Cine y TV

La bandera roja de Disney

“Haunted House” de Justin Simien, es una apuesta de Disney por el éxito en taquilla. Eso, luego de tres fracasos en un mismo año, una pública diatriba con el gobernador de Florida y el ataque de grupos conservadores. Pero la película falla no solo en su predecible guion, sino en llegar en medio del momento más complicado de la compañía

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Cortesía Disney

Disney ha tenido su peor año en décadas. La, en apariencia, imbatible franquicia Marvel, atraviesa momentos bajos. Por otro lado, la saga Star Wars parece haber llegado a un límite de extenuación que, incluso, preocupa a sus más acérrimos fanáticos. Pero fue el monumental fracaso en taquilla de “Indiana Jones y el dial del destino” (considerado uno de los más grandes de la historia), lo que empujó a la compañía a lugares complicados.

De modo que, ahora necesita un éxito. Uno potente, considerable y que sacuda la sensación general que la marca atraviesa un momento especialmente complicado. Así que contra todo pronóstico — y a pesar de la huelga de guionistas y actores — decidió que su carta más accesible, era estrenar “Haunted Mansion” (Mansión embrujada). Sin alfombra roja, sin apenas promoción y haciendo hincapié exclusivamente en el factor nostalgia que sostiene a la película como una precaria columna vertebral. Basada en la atracción de Disneyland del mismo nombre y dirigida por Justin Simien, la cinta rinde un sentido tributo a una historia querida por el público tradicional de Disney.

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Haunted Mansion

Más allá de eso, es una celebración a sus valores más antiguos — y menos polémicos — además, de un recorrido por un espectáculo que se ha convertido en uno de los puntos más fuertes de los parques temáticos de la empresa. Como si eso no fuera suficiente, también incluye un elenco de lujo con la ganadora del Oscar Jamie Lee Curtis a la cabeza, junto a Winona Ryder, Owen Wilson y Danny DeVito. ¿Qué podía salir mal?

Solo que el largometraje fuera mediocre. Como de hecho, lo es.

Problemas en el paraíso crepuscular de Disney

“Haunted Mansion” es un recorrido a través de una historia plana, que no se esfuerza demasiado por encontrar su personalidad. Antes de eso, despliega un apartado visual que deslumbra, mientras su historia tiene poco que contar.

La gran casa señorial, que forma parte de la cultura pop desde 1969, emerge en su segunda versión cinematográfica, como una mansión exquisita, retorcida y casi gótica. Es notorio que Disney se esforzó por crear una brillante recreación de uno de sus momentos más exitosos y enlazar a los millones de fanáticos que han cruzado sus puertas, con un film sin demasiadas pretensiones.

El caso es que la falta de vanidad y su afán por divertirse, chocan con la intención del argumento de, también, explorar sobre la muerte, el dolor y la pérdida. Lo que termina por originar momentos graciosos que desembocan en otros especialmente trágicos. O risas burlonas que terminan por congelarse en mitad de una secuencia que pretende ser terrorífica, pero solo logra desconcertar.

Como si eso no fuera lo suficientemente grave, su amplio y carismático elenco carece de química entre sí. Lo que hace que el recorrido en busca de fantasmas — que incluye desde un guía paranormal hasta una médium de medio pelo — se convierta en una artificial aventura de personajes dispares, en busca de un objetivo en común.

Haunted Mansion

“Haunted Mansion” tiene toda la intención de combinar el toque de fantasía y horror de la atracción. Pero hace exactamente lo contrario. Más burlona que satírica y más lúgubre que conmovedora, la película da tumbos entre terrenos movedizos.

Lo que comienza por un intento de una madre soltera por procurar una casa habitable a su pequeño hijo, se transforma en una rudimentaria comedia. Una, además, que apela a los excesos que funcionan bien en un recorrido en vivo, pero que en pantalla tienen algo de tragicómico, ridículo y hasta paródico.

Poco a poco, la historia se desarrolla en medio de tropiezos y apelando a cameos para sorprender, en una jugada narrativa que ya parece gastada por uso excesivo. Con una segunda mitad más divertida que la tediosa y soporífera primera parte, la cinta avanza hacia ninguna parte en un final predecible, en que, además, los efectos digitales se vuelven una carga.

Haunted Mansion

Con un problema heredado directamente de varias de sus marcas, lo que comienza como juegos de luces y espejos, termina por ser tecnología que sustituye el espíritu de una buena narración. A un nivel tal, que se transforma en una larga sucesión de escenas vistosas carentes de alma. Para su secuencia final, la película se despide con un mensaje de amor y trascendencia… En medio de un chiste ridículo que termina por echar todo el esfuerzo abajo.

¿Otro fracaso taquillero de Disney?

Con un presupuesto de $143 millones, la película necesita al menos producir el doble para considerarse un éxito. Pero las proyecciones dejan claro que no alcanzará más allá de 30 millones en su fin de semana de estreno. Lo que podría provocar que su recaudación total, no alcance la mítica cifra de los cien, convertido en estándar para analizar el triunfo de un proyecto. Otro fracaso para Disney en el peor momento y quizás, en el que más necesita demostrar su músculo como sobreviviente.


Pero, quizás, la compañía confía en exceso en sus recursos y en especial, en un público que llega agotado luego de docenas de estrenos de alta talla. Ninguno de ellos demasiado exitoso o relevante. Más allá del fenómeno Barbenheimer (todavía inexplicable y posiblemente, irrepetible) el cine atraviesa uno de sus momentos más duros. Otro, después de un parón inédito durante la pandemia. Y en el caso de Disney, una sacudida a sus cimientos que podría llevar a la empresa a lugares inéditos en sus ochenta años de existencia.

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