Cultura

"The One": 5 razones por las que debes ver esta serie sobre el amor programado

La serie está disponible en Netflix y ha desatado viejas discusiones sobre si el amor puede explicarse solo bajo el rigor científico. El thriller, además, cuenta con una protagonista solida, interpretada por Hannah Ware. ¿Vale la pena verla? Aquí encontramos 5 razones para responder que sí.

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"The one"

«The One» se une a los productos audiovisuales que indagan sobre las relaciones humanas y la tecnología que se pueden ver en los servicios de streaming. ¿Cómo interactuamos? ¿Qué pasa si los algoritmos anulan a la química y a la voluntad, como empezamos a ver en Instagram y TikTok? «Soulmates» y la recomendable «Black Mirror» han abarcado con éxito estas interrogantes y «The One» agrega nuevas ecuaciones.

Howard Overman («Misfits», «Dirk Gently» o «Future Man») es el encargado de llevar a la televisión el libro «Eres tú. The One», de John Marrs. El argumento es el siguiente: con una muestra de tu ADN puedes conseguir a tu pareja ideal. Hacer «match» se convierte en una obsesión y la empresa que lo hace posible, MatchDNA, lo capitaliza, pero escondiendo un secreto que podría destruir a ese gran imperio amoroso.

Durante ocho capítulos, conoceremos la explicación científica que da pie al desarrollo de los emparejamientos mediante las semejanzas genéticas y en especial, el ascenso meteórico de Rebecca Webb (Hannah Ware), la Elon Musk de esta compañía que está dispuesta a dar la vida por mantener a flote este proyecto.

Ahora, repasemos, sin hacer spoilers, por qué esta serie ha tenido tanto éxito en Netflix, aunque no ha convencido a muchos críticos.

1- Por la villana

Rebecca Webb (Hannah Ware) es una de las fundadoras de «The One». Ella esconde un pasado que terminará por afectar a todas las personas que están relacionadas con la empresa. Hay un gran parecido entre este personaje y el de Rosamund Pike en «I Care a lot». Ambas son ambiciosas y están dispuestas a romper cualquier regla con tal de conseguir sus metas. De hecho hay similitudes hasta en la manera de vestirse.

Esta fuerza que emana Webb, un huracán capaz de llevarse por el medio a todo aquel que ose cercenar su influencia, no es casual. «Observé a muchas mujeres que provenían de un punto de certeza ideológica y vivían y trabajaban de una manera bastante extrema”, dio Ware a la web Bustle.

La fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, y la ex primera ministra Margaret Thatcher, son algunas de las mujeres que inspiraron al personaje, según la propia actriz. «Tuvieron que crear un caparazón tan duro a su alrededor. Especialmente Thatcher, porque fue una mujer Primera Ministra durante la década de 1980”.

El problema con este personaje es que concentra toda la atención y el resto de actores no la complementan. También hay un problema en la manera tan «fácil», por poner un término, en que se deshace de sus sentimientos. «¿Acaso no es lo que hacen los hombres», se justifica. Todas estas fallas se dejan pasar porque la serie se consume rápido.

2- Por la pareja secundaria

Si bien los personajes secundarios no están muy bien estructurados y algunas de sus reacciones resultan ilógicas, la pareja conformada por Mark Bailey (Eric Kofi-Abrefa) y Hannah Bailey (Lois Chimimba) protagonizan la historia más interesante de la serie debido a que expone de manera acertada la paranoia y la presión social que existiría en una sociedad marcada por los matchs.

Es decir, ¿qué pasa con las parejas que se juntaron sin usar The One? Cómo saber si en efecto eres el «alma gemela» de esa persona con la que estás viviendo, si no has analizado su ADN. Y si no lo eres por el examen, pero igual te han elegido, ¿qué garantías hay de que no te dejen si en algún momento aparece ese match ideal?

Incluso en un capítulo se deja entrever que los divorcios se multiplican porque se enteran que la pareja ideal no es con la que conviven, lo que prende las alarmas en el gobierno británico. Es una lástima que esta vertiente no se explote mejor.

Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos sobre la naturaleza real del amor. Cuando la serie apunta por ese camino, tenemos los mejores momentos. Sin embargo, al final el camino recorrido es el de un thriller que funciona a media máquina.

3- Por el vestuario

Rebecca Webb (Hannah Ware) haría orgullosa a Miranda Priestly («El diablo viste de Prada»). Cada traje de la protagonista es un mensaje en sí mismo. De hecho existe una página web en la que se identifican todos los outfits, capitulo por capítulo, de la CEO de MatchDNA.

La personalidad de Webb es arrolladora, pero son sus looks los que completan la transformación de una mujer que saca los dientes para gobernar en un mundo marcado por los intereses y la ética masculina.

4- Por su verosimilitud científica

«The One» puede calificarse como una distopía. Pero más allá de si crees o no en que las hormiguitas nos pueden inspirar a conseguir una pareja, lo cierto es que existen aplicaciones que han intentado unir a los seres humanos mediante el ADN.

Dice la web británica The Ttab que la empresa Pheramor, con sede en Houston, creó una aplicación de citas que tenía como objetivo conectar a los solteros mediante el uso de la ciencia de la química física y la alineación social. El proceso era el siguiente: se enviaba la saliva en un tubo y la empresa analiza tu ADN y te emparejaba con candidatos potenciales. En un momento, se informó que tenía 3.000 miembros.

Según Pheramor, podían identificar 11 genes «probados» para determinar la atracción romántica y sexual. Luego te creaba un perfil y te daba un puntaje de compatibilidad que te emparejaría con otros usuarios, todo basado en la genética. El sitio web decía lo siguiente: «Usamos tus genes de atracción para determinar quién te atrae y quién se siente atraído por ti, ¡directamente en tu nueva aplicación de citas!».

Para formar parte de Pheramor debías cancelar US$ 20, más una tarifa de membresía mensual de US$10. Sin embargo, el sitio web ya no está disponible y todos los perfiles de la redes sociales de Phermor están inactivos, así que parece que no llegaron a tener a una Rebecca Webb en sus filas.

En 2014, el Daily Mail informó que SingledOut era un sitio de citas que usaba pruebas de ADN para encontrar coincidencias. El procedimiento era parecido: los clientes depositaban la saliva en un tubo que era enviado a un laboratorio para analizar dos marcadores genéticos. Uno está relacionado con los niveles de serotonina, mientras que el otro estaba relacionado con los genes que afectan el sistema inmunológico. Aparentemente, estos marcadores pueden indicar qué tan probable es que una relación dure.

SingledOut cambió a DNAromance.com y aún existe. En su descripción, dice: “DNA Romance es un sitio de citas en línea que pronostica la química romántica entre personas que utilizan marcadores de ADN que han demostrado tener un papel en la atracción humana. Además, pronosticamos la ‘compatibilidad de personalidad’ utilizando la psicología y le permitimos evaluar la atracción física en función de la fotografía de sus parejas y los detalles biográficos».

Y existe un proceso inverso. Es decir, una aplicación para que no te emparejes con personas que que tenga los mismos genes recesivos que tú, lo que evitaría enfermedades genéticas.

El profesor George Church está detrás de Digid8, que tiene como objetivo detener las enfermedades genéticas que pueden heredarse si un niño nace de padres que portan la misma mutación genética.

5- Por el mensaje: tener pareja no es sinónimo de felicidad

Diferentes estudios científicos concluyen que enamorase es lo más parecido a consumir una droga. Investigadores del Centro de Neuroética de la Universidad de Oxford dicen que tanto el amor como las drogas inundan el cerebro con dopamina, lo que causa una fuerte sensación de recompensa provocando el círculo vicioso de euforia, deseo, dependencia y abstinencia.

Ya de por sí, lo anterior nos sugiere los riesgos que conlleva tal proceso. Pero, ¿estamos diseñados para la monogamia? ¿Estamos seguros de que una sola persona es la que nos puede hacer feliz? Por otra parte, la felicidad es un concepto más abstracto, más complejo.

Para la ciencia, cada persona tiene una predisposición genética hacia la felicidad, es decir, un nivel de felicidad basal que nos es innato y que viene determinado por nuestros genes.

Además, existe una característica humana llamada adaptación hedonista, en castellano: los cambios circunstanciales en la vida de una persona (encontrar un trabajo, enamorarse, tener un problema de salud, perder a un ser querido, etc.) y sus efectos sobre su felicidad son efímeros. Si es así, ¿la felicidad como una consecuencia de conseguir el amor es un mito?

Si llegas al último capítulo de la serie, tendrás la respuesta.

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