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Luis Irán: “Sigo creyendo en el hecho de hacer una gran canción como fin único”

El lanzamiento del tema “Wacky Days” es buena excusa para hablar con uno de los músicos más sólidos del V-Rock: Luis Irán, en solitario, sigue explorando otras voces, otros sonidos, otras maneras en un oficio atado a una industria que exige a los músicos mucho más que unas buenas canciones

Luis Irán
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En tiempos en los que la alta definición y la presencia constante parecieran definir a la industria musical, Luis Irán reluce como un diamante sucio. Distante de las modas y la popularidad de plástico, su música ha buscado traducir sus gustos en canciones crudas y tajantes.

Cuando lideraba Los Paranoias, su rocanrol nos transportaba a tiempos anteriores –para muchos, mejores– que los de la «gozadera» chavista. Hoy, Luis Irán nos mete en otra máquina de tiempo con una propuesta distinta: cambia la guitarra por el teclado, cambia la nostalgia por los sesenta por una afición a los visuales rayados de los ochenta y noventa.

-Muchos te conocimos por Los Paranoias, una agrupación que nació a principios de los 2000 con influencias claras de los Beatles y el britpop. A tantos años de distancia, ya con una carrera de solista, ¿cuál crees que fue el legado de Los Paranoias en la escena del rock venezolano? ¿Qué posición ocuparon dentro de ese mundo?

-Una cosa es cómo uno se mira a sí mismo; otra, cómo crees que te miran y otra, cómo de verdad te miran a ti. Hablar de mí mismo desde ese punto de vista es súper difícil porque veo lo que ocurrió a mi alrededor, lo que sigue pasando, y a veces a uno mismo le cuesta darse un lugar justo en la historia. Eso termina siendo un juicio de una tercera persona, del observador.

Lo que sí puedo considerar es que fuimos de esas bandas que todavía le daban la vuelta al país para tocar en cualquier rincón. Lo hicimos muchísimas veces, ese era uno de nuestros grandes valores. De nuestros grandes principios también: presentarnos en vivo en muchísimas ciudades de Venezuela. Fuimos de los que empujamos el tema de los videos. Tuvimos una presencia súper fuerte en MTV. Y estoy convencido de que, definitivamente –no solo nosotros, sino junto a bandas hermanas como Tomates Fritos y Los Mentas–, fuimos una especie de baqueanos, abriendo camino para lo que pasó después. Pero esto es algo que realmente pudimos hacer con el paso de bandas y artistas que vinieron antes de nosotros. Entonces, creo que todo es cíclico. Esa es mi manera de ver lo que ocurrió con Los Paranoias.

Quedaron discos con los que me siento bastante orgulloso, con los que crecí, con los que me formé. Soy lo que soy gracias a lo que vi y lo que aprendí con Los Paranoias, y todavía existe gente que nos recuerda, que me lo hace sentir. Eso es lo que hace que todo valga la pena.

-Tus últimos dos singles, Wacky Days y The Ubiquity Blues, así como tu tema Maiquetía, cuentan con videos bastante lo-fi: su estética es colorida pero granulada, pareciera que reproducen imágenes de videocasetes. ¿A qué se debe la afición por este estilo?

-No tengo muy claro el origen de mi gusto particular por ese estilo. Pero es algo cierto. Y no solamente tiene que ver con la parte visual, en la parte auditiva también tiendo a irme hacia los sonidos que no son muy prístinos, que no son muy cristalinos. Me encantan los sonidos del hum y el hiss, me encanta la distorsión natural. Creo que los discos viejos tienen una calidez que de cierta manera me envuelve. Es algo que no sabría explicar más allá de que es un gusto súper genuino. Me pasa también con lo que llaman el ruido rosa o el ruido digital. Todas esas cosas que tienen que ver con la distorsión me gustan muchísimo.

Maiquetía fue uno de los primeros experimentos. Sin embargo, para Maiquetía usé un footage viejo, un ifootage de una película que se había hecho en Venezuela. Pero donde pude comenzar a hacerlo con todas las de la ley, fue en el video de La metamorfosis, que es una especie de homenaje a los cantantes y artistas pop de los 80 y los principios de los 90. Yo me metí en la cabeza que quería que salieran todos ellos cantando la canción, entonces me insertaba de cierta manera en ese performance. Ahí obviamente el footage que conseguí estaba todo destrozado por el formato. De hecho eran formatos que luego se subieron a YouTube y de lo analógico a lo digital perdieron muchísima generación, y luego cuando los utilicé, al agrandarlos, terminaban perdiendo mucha calidad. Y, bueno, perdían calidad pero ganaban en concepto.

Es algo que me he dedicado a investigar. Investigar la textura del VHS, del video digital distorsionado. Me encanta y creo que de cierta manera ha identificado el trabajo que he hecho a nivel audiovisual. Y en esta última oportunidad, me pareció que venía al pelo porque todo es una locura. El vídeo de Wacky Days además tiene sus influencias específicas –una inspiración, mejor dicho– de Jack Stauber, que es un artista avant-pop que hace collages con VHS y animaciones con plastilina. Y de hecho, sus videos están en peor calidad que el mío. Pero esa pérdida de calidad, de definición, de resolución está completamente justificada.

-Estos últimos dos singles, además, son en inglés. Esto, en contraste con todos tus otros temas, que son en español. ¿Intentas alcanzar una nueva audiencia de esta manera? ¿Responde esto a los cambios en tu entorno, de Caracas a Miami?

-El comienzo de lo que puede considerarse un cambio fue en 2019, estando todavía en Caracas, en la época de los grandes y extensos apagones que a mí en lo particular me quebraron. En ese momento empecé a componer, como lo hacía de manera regular, y empecé a darme cuenta de que las cosas que salían con la guitarra no me hacían sentir bien, sentía que me estaba repitiendo. “Una y otra vez la misma canción,” decía yo, “qué ladilla.” Entonces me dije que no podía estar pegado en la nota, que necesitaba hacer cosas distintas, porque además también estaba escuchando cosas distintas. Quería ir para otro lado. Y dije que iba a hacer música con mi teclado, con lo que tengo ahí, utilizando emuladores de sintetizadores análogos, todo eso; utilizando beats, utilizando batería electronica. Me puse a hacer cosas distintas, pero era más como un experimento para mí, un ejercicio haciendo ideas musicales más que otra cosa.

Una de las cosas que me ocurrió al convertir eso en canción; una de las cosas que me pareció que podía afincar, hacer énfasis como diferencia, era que si ya la música iba a ser lo suficientemente distinta, qué tal si también cambiaba el idioma, a ver qué pasaba. Ahí fue cuando salieron estas canciones que luego se convirtieron en el EP «Sisyphus IN LO-FI«. No sabía si lo iba a lanzar o no, pero después dije “no puedo ser tan cobarde así como para no mostrar por dónde va mi música en este momento”. En un principio pensé en lanzarlo con otro nombre, como otro proyecto, pero me lancé con mi propio nombre y siendo bastante honesto con cómo iba mi música por este instante. Y de ahí en adelante, se me abrió el apetito por seguir utilizando cosas un poco más electrónicas, todo lo que te nombré. Y ando todavía en esa onda. El inglés forma parte de esta cosa que ni sé cómo llamarla. Me estoy sintiendo muy bien haciendo canciones bajo este esquema y ya, no es nada pensado, no tiene nada que ver con la audiencia, no tiene nada que ver con la venida a Miami. Es algo que salió solo.

-Mac DeMarco ha sido particularmente influyente en tus canciones más recientes. Pero evidentemente, sus influencias no estaban presentes en ti cuando liderabas Los Paranoias. ¿Cómo ha sido la evolución de tus referencias durante décadas de hacer música? ¿Cuáles referentes son inamovibles, cuáles se han perdido en el camino?

-Quien me conoce, quien ha escuchado mi música, quien escuchó a Los Paranoias, tiene claro que los Beatles siempre han sido un referente súper importante, siguen siéndolo. Creo que ya forman parte de mi ADN. Por más que incluso quiera evitarlos, no lo voy a poder hacer. Pero yo escucho mucha música más allá del rocanrol clásico. Yo escuchaba Oasis, también escuchaba el trip-hop que hacían Portishead, Massive Attack, Tricky, todo eso siempre me llamó la atención. Esas atmósferas que lograban, me interesaba saber cómo se hacían, con qué instrumentos se hacía eso. Era un mundo tan distinto a la cosa guitarrera, pero que me envolvía mucho.

Después de que nosotros, Los Paranoias, grabáramos el primer disco –más allá de que estudié ingeniería de sonido, nunca había grabado un disco mío, completo, de doce canciones, con todo lo que conlleva grabar un disco y toda la experiencia del estudio–, salí de ahí como aplicando ciertas cosas que había visto en la dinámica del estudio con otras que tenía en mente, e hice una versión de Es mejor estilo trip-hop. Pero eso se quedó ahí como un experimento hasta que luego grabamos el disco «Aquí fue», creo que en 2009, más en esa onda. Por eso es que Es mejor sale en ese disco también con esta nueva versión, esta nueva forma de entromparle.

Lo que te quiero decir con todo esto es que, más allá de estas bandas de rock clásico y de pop, hay otras influencias. Durante mucho tiempo para acá me ha gustado Kanye West. Lo último que sacó Tyler The Creator me parece increíble: a nivel de producción, los beats, las partes musicales, hay un genio ahí increíble. Cuando descubrí Mac DeMarco, fue como una manera de ver la música hecha en la guitarra con una sencillez increíble, pero con acordes que tenían –como lo llamamos los músicos– bastante comida. Y por Mac DeMarco llegué a Homeshake, ese sí me volteó la cabeza, ha sido un gran referente en los últimos dos o tres años. Porque lleva la cosa de la guitarra a acordes mucho más elaborados, a secuencias más sofisticadas. Y probablemente gracias a artistas como él –que vi cómo dejaba la guitarra para meterse en otras maneras de hacer música, cercana al R & B, al neo-soul, a la electrónica–, me atreví yo también.

Actualmente no puedo decir que hay una banda de rocanrol de la cual me esté alimentando. Mis referentes siguen siendo los de antes. Lo último que me pudo haber impresionado fue lo que hicieron los Black Keys. Pero creo que estoy en una onda distinta, que son los artistas que te acabo de mencionar, y está permeando de manera natural en la música que estoy haciendo ahora.

-En una entrevista del año pasado publicada en Clímax, dices que «1984» es tu “libro favorito de toda la vida”. ¿Crees, como en la novela, que vivimos en tiempos donde somos vigilados y bombardeados por propaganda sin salida? Si es así, ¿cómo afecta esto la industria musical?

-Lamentablemente, creo que sí es así. Y no es ahora, llevamos rato en eso. Nos vienen metiendo en esa olla desde hace muchos, muchos años y no lo sabemos. Lo mezclo también con la Matrix, ¿sabes?, estamos como en una matrix, no nos damos cuenta, nos acostumbramos al sistema. Y a veces es hasta necesario para poder existir, para poder funcionar. Estamos súper invadidos de información, es muy difícil digerirla. A veces es hasta más fácil vivir en la negación porque, ¿qué haces con tanto?

De hecho, una de las cosas de Wacky Days es un poco eso. Muy, muy, muy en el fondo, es un poco de tres minutos de negación, de salir de ahí, descomprimir, desconectarse un momento. Están pasando tantas cosas durante estos tiempos que están tan locos, que era como necesario respirar un poco, vamos a reírnos un poco. Que haya razones para reírnos, para estar relajados por unos segundos.

¿Cómo ha afectado eso la industria de la música? Es difícil saberlo. Pero actualmente en el mismo sistema de la música como negocio, de la música como industria, más allá de que en algún momento las disqueras dejaron de tener todo el poder, ahora no es el músico quien tiene el poder. En algún momento hubo un balance entre quienes tenían poder en la industria de la música y los músicos. Pero ahora, sobre todo con estas declaraciones del CEO de Spotify, que es el gran monstruo de la música actual, el sistema te obliga a que ya no seas solamente músico.

Si solamente te dedicas a la música, no te es suficiente solamente con la canción, por muy buena que sea. Tienes que saber también cómo mercadearla, y mercadearla significa cómo posicionarla, cómo ponerla a moverse en las vías digitales, en todo lo que te ofrece la tecnología ahorita para comunicarte, manifestarte, compartir tu trabajo. Tienes que saber cómo llevar una red, tienes que saber hacer videos para promocionar tu música, tienes que saber cómo hablarle a tu audiencia. De hecho, tienes que tener un estudio de mercado, tienes que saber bien a quién le estás hablando. Hay una cantidad de cosas que pareciera que tienes que saber más allá de hacer la mejor canción que puedas. Es una paradoja para mí. Yo sigo creyendo en el hecho de hacer una gran canción como fin único. Pero, depende de lo que quieras lograr en este mundo actual, probablemente no sea suficiente.

Luis Irán

-Muchas personas justificarían los espacios y canales actuales de difusión musical al decir que las disqueras tal vez hacían de la industria musical algo elitista. Pero, sin lugar a dudas, estos elementos que mencionas también implicarían que muy pocos pudiesen triunfar, ¿no? Entonces, ¿crees que esa idea de que estamos democratizando la música a través de las redes sociales pueda ser una ilusión?

-Esto va a depender de la manera en que trabajes tu música, la manera en que expongas tu música, porque las plataformas con las que se trabaja actualmente ya de una hacen un filtro inmenso. Terminan actuando de la manera en que actuaban antes las disqueras. Son las que deciden la exposición que tiene tu música. Y si hablamos de lo que pagan, bueno…

Entonces, para entrar en ese sistema, en ese nuevo modelo de negocio, se te exige una cantidad de material, wow, muy loca. Material constante a cada rato. Y no solo eso, sino, ¿cómo haces cada una de esas cosas que se requieren para mercadearlo, para difundirlo?

No sé si es una ilusión. Sé que estamos entrando en una etapa distinta, pero eso de la democratización es confuso. No creo en eso. Creo que lo más democrático que puedes lograr es armar tu nicho con lo que tengas a mano: con las redes que tengas a mano y con lo que puedas. Terminar de consolidar a la gente a la que le gusta tu música de manera genuina, de manera honesta, y que no necesariamente espere más allá de eso. Como con los primeros discos –yo creo siempre en los primeros discos. Cuando la gente está conociendo al artista, esa respuesta primera, es muy genuina, es de verdad. Luego ocurren fenómenos como que ya se espera algo muy específico de ese artista que ya conociste. Pero al principio, cuando estás conociendo al artista y te gusta, tú no estabas esperando nada, tú no sabías quién era. Creo que por ahí va la cosa. Los nichos son algo que viene –nichos de nichos, de hecho, sub-nichos– como tendencia, es lo que me parece que va a ocurrir de manera inevitable.

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