Cine y TV

"Blue Beetle" llegó tarde a la fiesta de los superhéroes

Hace diez años, “Blue Beetle” de Ángel Manuel Soto, habría sido un éxito. Pero aparece en el momento más bajo del género para contar básicamente lo mismo

Blue Beetle
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Jaime Reyes (Xolo Maridueña), es un chico normal y corriente… Hasta que un artefacto alienígena le escoge para una misión que involucra portar una armadura que le brinda todo tipo de poderes y, por supuesto, una gran responsabilidad. La historia de «Blue Beetle» también incluye a buena parte de los parientes de Jaime, mexicano y rodeado de una familia amorosa, dispuesta a brindar su apoyo a la misión  — cuál sea — del nuevo héroe. Por último, la película explora la identidad latina a un nivel y con un respeto por completo inédito en cintas semejantes. En suma, tiene todos los ingredientes para ser un éxito de verano. 

Pero probablemente no lo será. Las primeras proyecciones indican que en su fin de semana de apertura recaudará 30 millones de dólares, con un presupuesto de más de 100. Lo que la pone en el mismo lugar de otros tantos proyectos fallidos en un año especialmente complicado para el cine.

¿Qué hace que “Blue Beetle” no se convierta en un fenómeno de masas? Más allá de la huelga de guionistas y actores, de la ausencia de una campaña de marketing millonaria, la película de DC recibió el apoyo de una multitud de fanáticos de internet, que colaboraron de manera espontánea en la promoción, en uno de los tantos fenómenos inexplicables de las redes sociales. No obstante, la cinta tiene un mayor problema a cuestas del que podría suponerse. 

Cada una de sus partes, cada elemento que la forma, diálogos y personajes, son un cliché. No por falta de imaginación, mucho menos por solidez argumental. Pero “Blue Beetle” es otra historia de origen, luego de quince años en los que el cine no paró de producir y estrenar historias parecidas. Más allá de su sensibilidad acerca del tema étnico, un superhéroe carismático y un humor fresco, es más de lo mismo. Más de los héroes en crecimiento, asombrados, desconcertados y en busca de propósito. Más de los símbolos del bien, que demuestran el principal problema del género de superhéroes: para contar buenas historias, primero hay que analizar de dónde surgieron.

Un largo trayecto a ninguna parte

Esto implica asumir que las historias de origen de superhéroes tienen más de treinta años pisándose la cola una y otra vez. “Superman”, de Richard Donner, fue el ejemplo a seguir. Y lo siguieron Tim Burton, Christopher Nolan, Jon Favreau, Joe Johnston, James Gunn e incluso, Kenneth Branagh. Los más destacados en una larga lista de los que decidieron profundizar en el pasado traumático, extraordinario o místico de un personaje a punto de recibir el don que lo hará trascender a un ser formidable, capaz de vencer el mal. 

Claro está, es injusto acusar a “Blue Beetle” de ser poco audaz, si prácticamente la misma historia de su argumento se narró desde Hércules. Pero en el caso específico de la película de Soto, el problema se relaciona con los pocos riesgos que toma. La dificultad que tiene de separarse de la raíz esencial de imaginar el bien a partir de un hombre que recibe poderes formidables.

El director, encargado de lo que parece una hazaña audaz — presentar a una figura desconocida en pantalla grande y además, con un entorno étnico muy marcado — prefirió llenar a su producción de guiños amorosos a la cultura mexicana, en lugar de elementos nuevos. Lo cual no está mal — hay algo en esencia emocional en el hecho de escuchar la música de Soda Stereo, Thalia y el nombre del Chapulín Colorado en una producción Hollywoodense — pero no es suficiente.

La inevitable repetición pasa factura

No lo es en la medida en que Jaime merecía mucho más que ser parte de una tradición malograda de primeras historias que no llevan a ninguna parte. ¿Pudo Soto ser más ambicioso, menos discreto, más cercano a una idea que identificara y personalizara a “Blue Beetle” tanto como para evitar comparaciones odiosas con “Iron Man” y “Spider-Man”

Es otra de esas preguntas sin respuestas que deja la «Blue Beetle». Es injusto decir que la cinta carece de calidad solo por parecerse a otras tantas. Es injusto, creer que un argumento pequeño, resabido de una etapa complicada de una franquicia mayor, deba corregir errores de décadas. Pero no lo es exigir un poco de riesgo, quizás, llevarse por delante las expectativas y convertir a Jaime Reyes, héroe por derecho y símbolo por decisión, en un personaje que sorprenda y que no solo enternezca.

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