De Interés

Sótano 5, el corto sobre los estudiantes recluidos en La Tumba

La cineasta venezolana María Eugenia Morón se sacudió la anestesia y exterioriza su indignación. Su nuevo proyecto, Sótano 5, es un llamado a la empatía con una realidad cruel. Una realidad que incumbe a todos los venezolanos, pero que quizás hemos evadido. Ella persigue un objetivo, que sabe que es ambicioso: la clausura definitiva de La Tumba. Pero también tiene en cuenta que él que no apuesta, no gana ¿Y tú, apoyarías a este proyecto?

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Ricardo y Luis tienen varios meses en unas celdas de 2 metros por 3. Los días y noches pasan a 15 grados centígrados exhalados desde la boca del aire acondicionado empotrado en las paredes blancas del recinto. El blanco es el único color que han visto desde que ingresaron, además del carne pálido de sus manos y el uniforme beige que visten. La única forma de diferenciar el día de la noche es cuando el estruendo del paso del Metro cesa. Entonces, son las 11 de la noche y la ciudad que está 5 pisos más arriba se acuesta a dormir.

La rutina de estos dos jovencitos cambia cuando un tercer estudiante entra a «La Tumba» como es llamada a esta cárcel del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). Entonces, Ricardo y Luis se encargan de poner al tanto de lo que le espera al «nuevo», quien seguro se suma a la nostalgia por el sol, por el calor, por los colores y por la tranquilidad. Los tres lucharán ante las presiones con sus gritos de celda a celda y con sus cantos que rememoran mejores tiempos. Una amistad sólida nacerá de la opresión que se vive 5 metros bajos el suelo.

Esto es un poco de la historia que busca contar la cineasta venezolana radicada en México, María Eugenia Morón, y su cortometraje, Sótano 5. Se trata de un proyecto que apenas está naciendo y que cada día suma más esfuerzos y voluntades. Surge a partir de la lectura que hizo Morón de la crónica de Leonardo Padrón publicada en febrero de este año en El Nacional. Busca despertar el ánimo de quienes no conocen la historia o quienes la dieron por sentada, a través de un lenguaje quizás más sensible, el audiovisual.

Esta producción independiente será financiada exclusicamente por una campaña de micromecenazgo o «crowdfunding» en la plataforma de Indiegogo. Cualquier persona interesada en contribuir con la producción del cortometraje puede hacer una donación a través de este link:

https://www.indiegogo.com/projects/sotano-5-corto-de-estudiantes-torturados-en-vzla–2

—Pocos saben cómo es «La Tumba» y la crónica de Leonardo Padrón asoma apenas un ápice de la realidad. ¿Hubo alguna otra fuente de inspiración para crear este relato de ficción?

—El guión nació como un chispazo de inspiración basado meramente en la columna “Cinco sótanos contra el sol” de Leonardo Padrón, pero fue complementado con una investigación que realicé sobre la tortura blanca. Posteriormente a haber creado el guión, me he puesto en contacto con alguien que ha estado en La Tumba y familiares de los estudiantes. Así fui corroborando que las cosas realmente pasan como Padrón lo contó. Aunque no dudo de su palabra, ya que pongo mi nombre por delante quiero decir: «sí, lo escuché por mis propios oídos y sí, así pasaron las cosas». También quiero llenar de detalles el corto. Por qué, porque nunca hemos visto la tumba. Lo único que hay son retratos hablados de los familiares que han pasado por ahí.

Esta es la herramienta que nos brinda la ficción. Nos da la posibilidad de recrear algo que nos podemos ver o porque ya pasó o porque no tenemos acceso a los espacios porque el Gobierno no nos deja. Por ejemplo, uno de nuestros entrevistados contaba cuántos ladrillitos había en el recinto. Ese tipo de detalles que uno no tiene  porque no ha estado ahí y ese tipo de detalles son los que quiero que nutran el corto. Quiero estar lo más apegada posible a las experiencias que vivieron as persona que pasó por «La Tumba».

—Leyendo sobre la historia que buscas ficcionar, no puedo dejar de pensar en la indignación que resulta cuando un ve una película como la Noche de los Lápices.

—Si es una película que trata de la desaparición de los estudiantes de la dictadura cívico-militar en Argentina. Esa película la vi hace 4 años cuando estaba terminando mi maestría en cine y terminé llorando y llorando. Sabemos que las injusticias del mundo existen, pero no podemos entender como el Gobierno sigue dejando que estas cosas sucedan. «La Tumba» un espacio que está controlado por ellos. Ellos tienen en su poder evitar que esto suceda, pero ellos lo promueven.

Cómo le pueden hacer eso a unos muchachitos. Ningún crimen justifica que el Estado imponga estos castigos. No puede ser. En Venezuela pasan tantas cosas para estar indignados. Pero esto: que a unos niños los priven de ver la luz del sol, de mirarse un espejo, que los sometan a tener frío todo el tiempo. Basta, no podemos seguir permitiéndolo.

A mí me movió cuando lo leí, imagínate verlo. Creo que la fuerza del cine es tan poderosa que puede tocar muchas conciencias. Si la crónica de Padrón logró que movieran a Gerardo Carrero de centro de reclusión, espero que esto genere bastante atención y que se cierre por completo lo que es «La Tumba». Ese sería el objetivo, aunque suene ambicioso. Es nuestra apuesta. Por lo menos queremos generar memoria visual de lo que le está sucediendo a nuestra generación y a la Venezuela del 2014 y 2105.

Es es el objetivo primario. Esta situación no se ha empezado a narrar. Es necesario que los cineastas y escritores y periodistas empecemos a hablar y generar documentos sobre esta realidad. Es nuestro deber hacia el país.

—¿Puedes decirnos a quiénes has entrevistado, o si ellos te han dado más información sobre cuántos reclusos exactos hay en «La Tumba»?

—Prefiriría no decir los nombres de quienes han colaborado con información para el filme. Pero sí puedo decir que son dos familiares de los estudiantes y una persona que estuvo adentro. No puedo dar nombres. Solo tengo información de las condiciones en que las que se vive ahí dentro, pero no de número.

 —Esta semana supimos del intento de suicidio de Lorent Saleh, ¿has contemplado este hecho en tu guión o piensas hacerle una mención?

—Dentro de mis personajes no hay ninguna acción de intento de suicidio. Mi historia además de ser de la tortura, es una historia de amistad y de esperanza. No es un final feliz, pero sí un final esperanzador, que creo que es lo que le hace falta al país.

No hubo ninguna licencia narrativa para suavizar la tortura, es cruda, como es, pero eso no le ocurre a mis personajes. La historia también retrata lo que es ser joven en Venezuela y mis personajes se comunican a través de una canción de La Vida Boheme. Cuando le mandé el guión a los chicos de La Vida Boheme, me dieron un gran feedback. Igual varios amigos periodistas a quienes les envié el guión para que lo evaluaran, quedaron conmovidos. No porque mi prosa sea maravillosa, ni nada de eso. Sino porque la historia que se cuenta es fuerte y no te permite mirar a otro lado. Además el final es esperanzador y busca que no nos olvidemos de esos estudiantes que están allá adentro.

—Es la primera vez que te acercas al tema de la política a través de la ficción pero ya has hecho trabajos de tintes políticos
—Sí, nunca he hecho ficción acerca de este tema, pero “uff”, sí me he interesado por el tema. El año pasado, antes de irme de Venezuela, en marzo, trabajé con el Movimiento Estudiantil. Hicimos el documental “Mensaje de los estudiantes a la nación”, que fue viral. Creemos que llegamos a tener como 700 mil visitas y fue replicado en muchísimas partes del mundo. De hecho, el Gobierno sacó un video idéntico, con los mismos valores de planos, la misma proposición y la misma narrativa pero en contra de lo que yo decía. Antes de eso, cuando fue la elección entre Maduro y Capriles también hice un video que fue súper difundido los días antes de las elecciones. También llegó a tener como 800 mil visitas.

Antes de eso colaboré con Ramón Muchacho y su campaña por la alcaldía de Chacao. También con Voluntad Popular, y les hice un par de cuñas para televisión. Entonces digamos que el tema político ha estado muy cerca de mí y el tema de los estudiantes me ha tocado una fibra muy muy muy sensible. Cuando leí la crónica de Padrón me movió y decidí que ese tema no se puede quedar hasta ahí, de ese tamaño.

Es algo arriesgado porque es ficción sobre tortura. Yo hice dos cortos documentales acerca de política con los cuales, gracias a Dios, me gane dos premios en el Caracas Filminuto. Uno no sabe porque las cosas que lo motivan lo hacen de esa manera, pero mi temática es de política. Cuando yo me senté a leer la crónica de Padrón me senté a llorar. No puedo hacer documental porque estoy fuera de Venezuela, y me pregunte a mí misma ¿Qué puedo hacer para contribuir a que la gente vea esta realidad gravísima que está sucediendo? Ellos están siendo sometidos a un tipo de tortura que no deja marcas físicas pero sí psicológicas, las cuales son mucho más difícil de sanar. Y no nos podemos quedar callados.

—¿Has hecho casting para los personajes?

—Casting no, pero mi personaje principal lo escribí pensando en un muy buen amigo, además un excelente guionista de cine venezolano que vive aquí en México, que se llama Sebastián Torres. Es sumamente probable que él sea el personaje principal.

La Vida Boheme participará con la colorización musical y otro amigo, Luis D’ Elias, un excelentísimo músico venezolano radicado en Nueva York, va a hacer la música propia del corto. Además, Leonardo Padrón ha sido la fuente de inspiración desde la que se ha formado el corto y nos ha asesorado desde que comenzó el proyecto. Ya cuando tengamos el dinero, nos pondremos a hacer el casting.

—Este lunes inició el crowdfunding o micromecenazgo que financiará este filme ¿Cómo les ha ido hasta hoy?

—Hemos recaudado 500 dólares y faltan 9.500 dólares para llegar a la meta que tenemos pensado. Es difícil no angustiarse porque al proyecto se ha sumado muchísima gente y con muy buena voluntad. Están súper entusiasmados. Llevamos 5 días de habernos lanzado y tenemos una meta de 30 días para recaudar el dinero. Lo ideal es que tuviéramos un poco más adelantado. Pero sí hemos notado que la gente ha sido muy receptiva con el proyecto y estamos viendo como podemos traducir ese apoyo.

Mi llamado no ha sido a la gente de Venezuela. Para ellos es muy complicado donar por el difícil acceso a las divisas. Pero todos tenemos amigos, un familiar que vive afuera que puede donar solo un dólar, eso es lo que cuesta un refresco en la calle. Además eso te genera un sentimiento de pertenencia. Es una causa a la que todos nos podemos sumar.

Queremos además que sea un proyecto totalmente transparente, que nadie pueda decir que esto fue financiado por algún ente en específico, porque eso le encanta decir al Gobierno. Sino que los venezolanos en cualquier parte del mundo decidieron elevar su voz y hacer un pequeño acto de rebeldía apoyando a este proyecto.

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