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Vinotinto: Compromiso para recuperar el prestigio

Primera vez que Venezuela saca puntos en territorio argentino por eliminatorias mundialistas. Nos habíamos cansado de reiterar en nuestro análisis prepartido que en Buenos Aires no importaba tanto el resultado final como la propuesta futbolística que mostrara la Vinotinto.

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FOTOGRAFÍA: JUAN MABROMATA | AFP

Quizá pecamos de fracasados. En este ensayo de cuatro partidos de premundial de cara al largo plazo, construir un patrón de juego es lo fundamental y ahí se basaría la crítica, pero… ¡al diablo con el concepto! ¡Venezuela empató en el Monumental!
No es una postura mediocre celebrar un empate porque hay elementos que justifican que el resultado final no fue un simple golpe de suerte. Venezuela dejó constancia que todos sus protagonistas se están tomando bien en serio el rol que deben cumplir en este nuevo camino. Todos: cuerpo técnico y jugadores. Ahí, el proyecto 2022 comienza a sacar sus primeros puntos en el largo examen.
El compromiso es general: desde el capitán Rincón hasta el sorpresivo debutante Juan Colina, todos han asumido su cuota de alta responsabilidad frente a las exigencias. Desde ahí, desde lo actitudinal, se puede comenzar a recuperar ese prestigio que como selección se logró ganar en las eliminatorias anteriores, que tanto costó construir y que fácil se dejó ir por la cañería.
Se ve en las caras de los muchachos que ahora defienden el equipo de Dudamel. Se les nota a leguas las ganas que tienen de ser protagonistas, de lograr algo importante. Y ese es el punto esencial: decía el seleccionador en la rueda de prensa ofrecida en Argentina que Roberto Rosales no era tomado en cuenta en el seleccionado, palabras más, palabras menos, porque no comulgaba con la idea del actual cuerpo técnico. Y así, además, han dejado espacio otros consagrados que habían perdido motivación y hoy el combinado patrio parece agradecérselos. Las ganas de comerse el mundo de los que hoy están son notables y valiosas para lo que se quiere alcanzar.
Hay preguntas que muchos se atreven a formular sobre por qué no está uno u otro jugador en la convocatoria o el once inicial y, ahora, con un resultado que le da un giro diferente a la historia y un juego que fue creciendo con el transcurrir del partido (lo que pasó también contra Colombia), escaso criterio argumentativo se puede tener para pensar que hay decisiones erradas en la construcción de esta nueva Venezuela.
Contra Argentina las preguntas afiladas como un dardo se dejaban correr en el análisis: ¿Por qué Salomón titular por encima de Josef, el goleador nacional en la eliminatoria? ¿Por qué un trivote en el medio? ¿Por qué no está Rómulo Otero? ¿Por qué tanta demora en los cambios? Lo cierto es que Venezuela terminó más cerca del arco de Romero que Messi del de Fariñez. Hay mérito, guste o no, en el planteamiento.
La corrección de varios aspectos fue vital. Sampaoli fue de entrada a atacar en manada a Venezuela. Icardi, Dybala, Messi, Di María y hasta un defensor, Mascherano, causaban estragos con una dinámica efervescente que desdibujaba a una Venezuela que pegaba el culo del arco porque no tomaba la pelota ni con faltas. Víctor García y Rolf Feltscher tenían serios problemas para controlar los avances de Di María y Acosta y la velocidad de ideas de la albiceleste hizo que todos los miedos planteados antes terminaran por ser tales en la cancha.
Solo San Wuilker Fariñez, el arquero en mejor estado de forma de América, gracia divina que haya nacido en nuestra tierra ese muchacho, pudo encargarse de impedir cualquier intento de unos linajudos pero desesperados rivales.

Y Venezuela supo jugar con esa ansiedad rival. Argentina tiene rato que no anda y cuando la grada comenzó a manifestar su descontento, la presión aumentó y fueron perdiendo gas a medida que seguía el minutero. Sampaoli no varió nunca la forma de buscar hacer daño: todo fue por las bandas, apenas Messi buscaba otra alternativa y los de Dudamel pudieron descifrar poco a poco y con simpleza que se podía controlar algo que no cambiaba. Así, el once criollo separó más sus líneas y explotó con seriedad la velocidad de sus hombres de ataque. El gol de John Murillo fue la muestra de que sí se podía romper la adelantada defensa de tres hombres de Argentina.
La reacción rival devino en gol, pero luego la tónica continuó siendo la misma y Venezuela creció: dominó al contrario, alejó a Icardi, Benedetto y Messi (el mejor del mundo fue uno más) de la zona de peligro y le bastó para terminar el choque con punzantes lances que pudieron hacer alguno que otro daño. Un detalle que sí se extrañó: no había un sólido pegador de pelota parada en el partido sabiendo que por las características del rival esa podía ser una alternativa muy firme de gol.
Venezuela controló a Argentina en la cancha y en el resultado. Comparativamente, hombre a hombre, puntos en la tabla y en pasado reciente, los de Dudamel eran víctimas de entrada ante una selección que arriesgaba nada menos que su presencia en una Copa del Mundo. Con su arquero primero y luego desde lo táctico, la Vinotinto pudo encontrar la forma de sacar frutos en un lugar eternamente hostil, hasta hoy.

Ser competitivos y con una propuesta vistosa de juego es algo muy complicado en Sudamérica. Solo Brasil presume de esto, porque ya visto: ni la Argentina de Messi puede sacar tan siquiera un triunfo desde la pura casta de sus mentadas figuras. Venezuela peleó por ir a dos mundiales a punta de solidez y con una masiva presencia de juventud, reconstruye ese valor que alguna vez presumió.
Villanueva y Chancellor se atornillan como centrales. Yangel Herrera y Arquímedes Figuera se vaciaron en el medio (con excesivos riesgos en faltas) y Junior Moreno debutó a la altura de la exigencia. Un reconocimiento general: todos se vaciaron hasta el extremo en búsqueda del logro común.
Recuperar el prestigio fue un objetivo planteado por Dudamel cuando el camino a Rusia se había agotado. Ahora, hay pasos para cumplir esa primera meta. Catar 2022 está lejos en el horizonte, pero el trayecto se comenzó a labrar con optimismo.]]>

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