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Los 5 productos regulados de la Vinotinto

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Disculpe usted, camarada Chita, que haga de Lorenzo Mendoza, pero es que no quiero que lo revoquen en los próximos meses. A pesar de que le ganó a Costa Ri (o sea, Costa Rica con dos menos), a esta selección le sigue faltando harina, arroz, azúcar, café y pollo.

Para mí, solo seremos superiores a Costa Rica el día que eliminemos el ejército. Punto. Este martes se jugó un amistoso en un estadio de Barinas en donde hubo más guardias nacionales que pases efectivos y en el marcador la Vinotinto (fosforescente) ganó 1-0, aunque el rival hizo el favor de terminar con nueve. Para marcar un solo gol, la selección de Chita necesita, más que un Cariaco, un cariaquito.

Por supuesto, en un partido como este lo que menos importa es el resultado sino las lecturas que uno puede hacer para los partidos en serio que vienen en marzo contra Perú y Chile, tratando de hacer el ejercicio mental de que con el año nuevo empezó una vida nueva, y los cero puntos en la eliminatoria sudamericana en 2015 son como ese modelo de rentismo petrolero que siguió intacto en los últimos 17 años y que ahora sí, a puro voluntarismo y con los nueve motores prendidos, dejaremos atrás.

“Siempre negativo, nunca positivo”, era la frase con la que, en su torpe español, le reclamaba el entrenador Louis Van Gaal a la prensa durante su etapa en el Barcelona. Así somos los periodistas: nos la pasamos saboteando los decretos de emergencia. Luego de este amistoso en Barinas que no almacenaré en mi memoria, estas son los productos básicos que veo que le siguen faltando a la Vinotinto de Chita:

1) El arroz de los laterales. Defensa lateral: jugador que, en el fútbol moderno, tiene como prioridad proteger su corralito (o carrilito), pero también, aunque no haya nacido dentro del cuerpo de Dani Alves, apoyar en lo posible al ataque. Ante Costa Rica salieron Ángel Faría y Mikel Villanueva, bachaqueado en algún lugar de España cuyo nombre no quiero recordar. Un poco más voluntarioso el primero. La banda izquierda sigue siendo un mal crónico, juegue quien juegue (la única excepción en el ciclo de Chita, a ratos, ha sido el autodescartado Amorebieta). Villanueva ofreció peligrosas libertades a los ticos cuando jugaban con once.

2) La Harina PAN de los delanteros. Richard Blanco es el tipo de delantero oportunista cuyas limitaciones se notan más en un partido como el de Barinas: el Salomón Rondón de los últimos tiempos reencarnado en un cuerpo con vitíligo, como diría Michael Jackson. Algo de actitud a cuentagotas del mediapunta Johan Moreno, y poco más. En la Vinotinto de Chita, delantera empieza a ser sinónimo de teléfono sin señal.

3) El azúcar de los volantes de creación. Ojo, esto no es un señalamiento personal contra Luis “Cariaco” González y Yeferson “Manzanita” Soteldo, de lo mejorcito en Barinas junto con el portero José David Contreras y el central y goleador Wilker Ángel (Soteldo de hecho mejoró mucho en el segundo tiempo, en esa mayoría circunstancial alrededor del minuto al 60 a la que siempre hay que esperar para decir que la Vinotinto de Chita “está en su mejor momento del juego”). Cariaco y Manzanita son chiquiticos, rapiditos (dos de las palabras favoritas de Sanvicente) y hacen cositas con la pelota. Lo malo es que, en esta etapa de la selección, la triste conclusión es que ese tipo de jugadores tienden a ser reciclables, de quitipón. Hay que trascender un poco más, sobre todo en la llegada a gol. Por sus características físicas, González y Soteldo parten con desventaja en la época de Cristiano Ronaldo.

4) El café de los volantes de contención. En el fútbol moderno también se les llama volantes de primera línea y cumplen complejas funciones: no solo ensuciar la creación rival, sino anticiparse a su concepción misma, correr muchos kilómetros e incorporarse en lo posible al frente de ataque, sin ser necesariamente unos Rakitic (su fama es más bien de pataduras). En Barinas, un poco mejor Arles Flores (#8) que Arquímedes Figuera (#5), que siempre juega absolutamente igual en todos los partidos (lo que también tiene un valor sicológico ante toda la sismicidad que la ha tocado a Chita). Pero si Tomás Rincón no regresa, estamos graves.

5) El pollo de la táctica. Ya estoy fastidioso con el temita, pero tácticamente, la selección de Chita se me hace un bostezo de aburrimiento. Nunca hay variaciones más allá del esquema 4-4-2 o eventualmente el 4-2-3-1, ni siquiera por simple espíritu de aventura en un amistoso en el Llano en el que tu rival termina con nueve. El fútbol moderno (y dale) se caracteriza, con frecuencia, por constantes variaciones en el dibujo incluso en pleno desarrollo, según las circunstancias. Me divierte más, por ejemplo, el planteamiento abierto de Costa Rica, con su defensa de tres y un líbero. Cuando arrancó el partido, tuve la ilusión óptica de que era el dueño de casa.
Camarada Chita, disculpe que haga de Lorenzo Mendoza. Le dejo mi negatividad con el ánimo de contribuir a la positividad: no está en mi ánimo que lo revoquen en los próximos seis meses. De todos modos, de aquí a 2018, lo que nos queda es escasez pareja.

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