El Estímulo

Vinotinto: Paciencia, pasión y tiempo

Dos partidos son insuficientes para conocer tan si quiera las intenciones de esta conducción. Las urgencias y los tiempos del hincha no son iguales a los de aquellos quienes están encargados de construir.

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(Marco Bello/Reuters)

Primero lo primero. Ayer, en rueda de prensa, Rafael Dudamel aclaró que hubo un cambio en la fecha límite para la entrega de la lista oficial de jugadores convocados para la Copa América Centenario, y por ello llevó a Panamá al grupo de futbolistas descartados. No miente el seleccionador nacional, pero a su explicación hay que sumarle la situación por todos conocida en cuanto a la compra de boletos aéreos, y la necesidad de contar con un grupo amplio que permita que los entrenamientos cuenten con suficientes efectivos.

Dudamel fue cocinero antes que fraile. Sabe de la importancia de ir construyendo un sentido de pertenencia, y reconoce la ventaja que «lo improvisto» le ofreció: unos días más con los jugadores descartados le servirán a él y a todo su cuerpo técnico para ir conociendo de primera mano las características de estos jugadores, así como su personalidad individual y su integración a un colectivo. Aún cuando el tema no se discuta, el entrenador sabe que una selección no es un club, entonces estos días le servirán para asentar su idea en un grupo más amplio que el permitido para el torneo continental.

Quiero insistir en que la meta de esta selección es encontrar y luego consolidar un modelo de juego, una identidad. Como cualquier equipo, esto lo conseguirá en los entrenamientos y en la competencia. Competencia entendida como cualquier encuentro ante un rival, sea de carácter amistoso u oficial. Es por ello que el uso de futbolistas que no irán a la Copa no es un hecho tan alarmante como algunos quieren plantear. La selección ganará, empatará o perderá, pero ese impostor llamado resultado no debe tapar el bosque con un árbol.

Modelo de juego, ¿con qué se come eso? El profesor portugués Julio Garganta nos da luces para comprender la difícil misión de Dudamel:

«En el contexto del fútbol, hablar de modelo de juego es invocar a un conjunto de ideas, referencias/principios, que orientan a la intervención del entrenador y los comportamientos de los jugadores y de los equipos en búsqueda de la eficacia».

¿Ve, mi estimado lector, como esto es mucho más complicado que coser y cantar?

Pero hablemos del juego ante Panamá.

La titularidad de José Manuel Velázquez mejoró lo que parece ser una indicación del DT: hay que salir en corto desde el arco propio. El problema se presentó cuando los volantes centrales no apoyaron la intención de Wílker Ángel y Sema, lo que los obligaba a saltarse líneas con pelotazos largos que no generaban incomodidad alguna en los defensores panameños. Esto puede mejorar con el ingreso de Arquímedes Figuera y Tomás Rincón, pero alarma que futbolistas que se juegan una continuidad en el núcleo criollo no hayan comprendido la idea.

A la desconexión de los volantes centrales se le sumó la ausencia de un futbolista que enlazara las capacidades y las voluntades de Jeffren Suárez y Jacobo Kouffaty, muy alejados el uno del otro, salvo cuando el ex Deportivo Lara se corría unos metros hacia el centro. Lo mejor en cuanto a creación de sociedades por parte de la Vinotinto nació cuando el entrenador prescindió de un delantero en favor de otro volante ofensivo. Lo que nos devuelve a una interrogante tan vieja como el viento: ¿para qué sumar delanteros si no hay juego que los abastezca?

El juicio a Christian Santos y a Andrés Ponce se me antoja imposible. Ambos tuvieron que abandonar su zona para tener contacto con el balón, o, en su defecto, recibir a espaldas del arco, algo muy distinto a hacerlo perfilados, como recomiendan los que saben. Ninguno tuvo ocasiones de gol, y es por ello que se les observó más en funciones de volantes que de atacantes.

Siento necesario recordarle al lector que esta es una selección en formación. Apenas recorre los primeros momentos de la instalación de una idea, por lo que pedirle más a este grupo se me antoja como un gesto egoísta y ajeno a la realidad de los procesos humanos. Hay demostraciones individuales que dan mucho que pensar, pero al cuerpo técnico no se le puede pedir más. Insistiré en que el horizonte va más allá de la Copa, pero no por constituirme en defensor del ciclo, sino porque nadie construye un equipo, y menos una selección, en dos semanas. Este es un proceso que además tendrá que lidiar con una renovación, entonces lo mejor sería darle el beneficio de la duda antes que exigirle quedar campeón.

En el primer capítulo de Herr Pep, ese magnífico libro de Martí Perarnau que relata y examina el primer año de Guardiola al mando de Bayern Múnich, el autor coloca tres frases de tres personajes que creo le vienen como anillo al dedo al ciclo de Rafael Dudamel, así como al aficionado que quiere saltarse etapas con tal de celebrar un triunfo criollo: «necesitamos paciencia«; «necesitamos pasión«; «necesito tiempo«. Paciencia, pasión y tiempo. O lo comprendemos o seguimos naufragando.

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