Cultura

El solsticio de invierno y el Espíritu de la Navidad

Cada 21 de diciembre se suele celebrar la llegada del Espíritu de la Navidad, una práctica colorida que hunde sus raíces en los tiempos más remotos de la humanidad.

Publicidad
Fotografía: Cortesía

Hay dos momentos al año en los que el sol, visto desde la tierra, alcanza su máxima o mínima altura en el cielo, lo que a su vez se traduce como el día más largo y corto del año, respectivamente. Se los conoce como “solsticio”, una voz latina que significa “sol inmóvil”.

En el hemisferio norte, cuna de la mayor parte de las tradiciones asociadas a la navidad moderna, el solsticio de verano ocurre el 21 de junio. Desde entonces los días se tornan más cortos en detrimento de las noches. Dicho proceso culmina el 21 de diciembre, fecha del solsticio de invierno, cuando tiene lugar la noche más larga del año. A partir de allí los días se vuelven a alargar y el ciclo empieza de nuevo.

maxresdefault_22

Como el solsticio de invierno acontece durante los máximos rigores del frío y el hielo, numerosas civilizaciones antiguas, dependientes de los ciclos agrícolas, efectuaban durante estas fechas diversos ritos destinados a celebrar el renacimiento del sol, el triunfo de la luz sobre la oscuridad, y el regreso del calor y la vida a la naturaleza.

Nuestros remotos antepasados encendían velas y hogueras, quemaban o decoraban árboles sagrados, se intercambiaban regalos, cantaban, comían, bailaban…todo era vital para garantizar prosperidad y buenas cosechas para el año siguiente.

christmasLISTO

El cristianismo absorbió todas estas costumbres, las asimiló y asoció al nacimiento de Cristo, quien desplazó al sol como eje central de las celebraciones. Ya no se conmemoraba la llegada del astro rey, sino la de su creador. Así surgió la navidad tal como la conocemos hoy.

En la actualidad, el solsticio de invierno es la ocasión perfecta para darle la bienvenida formal al Espíritu de la Navidad, una ceremonia sencilla y de ciertos aires “neopaganos” que busca, al igual que en los tiempos precristianos, invocar las mejores energías para el futuro.

Los rituales varían, pero en general involucran apertura de puertas y ventanas para permitir el ingreso del espíritu, así como limpieza del hogar con esencia de mandarina. También se utilizan otras sustancias aromáticas como el incienso.

Asimismo, se encienden velas de distintos colores (en especial el rojo, el blanco, el verde, el amarillo o el azul) y se las suele disponer en triángulo o en el sentido de las agujas del reloj y acompañadas de frutas u otros elementos decorativos.

velas

Igualmente, se escriben en papel listas de deseos personales y colectivos y en tiempo presente, como si ya se hubieran concedido. Al final se queman en las velas.

Publicidad
Publicidad