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Venezuela versus Perú y el club de los humildes

La victoria de la selección de fútbol desata una nueva ola xenofóbica. Con un historial estadístico de victorias en rojo, se reclama un lugar en la historia que es ajeno. Aún no se ha clasificado a la siguiente ronda de la Copa América y ya se habla de la "mejor selección" del torneo.

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«Cómo ha evolucionado el fútbol venezolano». La frase del comentarista extranjero se repite desde hace 10 años. Se usa como una muletilla, cuando los partidos están en un punto muerto. Denota también un dossier poco trabajado sobre el presente Vinotinto. Pasó contra Colombia, por ejemplo. Hay muy poco qué hacer al respecto, mientras Venezuela no consiga una clasificación a un Mundial, gane una Copa América o una Libertadores, ese lugar común no desaparecerá. Para el periodismo internacional, el 11 que nos representa es una rareza, un hermanito menor que corre desnudo por la casa. La situación, antes que molestarnos, debería llevarnos a la reflexión. ¿Cómo hemos respondido?

Las Redes Sociales no definen a un país. Deseo creer que somos mucho más tolerantes que lo que escribimos en Twitter. Sin embargo, es allí donde se pueden medir las reacciones inmediatas luego de un partido. Si las usáramos para responder a la pregunta del párrafo anterior, la conclusión sería preocupante. Cada victoria venezolana es celebrada con un espíritu de revancha de guerra civil. Se insulta al rival, se apela a la xenofobia deportiva y peor aún, se proyecta un triunfalismo que no tiene respaldo en los archivos estadísticos.

A propósito del caso Zapata (si no saben a qué me refiero, pueden leer aquí), el periodista español Enric Juliana escribe que el  filósofo coreano Byung-Chul Han «considera que Twitter es un arrabal cada vez más dominado por los matones, en el que las minorías callan y retroceden por miedo a las shitstorm (tormentas de mierda, vendavalaes acusatorios). Ese vendaval -con la respectiva acusación de apátrida- siempre nos toca cuando nos apartamos de la euforia colectiva, que pretende linchar al contrario. Peor aún si se pide moderación en el triunfo.

Venezuela no ha ganado nada futbolísticamente y hasta que eso no suceda, debemos darle a la victoria su justa dimensión. Richard Páez y César Farías se dejaron llevar por esa histeria colectiva y, siendo estrategas con éxitos para resaltar, se mimetizaron con los fanáticos de las gradas (y, por supuesto, peléandose con ellos). Dos imágenes para recordar: Páez mandando a callar a Pueblo Nuevo y Farías y su cuerpo técnico amenazando a los que no se montaban «en el autobús Vinotinto», tras vencer a Colombia. Ninguno de los dos logró el objetivo: llegar al Mundial.

Sin embargo, en retrospectiva, la victoria ante Colombia en Chile se debe, en parte, a esos dos procesos anteriores. No hablo de lo táctico sino de lo anímico. Con Páez comenzaron los resultados positivos y con Farías se mantuvo un ritmo competitivo. Dicho de otra manera, luego de un pasado que se contaba en goleadas, «Chita» Sanvicente heredó una generación que se familiarizó con el éxito y eso, sicológicamente, tiene un gran peso en el desarrollo de cualquier competencia.

Los tres puntos, muy bien conseguidos por la Vinotinto ante Colombia, tendrán su justo valor si se refrendan frente a Perú. Otro triunfo coloca automáticamente a Venezuela en la siguiente ronda. Sería la primera en lograrlo, una conquista  impensada antes de iniciar el torneo. Pero es eso: hay que ganar. Afortunadamente los jugadores tienen memoria y lo sucedido con Farías en Puerto Ordaz, luego del gol de Salomón Rondón -mismo rival, mismo protagonista para más ironía- sirve como antecedente de que la excesiva euforia puede ser contraproducente.

La lectura inmediata es esta: Perú no tiene tantas figuras como Colombia-Perú no estuvo en el Mundial-Venezuela le ganó a Colombia ergo vencerá a Perú. Equivocado. El fútbol no tiene esa lógica. El equipo que dirige Gareca perdió en el último segundo del descuento gracias a una excelsa jugada de Neymar. Fue una advertencia para todos. Lo decía Dunga en la rueda de prensa: «Si Perú repite la actuación de hoy, tendrá grandes chances». ¿Y si la Vinotinto lo hace como contra Colombia? Necesita mejorar el volumen ofensivo, porque, obviamente, el rival de hoy propondrá menos y esperará más. Sin embargo, el buen accionar de la línea defensiva y el trabajo de corte que paró a James y compañía es un gran punto de partida.

El ya desaparecido grupo español Mecano, en «El Club de los humildes», hace un mea culpa y una confesión sobre la egolatría que les llevó a separarse y creer que podrían repetir el éxito de manera individual. Dice así la letra:

Y si me vuelven a asaltar 
las ganas de petardear 

Dame dos hostias y hazme ver 
que estar aquí 
es un milagro que se puede compartir

No apoyo la violencia, pero entendiendo que el verso no es literal, a todos nos haría muy bien «dos hostias» cuando, hablando de la selección, perdemos la humildad.

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