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Una victoria que no ofrece respuestas

La selección que dirige Noel Sanvcente consiguió el gol de la victoria en el último suspiro, con un rival que jugaba en minusvalía numérica desde el minuto 65. La victoria es anecdótica y las grandes preguntas de cara a lo que sucederá en este 2016 se responderán en los mismos partidos oficiales. 

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Si usted es de los que cree que la victoria no tiene sustituto, no pierda el tiempo leyendo el resto de estas líneas. Si por el contrario, es de los que espera que un partido de fútbol ofrezca múltiple lecturas, entonces quédese. A lo mejor encuentra alguna idea que lo represente. Porque la selección venezolana ganó, sí. Ganó por un error, de esos que abundan en la historia de la vinotinto. Tal vez esa sea la mayor noticia de este encuentro desnaturalizado por las dos expulsiones que sufrió Costa Rica (Johan Venegas y David Ramírez). El gol de Wilker Ángel, en el minuto 89, es anecdótico. Como también lo será este once y sus respectivos cambios.

Los jugadores venezolanos celebraron como si hubieran ganado un partido del premundial, mientras afuera del campo Noel Sanvicente no podía ocultar su molestia. No podía ser de otra manera. Las acciones colectivas en ataque de los locales se cuentan con una mano y sobran nudillos y uñas. Por el contrario y si quiere ver el vaso medio lleno, Venezuela tampoco sufrió en defensa. Aunque esta afirmación debe tener un asterisco: incluso jugando contra nueve, el portero José contreras sacó un disparo que se colaba desde el cielo.

Puede que la frase “jugar bien” se preste para muchas interpretaciones, pero está claro que hoy la vinotinto no lo hizo. Generó tan poco fútbol que de poco servirá este examen. ¿Hacía falta un amistoso para saber lo que podía hacer Yeferson Soteldo o Luis Cariaco González? Se les califica un punto por encima del promedio. Había, sí, mayor curiosidad sobre Mikel Villanueva. Es imposible afirmar si es una solución para el lateral izquierdo: apenas si se proyectó y el desarrollo del encuentro impide saber su funcionalidad en igualdad de condiciones.

Fue un partido mentiroso y del que sacar conclusiones sería engañarse. Venezuela no ganaba desde  el 14 de junio de 2015, cuando en la Copa América dio la sorpresa ante Colombia. Precisamente 1-0. Y no es casual que se repita el resultado. Existe una impotencia en ataque que no se cura con viagra. No importa si hay un chamito, como Andrés Ponce, o un veterano como Richard Blanco en el ataque, el bombeo de sangre falla. Una explicación podría ser que en el mediocampo falta una figura que tenga la claridad para filtrar un pase, aunque sea uno solo. Es más, si algo preocupa de esta selección es la ausencia de lo que hizo famoso al proceso de Richard Páez: irreverencia.

¿Está traumado el jugador venezolano? He aquí un buen tema para una tesis universitaria. En este encuentro contra los ticos todos parecían sufrir de rigidez. Sucede cuando enfrentas un escenario que te intimida o a un pasado que te congela. Esa tiesura se extendió hasta el cuerpo técnico. Pocas veces se ve a un estratega que finalice con una línea de cuatro defensas cuando el rival ha perdido a dos jugadores. La descarga luego de gol de Ángel fue una liberación. Incluso, si se revisa el video, se observa que hasta tres jugadores de la selección nacional partieron con ventaja en el cobro de Ángelo Peña. El gran pecado del portero Marco Madrigal, sin embargo, minimiza el error arbitral. El rebote terminó por “habilitar” a todos, hasta a los jueces.

El empate o una derrota habría oscurecido mucho más el panorama. Toda victoria embellece el camino. Como cuando sales de una gripe y encuentras el aire menos denso, así camines por una parada de autobuses. Tampoco puede olvidarse que el seleccionador apenas contó con un par de días para dar algunas órdenes. No obstante, que el árbol no tape el llano, aun cuando el encuentro fue en Barinas. El universo de jugadores que pueden viajar a Perú sigue siendo pequeño. Este encuentro lo evidenció mucho más. Ojalá la misión conciliatoria de Sanvicente por Europa haya surtido efecto.

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