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Hugo Leonardo: el pecado del padre Francisco Bautista

La segunda entrega en El Estímulo de las historias de crímenes recopiladas por Maybell Nieves es el caso del asesinato del joven religioso mexicano Hugo Leonardo Avendaño: ¿una pasión prohibida? ¿Extorsión? ¿Culpa?

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Hugo Leonardo

Hugo Leonardo Avendaño era un joven seminarista de 29 años que desde muy temprana edad sintió la vocación religiosa. Ejercía como diácono en la Iglesia Cristo Salvador, muy cerca de su casa, en la colonia Miguel Hidalgo de la Ciudad de México.

Estudiaba Teología en la Universidad Intercontinental y tenía la ambición de continuar sus estudios haciendo una maestría en Psicoterapia Psicoanalítica. Además de la parte académica, no estaba en sus planes dejar de lado la tarea para la que se sentía llamado: la evangelización viajando por el mundo como misionero.

Ya había hecho varios viajes a Canadá, Estados Unidos e Italia –entre otros países-, auspiciados por su parroquia.

Tenía la ambición de ser cura, pero le faltaba todavía preparación dentro del seminario para lograr esa meta. Mientras tanto, seguía participando en las actividades de la parroquia, siendo una persona querida y reconocida en la comunidad.

¿Y Hugo Leonardo?

El 11 de junio de 2019, Leo -como conocían sus amigos a Hugo Leonardo- salió de su apartamento y le dejó saber por mensaje de texto a su hermano Josué que iba a la parroquia Cristo Salvador a encontrarse con su amigo el padre Francisco Javier Bautista, y que pasaría la noche en ese sitio. Esta conducta era bastante común en Hugo Leonardo, quien usualmente se quedaba colaborando en algún trabajo especial en la parroquia y se quedaba a dormir en ese sitio para mayor comodidad.

Pero al día siguiente, el 12, Josué recibió una llamada del padre Francisco preguntándole por Hugo Leonardo. Extrañado, el hermano de Leo le hizo saber al cura que el joven le había llamado antes para decirle que ya estaba en la parroquia y que iba a pasar la noche allí.

Sin embargo, el padre Francisco negó haber visto a Leo.

El hallazgo

Los familiares de Leo decidieron denunciar inmediatamente su desaparición. Los investigadores no sabían bien por dónde empezar. Interrogaron a la familia y al cura, quienes reafirmaron lo poco que conocían de las horas previas.

En cierto momento les empezó a parecer sospechoso que el padre Francisco insistía en decir en entrevistas de televisión que había que perdonar a quien le hubiera hecho cualquier cosa a Hugo Leonardo. Hasta ese momento todo parecía indicar que al joven lo habían secuestrado, por lo que la policía le pidió a la familia estar atentos ante cualquier llamada pidiendo rescate.

Tristemente, el desenlace fue otro.

El 12 de junio, el automóvil de Hugo Leonardo fue localizado. Su cuerpo yacía muerto sobre el volante, con una especie de frazada en la cara. Se encontraba a 30 kilómetros de la parroquia, en una calle poco concurrida.

La autopsia

Fue el hermano de Leo quien se encargó de reconocer el cadáver. Él dijo que vio golpes en su cara y lo que él consideró, signos de tortura. Sin embargo, el informe final reportó que Hugo Leonardo había muerto de asfixia por sofocamiento, provocada por la misma manta que le envolvía la cara.

Como Hugo Leonardo formaba parte de la parroquia y era muy querido por la comunidad, se hizo un velorio en ese sitio. El padre Francisco ofició una misa con el cuerpo de Leo presente. Pero, cosa extraña, no invitó a los familiares.

Un asistente a la misa declaró en una entrevista que el padre terminó la misa con la frase: “Hay que agarrar a la víbora y sacar el veneno, ese es el perdón. Dios perdone al homicida y nosotros también”.

El hermano de Leo se enteró de que habían hecho una misa porque una persona de la iglesia lo llamó preguntándole por qué ninguno de los familiares cercanos había asistido.

La investigación

Una vez que la policía descartó a los familiares como sospechosos del crimen, el centro de atención lo acaparó el padre Francisco, el mejor amigo y mentor de Leo.

Pronto se supo de una cantidad de viajes que Leo hacía anualmente a distintos sitios, todos pagados por la parroquia. Él era estudiante universitario y no trabajaba.

Además, poco antes de su muerte había alquilado un apartamento en una buena zona residencial.

A pesar de que Leo no era cura y no podía impartir misa, se dedicaba a otras labores religiosas dentro y fuera de la Iglesia. Además, era bastante activo en sus redes sociales, Facebook principalmente, dedicaba pasajes bíblicos y reflexiones, algunas de ellas con pensamientos bastante radicales contra la homosexualidad y otros temas “complicados”, como aquel texto de octubre de 2018, al que llamó “Esquizofrenia Social”:

“ESQUIZOFRENIA SOCIAL:

Vivimos en una época donde quieren que los sacerdotes se casen y que los casados se divorcien.

Quieren que los heterosexuales tengan relaciones sin compromiso, pero que los gays se casen en la iglesia.

Que las mujeres se vistan como hombres y asuman papeles masculinos y que los hombres se conviertan en “frágiles” como mujeres.

Un niño con sólo cinco o seis años de vida tiene derecho a decidir si será hombre o mujer por el resto de su vida, pero un menor de dieciocho años no puede responder por sus crímenes.

No hay plazas para los pacientes en los hospitales, pero hay incentivos y patrocinio para quien quiere hacer cambio de sexo.

Hay un acompañamiento psicológico gratuito para quien desea dejar la heterosexualidad y vivir la homosexualidad, pero no hay ningún apoyo de éste mismo para quien desea salir de la homosexualidad y vivir su heterosexualidad y si intentan hacerlo, es un crimen.

Estar a favor de la familia y la religión es dictadura, pero orinar sobre los crucifijos es libertad de expresión.

Se piden baños mixtos donde pueden suceder todo tipo de abusos sexuales.

Si no es el fin de los tiempos, debe ser el ensayo…”

Quienes conocían a Leo sabían de su estrecha relación con el padre Francisco y otros dos sacerdotes de la parroquia.

El 14 de junio, se informó que el principal sospechoso del asesinato era el padre Francisco y, según la procuradora (hoy Fiscal) Ernestina Godoy, había pruebas contundentes que soportaban esta sospecha.

El 18 de junio, el padre Francisco Bautista fue detenido por ser el primer sospechoso del homicidio de Hugo Leonardo Avendaño, de 29 años. Así comenzaría un juicio que duró casi dos años.

Las pruebas

Durante el juicio hubo muchas protestas de feligreses indignados por el hecho de que al padre se le considerara sospechoso de un crimen tan horrible. Exigían que fuera dejado en libertad y que se buscara y encarcelara al verdadero culpable.

Por otro lado, la Arquidiócesis Primada de México publicó el siguiente comunicado: “La Iglesia católica de Ciudad de México espera y confía en que el trabajo de las autoridades encargadas de la investigación y procuración de justicia sea eficaz, riguroso, apegado estrictamente a derecho y respetuoso de las garantías y derechos humanos de las víctimas, sus familias y de quienes eventualmente sean imputados de alguna presunta responsabilidad”

La coartada del padre Francisco era el testimonio de dos de sus secretarias, quienes afirmaron que él no se ausentó de la parroquia en ningún momento. Sin embargo, esas secretarias no pudieran saber esa información porque su trabajo no cubre horario nocturno.

Mas adelante, en la revisión de las cámaras de seguridad se pudo constatar que el joven Hugo Leonardo Avendaño sí llegó a la parroquia a las 11:04 de la noche y se quedó hasta las 3:16 de la madrugada, hora a la cual salió con una persona que se montó al auto junto a él. A las 3:30 de la madrugada es captado otro vehículo con una persona, el cual recorrió el mismo camino que el de Avendaño.

Las cámaras pudieron ubicar por última vez el vehículo de Hugo Leonardo a las 3:48 am. El segundo vehículo se ve nuevamente retirarse en el camino de regreso a las 4:01 am, esta vez con el conductor y un pasajero.

En los sitios donde no había cámara vial, la ubicación de Hugo Leonardo pudo ser recreada ya que su teléfono era captado por las antenas satelitales. En esa parte de la investigación se evidenció que los teléfonos de Hugo y el Padre Francisco, siempre estuvieron en la misma ubicación.

El segundo vehículo no pudo ser identificado (o por lo menos, no se dio mayor información pública al respecto).

Ante la evidencia tan contundente de la localización de los teléfonos móviles, las secretarias del padre confirmaron que él había perdido su celular en días recientes, por lo que la evidencia podía ser una simple coincidencia: el padre Francisco había dejado el teléfono unos días antes en el carro de Hugo Leonardo. Curioso, que no se descargara la batería del aparato en todo ese tiempo… Curioso.

Posteriormente, algunos periodistas filtraron la información de que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México había encontrado fotos y videos de contenido sexual explícito en el teléfono de Hugo Leonardo, que lo involucraban con el padre Francisco y los otros dos sacerdotes con quienes se reunía frecuentemente. Yaunque el hermano de Hugo Leonardo niega esa información, los frecuentes viajes a Aspen, Milán, Miami e Israel, tanto solo como en compañía del padre Francisco, hacen que las piezas sueltas de este caso, encajen mucho mejor.

El móvil del crimen nunca se dio a conocer públicamente. Se especula con la posibilidad de extorsión por parte de Hugo Leonardo, o celos de parte del padre Francisco, ya que Leo empezaba una relación con una joven.

En abril de 2021, el padre Francisco Bautista fue encontrado culpable de homicidio doloso y fue condenado a 27 años y 6 meses de cárcel además del pago del equivalente a 21 mil dólares a los familiares de la víctima.

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