De Interés

Réquiem a la revolución

Allende en su laberinto narra la historia de las últimas siete horas de vida del Presidente de la Unidad Popular mientras transcurre el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, desde su abrupto despertar hasta su deceso en el Palacio Presidencial de La Moneda.

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Desde los créditos iniciales queda en evidencia la posición del director, expone al golpe militar de 1973 como un episodio de consecuencias nefastas para Chile, juez y verdugo desde el principio. Pero claro, no podía ser de otra manera, Miguel Littin, consumado realizador  chileno, nominado par de veces al Premio Oscar y otras tantas a Cannes, fue uno de los exiliados chilenos en México y España debido a su alto cargo durante el mandato de Allende. No hay posición neutra, ya desde el primer instante sabemos que hay dos bandos en el film.
De entrada nos presentan al protagonista de manera lúdica, Daniel Muñoz interpreta al presidente de la Unidad Popular, esperaba ver un retrato cercano e íntimo de la figura política que estamos acostumbrados a leer en textos, casi siempre bajo una visión idealizada, añoraba ver un Allende más humano, sin embargo la humanización se cae y da paso a un personaje teatral y caricaturesco. Pareciera que existe un miedo en darle vida más allá de hacer que los diálogos sean una mera repetición de frases dichas en discursos y manifiestos por el propio Allende, un temor a bajarlo del pedestal.
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Pasada la intro, me encuentro con el primer gran bache, el que tienen muchas de nuestras películas, el guión, realizado por el propio director, quien creo debió permitirle a otros especialistas en la materia que hicieran su trabajo o al menos lo asesoraran. Littin cae irremediablemente en una trampa, convierte los 90 minutos del film en una apología «romanticona» y no romántica al personaje de Allende y a la Unidad Popular, una especie de réquiem a La Revolución.
Así que, en esta tónica, Allende es algo así como Jesucristo camino a la crucifixión desde que Judas (Pinochet) lo traiciona, cada diálogo del protagonista está plagado de reflexiones sobre el camino insoslayable de las gestas populares, frases mesiánicas sobre la importancia de la revolución sin armas y otros intentos por redimir a sus fieles combatientes en las horas finales. No existe la tensión, premura o desesperación de encontrarse en una situación de ataque implacable, todo lo contrario, hay una lentitud en el accionar producto de la parsimonia y la formalidad extrema de los personajes.
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Los momentos en que Allende da destellos de humanidad es cuando aparece el personaje de «Payita», su secretaria personal, con quien sostenía una relación, Aline Küppenheim se luce en cada escena, domina con total gracia y maestría los primeros planos, es allí cuando vemos a Muñoz ponerse al mismo nivel, la química entre ambos es fantástica, se percibe una verdadera intimidad y cercanía, ojalá hubiese visto más de esa burbuja para dos en la pantalla.
Mención aparte también para el personaje de Augusto “Perro” Olivares (Horacio Videla), connotado periodista, asesor y amigo de Allende, una especie de némesis que confronta al presidente, representa la ideología socialista que se niega a entregarse y prefiere la salida del suicidio al combate. Entre él y Payita revelan el lado más íntimo de Salvador, sin perder nunca la solemnidad, ambos personajes forman parte importante de las decisiones que toma ante la inminente tragedia.

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Como se trata de una coproducción entre Chile y Venezuela, porque de hecho se filmó en diversos lugares históricos de nuestra Caracas, pues el gobierno chileno sólo permitió filmar por 2 días en el Palacio La Moneda, vemos a una cantidad importante de venezolanos involucrados, especialmente en la parte actoral, por ello Carlos Cruz, Juvel Vielma, Gustavo Camacho, Marcos Moreno y Roque Valero, tienen bastante metraje en el film, constituyen un puñado de personajes importantes en la historia real del golpe pues conforman el grupo de militantes amigos del Presidente Allende, quienes estuvieron con él en esas trágicas horas del ataque.
Ahora bien, en la cinta, aparecen como un grupo de personajes mudos, a los sumo unas 25 líneas entre todos,  tienen la importante misión de pasear armados con Allende de sala en sala y de pasillo en pasillo, sin reaccionar ni cuestionar,  me imagino la  gran pérdida de kilos de los actores durante la grabación, algo similar a un circuito de crossfit, corren de un lado a otro en cada toma y  solo hacen eso durante todas y cada una de las escenas del film, armas en mano. Una suerte de Ángeles  mudos protegiendo a Charlie.
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El marcador indica que…
No todo es malo, desde el hecho fílmico, hay un uso frecuente de travelling, paneos, y hay cierto respeto en los ejes de mirada. Planos medios, detalles, y primeros planos constituyen un elemento rítmico y constante en la narración. Con la mezcla de sonido existe mucho cuidado y detalle, cosa que le da veracidad a la historia, sin embargo la banda sonora pudo haber sido mejor y estar a la altura de esta historia.
Ni siquiera voy a meterme con el tema de la fotografía pues es inexistente y la muy deficiente dirección de arte, voy a mencionar únicamente lo lamentable de la postproducción, los efectos especiales parecieran hechos en Paint, no contribuyen a la credibilidad de la historia y distraen por su burda ejecución, hay mucha evidencia de transiciones con fundido y otros recursos repetitivos de montaje y edición.
Escribo, quizás, desde la decepción, dada la notoria publicidad que precedió al film, desde un año antes de su estreno, y que siendo Littin un hombre tan cercano al presidente Allende esperaba ver un retrato íntimo de un líder en sus horas menguadas y no un panfleto socialista que se fragmenta  y enfrenta profundamente sus dos mitades para dejarnos un empate entre ambas partes con un ligero sabor a derrota.
Se agradece al director el gesto y la intención de mostrarnos a los sudamericanos, que tenemos tan corta memoria,  un capítulo coyuntural e importante en nuestra historia regional, más allá de eso, espero que salga otro film sobre Allende, uno no tan comprometido con el discurso y sí más con la dimensión humana de tan notable personaje.]]>

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