Deportes

El año del "Lobo" (Guerra)

Publicidad

2016 está siendo un año extraordinario para Atlético Nacional. Supercampeón en enero de forma categórica y aplastante ante Deportivo Cali, el equipo verdolaga marcha segundo en el torneo doméstico y además, se ha convertido en el máximo favorito para levantar por segunda vez en su historia la sonora Copa Libertadores de América, en una edición en la que ha compartido con otros 14 campeones continentales.

La marcha del estratega Juan Carlos Osorio no influyó en el desempeño deportivo de un team armado para ganar todo por lo que compita. Reinaldo Rueda mantuvo el estilo de juego y solo disminuyó las rotaciones características del anterior técnico. Con algunos nuevos intérpretes, el baile verde sigue creciendo y en él tiene protagonismo un venezolano: Alejandro “Lobo” Guerra es la guía del ataque de un extraordinario plantel.

Pronto a cumplir 31 años, Guerra alcanzó el pico más alto de su carrera como futbolista en el cuadro colombiano. La madurez futbolística parece haberle llegado en una edad avanzada, sin demeritar todo lo hecho desde su debut en Primera División en 2003 con la camiseta de su Caracas querido. El de Lomas de Urdaneta nunca dejó de ser un futbolista diferente, pero le faltaba dejar su sello de importancia allá en los cuadros donde indiscutiblemente fue titular (hablando de Anzoátegui y Mineros).

Su salida al extranjero ha representado un elemento significativo en su consolidación como futbolista selecto. Lejos de sentirse presionado por la mayor exigencia que se le hizo al aterrizar en un club de indetenible crecimiento, la elevada competencia ha permitido desarrollar el depurado talento que llevaba Guerra en sus botines. Las rotaciones de Osorio le inyectaron savia para mejorar: «Cuando llegué y vi lo de la rotación traté de entender esa filosofía del cuerpo técnico anterior. Todos queremos jugar y sobresalir, y yo me dije a mí mismo que iba a esforzarme más para que me tomaran en cuenta. Una vez que sí estaba muy mal, pensé en dar un paso al costado, pero hubiera sido lo más fácil. Mi familia me dijo que tuviera paciencia y lo hice, se dieron las cosas. Espero seguir en este nivel para darle a Nacional la alegría de conseguir la Copa Libertadores», declaró al portal FutbolRed.com.

Ahora con Rueda, tiene libertades para desempeñar un rol que sabe cumplir (enganche libre) y despunta en su acoplamiento para funcionar como un tercer recuperador al momento de su equipo no tener la pelota. Atrás quedaron los tiempos en los que su nomenclatura exclusiva era ser jugador de banda y ahora le añadió más polivalencia a ser un simple extremo. Se ganó ser titular.

Rodeado de un grupo de futbolistas con ambiciones desatadas (Sebastián Pérez, Marlos Moreno, Víctor Ibarbo y ahora Andrés Ibargüen), Guerra sostiene en sus botines y diagonales las avanzadas hacia el arco rival. Su posición referencial en el campo no le impide desdoblarse en funciones de pivoteo, de progreso por los costados, de destapador de zonas y de goleador, de lo que sufrió Huracán la semana pasada. La puntería y la precisión en la definición han sido dos elementos que ha mejorado en su estadía neogranadina y hoy se puede dar el lujo de haber mandado al banco a un tal Macnelly Torres y a la grada nada menos que a Sherman Cárdenas. El mejor momento de su carrera, no queda duda.

Guerra atraviesa el camino que Luis Manuel Seijas cumplió en 2015 para un futbolista venezolano. Si el valenciano alcanzó un título internacional con Santa Fe y fue merecidamente parte del Once de América del diario El País, el “Lobo” prospera en un bosque donde los nombres propios escasean y, a punta de puro derroche de virtudes, se labra poco a poco un lugar entre los mejores del continente. El Índice de Rendimiento Toyota que califica por desempeño a cada jugador de la Copa Libertadores ya lo ubica entre los primeros trece del torneo, por debajo de varios jugadores cuyos clubes han quedado eliminados.

La asignatura pendiente para el catiense es su desempeño con la Selección Nacional. Con la explosión de nuevos valores en su zona de trabajo (Rómulo Otero, Juanpi Añor, Adalberto Peñaranda y hasta Jeffren Suárez), la exigencia se incrementa, luego de purgar las penas de ser acusado culpable directo de los errores que, sumados, dieron al traste tempranamente con las opciones mundialistas. Con nuevo seleccionador, recupera la misma ilusión que tenía en los comienzos de su mentor Noel Sanvicente al frente de la Vinotinto. La llegada de la Copa América Centenario y la presencia de Rafael Dudamel le vuelven a dar oxígeno al jugador venezolano en mejor forma en la actualidad.

De continuar en Atlético Nacional, el segundo semestre verdolaga también será internacional. Clasificado a la Copa Sudamericana 2016, la exposición mediática del mediocampista venezolano se mantendrá, en caso que una buena oferta de otro país no llegue a los despachos del cuadro de Medellín.

Este, sin duda, es el año del Lobo.

Publicidad
Publicidad