Cine y TV

"Will & Harper": un amigo es un amigo hasta el final

El documental disponible en Netflix es un homenaje a la amistad. Pero también es un documento didáctico para quienes no nos hemos acercado a la realidad de la personas que inician la transición espiritual y corporal hacia el género con el que desean vivir

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Will and Harper

Tal vez sin proponérselo, Will Ferrel y Herper Steele han dejado para la historia el mejor relato sobre lo que significa la verdadera amistad. «Will & Harper» es un documental que explora los deseos, miedos y esperanzas de un hombre que se identifica como mujer, en un viaje de expiación y reconocimiento entre dos personas que se quieren mucho.

Para quienes se acerquen a ver «Will & Harper» con la intención de roer un hueso con morbo, se decepcionarán. Afortunadamente, diría yo. Porque si bien es imposible que no se toquen temas como la disforia de género o la implantación de prótesis en un hombre mayor de 60 años, el acercamiento a estos tópicos se hace desde la empatía y la confianza gracias a una amistad que supera los 30 años.

Josh Greenbaum (dirigió a Ferrel en «Strays»), consigue lo que muy pocos realizadores logran en los documentales: que olvidemos la presencia de la cámara para dejarnos llevar por los elocuentes y por momentos muy divertidos diálogos entre estos dos amigos. La química, cimentada por años de trabajo en el programa televisivo Saturday Night Live (Harper escribía los sketches de Ferrel) es notoria.

Que la vida para la población que no siente identificada con el sexo asignado al nacer es difícil, por decir lo menos, todos lo sabemos. Esta realidad se ha contado muchas veces a través de los ataques que recibe la comunidad LGTBIQ+. Pero en el documental de Netflix, todas las dudas, inseguridades, miedos y reflexiones de Harper aparecen de manera fluida, de manera que el trabajo audiovisual se convierte, por momentos y sin proponérselo, en un material didáctico. Ello, en el sentido de poder comprender exactamente cómo afecta a una persona que ha vivido seis décadas como hombre, tener pechos y entrar en tacones al bar de mala muerte que solía frecuentar bajo una imagen masculina.

Claro está, la transición te lleva a preguntas más importantes: ¿Me seguirán queriendo mis amigos? ¿Lo aceptarán a mis hijos? ¿Podré conseguir pareja? Uno de los momentos más duros de esta producción sucede en una casa prácticamente abandonada, que Harper había comprado para vivir alejado de todo su círculo social. Allí describe sus pensamientos más oscuros.

En este punto, una confesión de Harper me hizo recordar a «El hombre elefante» de David Lynch. La película narra parte de la vida de Joseph Merrick (1862/1890), quien nació con deformaciones corporales. En consecuencia, fue humillado y maltratado por una sociedad conservadora y reaccionara. Y es precisamente en este desprecio que se clarifica, como hoy en día, quién es en realidad el verdadero monstruo.

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