De Interés

El Corn Flake licuado en Conciencia TV

¿Quién se acuerda de Televisora Nacional, canal 5? En ese canal del Estado, que falleció en 1991, se transmitió, por ejemplo, Valores Humanos, de Arturo Uslar Pietri, y yo de niño veía la comiquita francesa de historia Érase una vez el Hombre, en la que me enteré acerca de la espantosa manera en que murió Juana de Arco.

Publicidad

Junto con la avalancha en el cable de Discovery Channel y compañía, en la vacío educativo-científico-cultural en la pantalla chica fue llenado en cierta medida por Vale TV, parido justo antes del chavismo (1998) tras una alianza entre el clero católico y la televisión privada. Aquel matrimonio de padres hoy muy acorralados era posible en los años del Calderismo II, pero lógicamente, con la revolución, esa iniciativa independiente se ha ido quedando sin oxígeno, con muy pocas posibilidades de renovar sus enlatados o incrementar su diminuta producción nacional.

Desde 2013, Conciencia TV, que podría ser definido como el menos propagandístico y más organizado de los canales de televisión del chavismo, es la respuesta oficialista a Vale TV. Me dediqué a ver varios de sus programas científicos y educativos de 30 minutos de duración durante el pasado jueves y viernes. Ya sé cuál es la primera pregunta que usted me va a hacer: ¿le envenenará el cerebro a mis hijos? La respuesta es un “no”, aunque por supuesto condicionado.

Recomendado con los ojos cerrados: Proyecto G, del canal Encuentro, el Conciencia TV del gobierno argentino (al aire desde 2007), incluso si usted no comprende todo el lunfardo o no simpatiza con cierto humor sureño muy fino. Basado en la interacción de tres personajes (el Doctor G, el Señor de Acá, y el Señor de Allá) es un programa de comedia científica o de ciencia cómica que subvierte estructuras pop como el comercial de telemarketing para explicar, por ejemplo, el origen de las bebidas carbonatadas. Un ejemplo sobre cómo hacer TV exportable. Déjelo grabando.

De la producción hecha en casa, al parecer tres son las ofertas más frescas en cuanto a fecha de factura: Misterios de la Ciencia, Piedras en el Zapato y Nanouniverso.

De todo lo que vi en el canal educativo, Misterios de la Ciencia me pareció la mancha solar.  Una producción de la propia Conciencia TV que conduce un tal Alan de las Casas (¿será familiar del ídolo teen Arán de las Casas?), es un programa que se apropia de ciertos códigos del cine negro para presuntamente desentrañar teorías conspirativas y leyendas urbanas. La emisión que vi estaba dedicada a los alimentos transgénicos y, más que aclarar, oscureció. La misma visión sesgada gobiernera sin contrapesos ni equilibrios, con un par de punticas aquí y allá a Empresas Polar. Sorprendentemente, la palabra mágica (Monsanto) no fue mencionada sino hasta el minuto 10. Conclusión final del espacio “científico”: “Aquí no hay opciones, la resistencia es el único camino”. Curiosidad 1: si la Harina PAN se vende en PDVAL o el Bicentenario (y me consta que la gente se mata por el paquetico amarillo), ¿entonces el Estado es asesino? Curiosidad 2: como tomas de apoyo, Misterios de la Cienciarecurrió a los anaqueles monocordes de los supermercados oficiales.

Conducido con gestualidad hip-hopera por Gabi (Gabriela Urdaneta), una chica que me imagino que es el principal prospecto de ícono pop de Conciencia TV, Nanouniverso es un programa independiente de la productora merideña Araguato Films, obviamente dedicado a la nanotecnología. La estructura me resultó un poco escolar, pero la factura visual es realmente impecable, lo que no es de extrañar en el entorno de cultura audiovisual de Mérida (apúntese aquí con similares características a Noticiero Astronómico de Venezuela).

Piedras en el Zapato, de la productora La Taguara Fílmica y animado por Naileth Sejias y Darwin Suárez, va más o menos por el mismo camino de denuncia de Misterios de la Ciencia, aunque al menos el empaque es un poco más familiar, fresco y humorístico.

Ciencias para Llevar no es tan reciente (tiene fecha de 2013), aunque el formato es un tiro al suelo. Conducido en bata blanca de laboratorista por Iyami Fernández, cada emisión presenta un par de experimentos baratos tipo “háganlo en casa bajo supervisión de un adulto”. Uno de ellos fue verdaderamente nauseabundo, pero instructivo: si usted mete una taza de Corn Flakes con dos tazas de agua y prende la licuadora, y luego vacía el asqueroso contenido en una bolsa plástica transparente, con un imán podrá rastrear las trazas del hierro contenido en el cereal. El otro experimento consistía en poner a quemar Pepitos o Frito Cheese para comprobar que se trata de golosinas muy poco nutritivas, compuestas más que todo de plásticos y aceites (¿más teorías de la conspiración?).

Ver a Cartagena de Indias en la producción colombiana GPS me despertó una envidia no tan sana. Es un programa que combina un poquito de turismo con una pizquita de ciencia, en este caso ingeniería genética aplicada a crustáceos comestibles. ¿Cómo será vivir en un país sin control de cambio?

Espacios muy serios como Konuko, Venezuela Científica e Independencia Tecnológica me dejaron una misma inquietud: si en Venezuela hay tantas iniciativas loables para alcanzar la soberanía alimentaria, ¿por qué no están dando frutos? ¿Por qué, por ejemplo, un kilo de pimentón está costando 400 bolívares en la frutería de la esquina de mi casa, si es que no subió hoy en la mañana a 450 y en la tarde a 500?

En los espacios para cuñas de Conciencia TV, los mensajes de propaganda abierta a favor del gobierno se pueden contar con los dedos (por supuesto, se pega a las cadenas). Incluso hay micros muy interesantes, como Cerefritos, acerca del lado creativo de jóvenes científicos venezolanos, o cortometrajes animados sobre los peligros de las redes sociales para los niños. Se puede afirmar que todos los programas empiezan a la hora y prácticamente son los mismos que se anuncian en la grilla de la TV por cable, lo que ya es una proeza.

Conciencia es un canal que se puede ver y una iniciativa meritoria en medio de la desolación de la pantalla pequeña nacional, pero por supuesto, posee un sesgo. En el mejor de los casos, sirve para aprender que no todo lo que hace el gobierno es necesariamente terrible. En el peor de los casos, que el concepto sigue quedándose corto en cuanto a autonomía, rigor, criterio y articulación de una producción nacional creativa y con alcance universal.

Publicidad
Publicidad