos le pedí que me grabaran un video donde me recitaran un poema suyo. Tenemos entonces a 20 poetas de diez tendencias distintas que incluyen poemas en catalán, gallego y vasco. Con un equilibrio entre las voces femeninas y masculinas. En España es muy importante la poesía escrita por mujeres, aunque siguen siendo menos atendidas.
Es una poesía ecléctica que habla mucho del mundo actual. Recuerda que después de la crisis de 2010 la clase media empezó a sufrir y eso aparece en la poesía de hoy.

-¿Además del poeta Rafael Cadenas, conocen en España a nuestros autores, nos leen?

-Conocemos a Eugenio Montejo, Yolanda Pantin, Igor Barreto y Alejandro Oliveros, pero en general los leemos bastante menos de lo que ustedes nos leen a nosotros.]]>

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