Cultura

Serrat en Caracas: "De aquí en adelante todo es futuro"

El concierto de Serrat en Caracas fue un reencuentro para despedirse de los escenarios, mas no de la música. A pesar de la lluvia constante, cientos de personas lo esperaron. En esta nota, Emma Sánchez Álvarez relata cómo fue la experiencia 

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Serrat

Nada más cercano a mis recuerdos que Joan Manuel Serrat. Tan suave y tenue como un encuentro entre amigos con sueños ingenuos y utópicos en una época maravillosa, donde tejíamos momentos de colores intensos en noches colmadas de calor y de «te quieros».

Emprender esta aventura de reencontrarme con un pasado de tascas y reuniones con guitarra, coreando las canciones poéticas de Serrat, fue algo esplendoroso y mágico, repleto de luciérnagas y hadas, de amores que susurran al oído palabras de pasión y de ternura.

Entramos en este túnel del tiempo en una tarde gris y melancólica en la Concha Acústica de Bello Monte, con un público dispuesto a escuchar al cantautor catalán en su concierto de despedida “El vicio de cantar” 1965-2022).

Fue impresionante observar a esa generación que lo acompaño en su recorrido musical, y que vivió cada una de sus canciones, diciendo presente; comentando su felicidad de poder estar allí.

Otros expresaban desacuerdo y preocupación por el lugar. “Es Serrat, es una despedida histórica, personal e íntima, merecía otro escenario”, acotaban.

A las 6:40 de la tarde se inició el espectáculo con la participación de “El Cuarteto”. Y justo en ese instante la lluvia ocupó su asiento para no abandonarlo. Ni San Isidro ni Pilato pudieron detenerla.

A pesar de esto, la gente sacó sus paraguas, impermeables y bolsas para esperar. Mientras que los menos previsivos, entre los cuales me encuentro, tuvimos que recibir al chaparrón como un manjar divino.

Luego de 30 minutos solicitado por los organizadores para arreglar el sonido y todo el aparataje tecnológico, se apagaron las luces a las 8:15 pm para recibir a un Joan Manuel Serrat vestido con guayabera azul, rodeado de sus músicos de siempre y con esa estela privilegiada de los escogidos por Safo.

“Buenas noches, hemos venido aquí para disfrutar y pasarlo bien. Los dioses de la lluvia quieren torpedear el espectáculo o solo quieren estar con nosotros”, dijo con ese acento tan peculiar de los españoles, y más específico de los catalanes.

Y como adivinando nuestros pensamientos, llenos de tristeza por la despedida, Serrat dejó colar, para animarnos: “Esto no es un concierto de despedida (…) pienso seguir cantando (…) no daré conciertos, pero siempre estaré cerca de la música. De aquí en adelante todo es futuro”.

Así, sin más, dio principio al camino de pasado en el presente con Dale que dale. Serrat tomó su guitarra y con una emoción que estremece los recovecos de la memoria, escuchamos Hoy por ti, mañana por mí, Algo Personal, Nanas de la cebollas, Para la libertad, Canco de Bressol, De cartón piedra, Tu nombre me sabe a yerba, Es caprichoso el pasar, Hoy puede ser un gran día, Pare, Mediterráneo, Aquellas cosas, Cantares y Fiesta.

Entre canción y canción, Serrat contaba su historia, personajes que le inspiraron, retazos de vida convertidos en versos.

Recordó su infancia y juventud. Sin embargo, la pertinaz lluvia también quiso cantar y durante más de tres horas puso a prueba ese amor por la música llena de metáforas y odas. El público se refugió en su deseo de recuerdos. Sentados estoicos, y empapados de gotas incesantes, aplaudían emocionados.

“(…) los personajes no son ni de verdad ni de mentira, son fantasías”, apuntaba el trovador catalán.

Para muchos de sus seguidores, la mayor demostración de admiración, respeto y amor fue permanecer bajo la lluvia durante el concierto. En las redes los presentes en el concierto expresaron sus opiniones y críticas por el escenario “lejos de la altura de Serrat”.

Al final del concierto, recogí nuevos recuerdos para guardarlos en una cajita junto al polvo de estrellas, a las nubes de algodón de azúcar, al diente de león y a los caramelos lleno de pelusa. Porque para mí Serrat será siempre Serrat, grande, maravilloso, especial, único y eterno.

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