Deportes

El desconocido mundo de las asociaciones estadales

Reunión en los sótanos del Estadio Nacional Brígido Iriarte. La recepción la brinda una oscura reja que señala la ubicación de las oficinas de la Asociación de Fútbol de Distrito Capital. Un espacio deteriorado donde el calor abrasa a quienes que se reúnen todos los lunes en la noche a preparar la jornada del próximo fin de semana. El griterío hace del espacio un pequeño mercado persa.

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Más de 100 clubes están debidamente inscritos en esta Asociación y en las escasísimas canchas de fútbol que se distribuyen en la ciudad Capital, se tienen que programar un sinnúmero de partidos de distintas categorías. Tienen ventaja los clubes, escuelas o academias que poseen un campo de juego propio. Los demás, serán siempre visitantes.
Este preámbulo, antecede a la “aparición pública” hecha por los representantes de las asociaciones estadales este fin de semana, que usando a la Federación Venezolana de Fútbol de por medio, fustigaron mediante un comunicado las declaraciones emitidas por Richard Páez en su presentación como candidato a presidir el máximo organismo del balompié en Venezuela. El ex seleccionador ha responsabilizado a estas instancias como parte del atraso en el desarrollo de este deporte en este país y el ente federativo, avalando dicho comunicado, adopta de forma directa una posición ante la postulación hecha por él.
Sin entrar en valoraciones de quiénes ganan sus sueldos en dólares o de si Noel Sanvicente efectuó una mala dirección técnica en la Selección, como expresa el comunicado de las asociaciones, es poco lo que se conoce sobre cómo trabajan, quiénes presiden y de qué son responsables estas 24 entidades sin fines de lucro.
Las funciones de las asociaciones estadales están expresas en el Artículo 20 de los Estatutos de la Federación Venezolana de Fútbol y no trasciende, en líneas generales, el espacio de ser pequeñas unidades que organicen y promuevan el fútbol en cada uno de los estados del país. El goce de una autonomía funcional es lo que provoca que en muchas de ellas los manejos y la administración no sean tan claros, al punto que en la revisión de la Memoria y Cuenta de la FVF no se expresa exhaustivamente el nivel de especificidad de las gestiones.
La perpetuidad de Rafael Esquivel por casi tres décadas en la presidencia de la Federación, es una característica que se refleja en las asociaciones. Gente que sabe del fútbol amateur, lo que todos conocemos como “zorros viejos”, los presidentes, están al frente de las entidades por largo tiempo (en su amplia mayoría) y los procesos eleccionarios y su control reglamentario, asegurado por delegados de clubes consultados para esta columna de opinión, no son claros. Incluso, hay algunas asociaciones donde la gestión administrativa de las autoridades es de plena índole política, como lo evidencia la organización de la Copa Gobernación del Táchira en homenaje al Capitán José Vielma Mora, efectuada en el estado Táchira, tres años hace.
Ciertamente, la poca claridad y divulgación en el manejo de las actuaciones de cada una de las asociaciones se deriva del escueto apoyo que les brinda la propia FVF. Se desconocen (o al menos no son públicos) los planes y proyectos que elaboran estas entidades para desarrollar el fútbol en cada estado y mucho menos, su cumplimiento. Los estatutos federativos y las propias reglas establecidas para la conformación de clubes permiten que no haya un control serio en el crecimiento de la actividad a nivel nacional. Por ejemplo: si usted desea inscribir un club profesional en una asociación, debe cumplir sencillos requisitos, entre los cuales no figura el poseer una cancha o instalaciones propias. De ahí que sobreabunden equipos que mendiguen espacios dónde cumplir sus compromisos o simplemente, poder entrenar.
Las limitaciones presupuestarias que arguyen las asociaciones para justificar los problemas relacionados a la masificación de la actividad en los estados o la organización de torneos están relacionadas también con la capacidad de financiarse que su autonomía permite. “Hay clubes que juegan una temporada completa y al final del campeonato es que cancelan las cuotas que les corresponden”, asegura una persona cercana a una de las asociaciones. El 1% anual de la taquilla de los equipos profesionales que les corresponden, son exiguos ingresos en un país donde la asistencia a los estadios de fútbol es pírrica.
La respuesta a los ataques de los candidatos a la silla de la FVF no es nueva de parte de las asociaciones. Hubo antes un comunicado ante las palabras de Tony Carrasco – el otro candidato mediáticamente oficializado- en enero pasado y, probablemente, habrá alguno ante esta columna de opinión.
Lo cierto es que este brote reaccionario, que admite en sus escritos que existen numerosos problemas en la estructura del fútbol nacional, evidencia que desde el propio seno de la Federación se prepara ya una coraza que, seguramente a través de una candidatura “oficialista”, intente mantener el status quo del Post Esquivelismo. El poder del voto de las asociaciones es abrumador: de un universo de 71 electores con derecho a sufragar para elegir al presidente, 24 corresponden a los presidentes de las asociaciones y otros 24 a los representantes de los jugadores amateurs de cada estado, quienes suelen ser elegidos para ser votantes por las mismas autoridades de los estados, lo que suma un total de 48, representando un 67% de los electores. Bastante fuerza para desequilibrar la balanza en los próximos comicios anunciados para marzo de 2017. ¿Usted siempre se preguntó por qué Rafael Esquivel fue reelecto durante 30 años? He ahí la respuesta.
Negar el esfuerzo que efectúan las autoridades estadales de fútbol para desarrollar la disciplina en sus regiones es pecar de intolerante. Sin embargo, el hecho de que su labor sea tan poco conocida o reconocida y sí muy criticada por los diversos ámbitos del mundillo futbolístico en el país, invita a replantear la función de que cada una de estas entidades al servicio de la FVF.
Que sus nombres y cargos suenen únicamente cuando el calendario anuncia elecciones, demuestra que hay mucha suspicacia sobre su gestión. Es la realidad de nuestro fútbol.]]>

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