No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Yo le sigo yendo a la Vinotinto, porque yo soy optimista.
1. El rival también juega: Venezuela tenía ganas de ganar luego de las dos derrotas ante Paraguay y Brasil, pero Bolivia también tenía ganas de ganar luego de las derrotas ante Uruguay y Ecuador. Tuvimos la mala suerte de que justo este jueves los bolivianos se decidieran a jugar bien por primera vez desde 1994. El catire Alejandro Chumacero se mandó un partidazo. Dos de los goles de Bolivia se generaron primero por un grave pelón y luego una sentada de nalgas de Franklin Lucena, pero en los otros dos se puede decir que hubo brillantes combinaciones ofensivas verdes, además de un penal riguroso al chamo Wilker Ángel, tú sabes, esa no se la pitaba el Bobby Perú del árbitro a Venezuela de visitante, ni siquiera de local. No todo gol de mi rival nace de un error mío.
2. Los partidos en La Paz siempre son feos: un juego de fútbol en Bolivia es el equivalente a una novia gorda, un carro por debajo o un estacionamiento de centro comercial. Nadie debía esperar un espectáculo de la Vinotinto. Hasta la transmisión de TV en estos casos ofrece una textura enrarecida. Uno sube a 3.600 metros a tirarla a pegar. ¿No vieron la película Everest? Como ante Brasil, hubo momentos en los que estuvimos matemáticamente cerca del empate. A pesar de estar en La Paz, Richard Blanco marcó un golazo de zurda en el 55 luego de un jugadón en el área. A Mario Rondón le anularon un gol por offside en el 82 (minuto en el que todo el mundo suponía que estaríamos con la lengua afuera y suplicando por bombonas de oxígeno) que hubiera puesto el juego 4-3, chiquitico. La suerte juega.
3. Fuimos los reyes del saque de banda: ante Brasil generamos peligro a través de las acciones con balón detenido, y ante Bolivia hicimos lo mismo con la menos usual de este tipo de acciones: las de saque de banda. Si, pelotas servidas con las manos en un deporte jugado con los pies. Ambos goles de la Vinotinto llegaron luego de saques de banda. Nadie puede decir que Chita Sanvicente no trabaja eso en los entrenamientos. Las manos juegan.
4. Todavía quedan 45 puntos que podemos sumar: Llega un momento en que uno se cansa de repetir lo mismo, pero en las eliminatorias de Sudáfrica 2010, César Farías perdió hasta cuatro partidos seguidos y al final terminamos con 22 puntos, todo un récord, a apenas dos puntos del puesto de repechaje. A Chita Sanvicente todavía le queda un partido por perder. Tres juegos no son nada en una eliminatoria donde hay que jugar 18 (mejor dicho, son apenas el 16,666% por ciento). Bravos de Margarita todavía tiene chance de sumar 8 puntos en la segunda vuelta del beisbol venezolano y clasificar.
5. Esto tiene que pasar: En 1969, la siquiatra Elisabeth Kübler-Ross formuló las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Señala la Wikipedia acerca de la última etapa: “Llega con la paz y la comprensión de que la muerte está acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere ser dejada sola. Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. Esta etapa también ha sido descrita como el fin de la lucha contra la muerte”. Este proceso perfectamente puede ser aplicado a la Vinotinto de Chita en 2015. Los equipos generalmente empiezan a jugar mejor cuando ya nadie cree en ellos. Contra Ecuador tendremos varios titulares descansados que no se echaron la subida a Sabas Nieves. Este es un momento en que todo el mundo anda conspirando para desestabilizarnos como nación. Aceptémoslo ya: con Esquivel éramos más felices.