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Crisis, fútbol y bachata

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Foto: referencial | Google Images

El fútbol y el futbolista criollo aparentan existir en una Venezuela distinta a la que realmente viven sus habitantes. Salvo por asuntos extremadamente puntuales, la crisis económica por la que atraviesa la patria de Bolívar en poco o nada afecta el desenvolvimiento de los clubes y sus jugadores.

Los sueldos astronómicos e impublicables se siguen manejando en las altas esferas. La inversión económica de empresarios que manejan capitales allende las fronteras nacionales le ha brindado un brazo financiero lo suficientemente fuerte a los equipos que, paradójicamente a la situación país, navegan en aguas tranquilas. Sin embargo, hay futbolistas y algunos técnicos que no corren con la suerte de contar con un quince y último que les permita vivir cómodamente en una nación ahogada por la inflación.

La escasez en el flujo de divisas que impacta el sistema cambiario venezolano, ha trastornado la realidad económica de todo. Por ello y no por un factor que tenga que ver con lo deportivo sino meramente como efecto de la crisis, el éxodo de futbolistas al extranjero se ha incrementado en el último año. El profesional de balompié que no goza de salarios ajustados a la paridad del dólar en bolívares (fluctuante por demás) ha encontrado fuera del país escenarios insólitos e impensados donde lograr una “retribución” que le permita vivir, a él y su familia, algo más cómodo.

José Peraza al Tauro de Panamá, Leonardo Terán al Limón de Costa Rica y el fallido traspaso de Félix Cásseres al Real España de Honduras, han sido los últimos casos de valientes que, atendiendo cual leyenda de El Dorado, toman sus maletas y emprenden aventuras lejos de su tierra por un puñado de divisas, que les permita hacer rendir su vida y la de los suyos en suelo patrio.

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Llama la atención el caso particular de un fútbol que se intenta profesionalizar desde hace apenas dos años y que atrae cual imán a muchos criollos: República Dominicana, un país conocido por sus merengues, bachatas y buenos peloteros, exhibe ahora una liga que quiere cumplir con los requisitos que le brinden las posibilidades de existir en el escenario mundial del balompié.

Promovida con recursos provenientes de los planes de desarrollo de la FIFA y con importante inversión privada, diez equipos se han organizado para disputar un campeonato en marcos que aún mantienen el amateurismo (solo un estadio supera el aforo de los veinte mil espectadores). Cada uno puede contar con hasta un máximo de cinco extranjeros y, curiosamente, tres haitianos. Hacen vida futbolistas colombianos, españoles, brasileños, uruguayos, argentinos, ecuatorianos y venezolanos. Hasta un jugador de la isla de Montserrat se deja ver por los colegiales campos de isla quisqueyana.

¿Por qué es atractivo para futbolistas venezolanos? Si bien los salarios están lejos de los modestos mercados internacionales, mil dólares al mes, más todos los gastos pagos, es un muy buen negocio para un futbolista de acá cuando transforma su valor en bolívares en el mercado negro.

“Este año nos van a comprar hasta el calzado y la ropa deportiva. Nos pagan la comida, el transporte y el hospedaje, además que todo allá es bastante barato”, cuenta un paisano que no dudó en sacrificar el estatus de su carrera por la estabilidad económica que le brinda la locura del dólar.

Si bien hay jugadores que hacen vida en República Dominicana cuyas carreras están en la recta final (casos de Cristian Cásseres o Javier Toyo), hay otros que aún tenían galones para aspirar a mejores cuotas en el fútbol nacional y prefirieron tomar el camino de la supervivencia en la isla caribeña. Anderson Arias, Jean Carlos Neto, Enson Rodríguez y José Taffarel, fácilmente podrían encontrar un espacio en algún equipo de la Primera División venezolana.

El caso de Lenín Bastidas es particularmente llamativo. Luego de cumplir una campaña muy aceptable dirigiendo a Portuguesa, aceptó la propuesta del cuadro Atlántico de Dominicana. Uno de los técnicos jóvenes de mayor proyección, ha preferido continuar su carrera en un campeonato experimental. Dudo que otra razón que no sea la económica, haya obligado su emigración.

No solo hay futbolistas y técnicos venezolanos: el cuadro Club Barcelona Atlético de Santo Domingo cuenta con la gerencia de un aragüeño, Raúl González, personaje relevante en la profesionalización del fútbol dominicano y quien además ha servido de puente para la llegada de sus coterráneos.

Dos cupos al repechaje de la Concachampions (torneo de campeones de clubes de la Concacaf) ha sido la primera conquista de los organizadores del torneo denominado Liga Banco Popular (la organización tiene una página web bastante completa, algo que aún en el fútbol nacional no existe), quizás el único escenario de exposición internacional para los deportistas que hacen vida en esa liga.

Cada vez son más quienes prefieren el ostracismo a aparecer domingo a domingo en los periódicos. Un tórrido cambio profesional que se asemeja al que cumple un enorme grupo de venezolanos que dejan su tierra y sacrifican su estatus laboral por una mejor calidad de vida. Es la otra cara de los #VenEX.

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