Fiel a su costumbre, el régimen chavista evita identificar con nombre y apellido al grupo que enfrenta en el estado Apure. Cuando las denuncias apuntan a la guerrilla colombiana, el oficialismo suele eludir la identificación del enemigo. Al final, apela a cualquier figura o eufemismo para terminar culpando a la oligarquía y el imperialismo de los choques que sacuden la frontera con Colombia.
Sin embargo, en medio del conflicto, dos blancos sí son definidos claramente por quienes controlan el poder: las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los medios de comunicación independientes, acusados de “infoxicar” a la población para enlodar la imagen de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y favorecer a los irregulares.
“Llama la atención el papel que están jugando las ONG en esta operación, que sencillamente busca mantener a raya la violencia en Venezuela, al narcotráfico proveniente de Colombia, y busca sencillamente (sic) la paz y garantizar la soberanía de nuestra patria. Eso es lo que estamos haciendo en Apure”, respondió el 27 de marzo el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ante las denuncias de masacres y violaciones a derechos humanos en la zona.
Al frente de la ONG Fundaredes, Javier Tarazona (1983, San Cristóbal) está registrando los hechos que ocurren en los pueblos apureños que son víctimas del fuego cruzado entre militares venezolanos y guerrilleros. Profesor, especialista en Ciencia Política y PhD en Educación, Tarazona destaca la necesidad de alzar la voz sobre las amenazas para frenar el avance de la violencia.
-¿Cómo describiría la situación que estremece a Apure?
-Lo que estamos viendo en Apure no solamente es la opacidad que impone el Estado, sino la persecución contra todo el mundo. Todos somos sospechosos. En la región impera un contexto de desinformación y violencia contra la sociedad civil. Observamos una posición evasiva del Estado y un Ministerio de Defensa que no sabe dar la cara ni ofrecer precisiones, pese a que desde el 21 de marzo se activó la más prolongada disputa de ese territorio entre el Frente Décimo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la FANB.
-Fundaredes ha denunciado la presencia de la guerrilla y otros grupos irregulares en la frontera venezolana. ¿Los hechos le dan la razón?
-Tenemos 19 años con Fundaredes, pero hace más de 19 años, desde el ejercicio del liderazgo local, denunciamos la extorsión, el secuestro y el sicariato que venían haciendo estos grupos irregulares, Ejército de Liberación Nacional (ELN), FARC y paramilitares, en el estado Táchira. Toda la frontera comenzó a tener eso como común denominador. Hemos elevado denuncias ante las instancias nacionales, el sistema interamericano y la Corte Penal Internacional. Negaron nuestras denuncias y criminalizaron y judicializaron a integrantes de nuestra organización, como en el caso de Alexis Bustamanente, preso en la cárcel militar de Ramo Verde, acusado por traición a la patria por rechazar la presencia de la guerrilla en Venezuela. El plan del régimen es seguir negando la presencia de estos grupos, pero el conflicto de Apure los obligó a decir lo que está pasando.
-En medio de ese contexto que describe, ¿qué tan difícil es para Fundaredes y las ONG llevar adelante su trabajo?
-Desde el principio hemos sufrido hostigamiento. Recuerdo cuando comenzamos a denunciar el sicariato en el estado Táchira entre los años 2001 y 2002, nos decían que éramos unos enviados de Estados Unidos, pero mostrábamos las cifras de muertos en manos del sicariato con nombre y apellido. Nunca han podido demostrar lo que han utilizado como argumento para criminalizarnos y judicializarnos, que son montajes, que es falso, que es mentira. De allí en adelante todo el discurso de quienes ostentan el poder ha sido negar la presencia y su relación con grupos armados irregulares terroristas como el ELN y las FARC. Hemos vivido hostigamiento físico, la detención arbitraria de activistas de nuestra organización, como en el caso de Alexis Bustamante. También el caso de nuestros activistas detenidos en Apure en marzo, cuando junto a dos periodistas de NTN24 intentaron documentar los hechos y fueron llevados arbitrariamente al teatro de operaciones y desaparecidos durante unas horas.
-El régimen chavista aumenta las restricciones legales contra las ONG. ¿Puede continuar con su labor a pesar del aumento de la represión?
-Nosotros seguimos por la convicción en nuestros principios. Nos mantienen los principios de la dignidad humana, del bien común y de la solidaridad. Como el sol, la verdad no puede taparse con un dedo. Nos asisten la verdad, la razón y la rectitud, levantamos la voz aspirando a contribuir con una sociedad que pueda integrarse, crecer, debatir, discutir, y sobre todo, construir una Venezuela diferente a la que estamos viviendo.
-En los últimos años las ONG han asumido un papel relevante en el debate público. A su juicio, ¿cuáles son las causas de este fenómeno?
-La sociedad civil se ha venido organizando en respuesta a la fragmentación del país, y la criminalización y judicialización de partidos y dirigentes políticos, cosa que también han sufrido las ONG. Es la expresión del totalitarismo que impera en Venezuela. La actividad orgánica de las ONG en Venezuela es la respuesta a las acciones perversas que buscan silenciar a las voces disidentes, las voces de los derechos y de las aspiraciones de la gente. Nos asiste la convicción de que levantando la voz vamos a poder mitigar la posibilidad de que más personas sean víctimas. Sobre todo, es la ruta para reconstruir la memoria social que nos facilite el desarrollo de nuestro pueblo y la superación de la criminalidad y el terrorismo como una forma de hacer política.
-Mucho se habla de la tensión que existe entre las organizaciones de la sociedad civil y los partidos políticos. ¿Los unos compiten con los otros o hay espacio para una alianza entre las partes para luchar por un objetivo compartido?
-Sin duda alguna, hay toda una intención de fragmentar; sin embargo, también existen esfuerzos de articulación. Creo que los problemas nos han unido a muchos sectores y actores en el país. Las dificultades han hecho que busquemos las fortalezas dentro de las organizaciones, y eso ha permitido ir haciendo ese tejido que puede convertirse en alternativa concreta para la transformación de la sociedad.
* Texto cedido por la revista Democratización, del Instituto de Estudios Sociales y Políticos FORMA.