El Estímulo

Para Argentina, el tiempo es un círculo plano

Dos finales de Copa América en años consecutivos no fueron suficientes para que la Argentina de Messi rompiera con lo que se ha convertido en una dura costumbre: caer sin saber por qué.

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(AP)

Hace un par de años, HBO estrenó la serie True Detective, obra maestra de Nic Pizzolatto, en cuya primera temporada brillaban las disertaciones filosóficas de Rust Cohle, un oscuro ex policía interpretado por Matthew McConaughey, al que rápidamente se le identificaba como lector, entre otros, del alemán Friedrich Nietzsche.

Siguiendo la línea del pensador germano, Cohle, durante un interrogatorio al que era sometido, intentaba explicar a los investigadores lo siguiente:

“El tiempo es un círculo plano. Todo lo que hemos hecho o haremos lo vamos a hacer una y otra vez y otra vez, para siempre, de nuevo”.

Matthew-McConaughey-in-True-Detective-Wallpaper

Aquel diálogo no era otra cosa que un homenaje a la obra de Nietzsche (La Gaya Ciencia y Así habló Zaratustra) y su creencia en el eterno retorno, una concepción que “considera que la vida que ahora vivimos ha sucedido con anterioridad y volverá a repetirse eternamente. Esta teoría fue sostenida con anterioridad por los griegos y por los hindúes. A diferencia del tiempo lineal que sugiere el cristianismo —formado por presente, pasado y futuro—, el tiempo sufrirá un efecto circular o cíclico”.

Según la misma fuente, la validez de dicho pensamiento reposa en el siguiente argumento:

«Esta teoría fue demostrada matemáticamente por Henri Poincaré, quien sostiene que existe 10^26 (1.000.000.000.000.000.000.000.000.000) posibilidades de que todo vuelva a suceder exactamente como lo estamos viendo ahora, y que probablemente ya hayamos vivido con anterioridad. Esto es debido a que en el universo existe una cantidad finita de materia: los átomos se volverán a unir de la misma forma que se unieron cuando todo empezó; todo esto ocurriría, según Nietzsche, de forma cíclica —o en un bucle eterno—».

Volvamos por un momento al fútbol.

Hace un año, con muchos elementos en común con el presente, el conjunto argentino se presentaba en la final de la Copa América de Chile con la posibilidad real de hacer historia. El material humano impulsaba la creencia de que la victoria era probable, y aquellas respuestas contundentes que tanto nos gustan sostenían que tras la derrota en la final del Mundial Brasil 2014, ese grupo de jugadores había aprendido la lección y  así lo demostraría en el campo.

¿Ve como todos y cada uno de nosotros nos equivocamos? Va quedando claro que en este mundo vale más hacerse notar por hablar idioteces que por mantener el silencio que aconseja la prudencia.

La idea de eterno retorno se refiere a un concepto circular de la historia o los acontecimientos. La historia no sería lineal, sino cíclica. Una vez cumplido un ciclo de hechos, estos vuelven a ocurrir con otras circunstancias, pero siendo, básicamente, semejantes”.

Repasemos un poco la historia reciente del seleccionado albiceleste en las etapas definitorias.

Tras la consecución de la Copa América de Ecuador 1993, la selección mayor de Argentina ha disputado y perdido las finales del torneo continental en 2004, 2007, 2015 y 2016, así como la final del Mundial 2014 y la de la Copa Confederaciones de 2005. Sería equivocado y ventajista hermanar semejante sequía al retiro de Diego Armando Maradona, entre otras razones porque “el Pelusa” jamás ganó el torneo continental.

Como protagonistas de esta dura etapa se encuentran nombres realmente imponentes, tales como Hernán Crespo, Juan Román Riquelme, Roberto Ayala, Juan Sebastián Verón, Carlos Tevez, Javier Zanetti, Pablo Aimar, Diego Milito, Javier Mascherano, Esteban Cambiasso, y como no, Lionel Messi. A ellos hay que sumarle distintos entrenadores de todas las filosofías posibles: Daniel Passarella, Marcelo Bielsa, José Pekerman, Alfio Basile, Sergio Batista y Gerardo Martino.

¿Ve, mi estimado lector, como cualquier intento de explicar tanta derrota no puede sostenerse en los paradigmas tradicionales? Es que el fútbol, ya lo decía Dante Panzeri, tiene su propia lógica, “dentro de una ley constante que señala que en su proceso y culminación es mucho más lo que se hace porque sale, que lo que se piensa y se hace”.

En la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede ser, nada cambia. Entonces, la muerte inventó la noción del tiempo para que crecieran las cosas que luego mataría. Y tu volverás a nacer, pero dentro de la misma vida que siempre has nacido. Detectives, ¿cuántas veces hemos tenido esta conversación? Quien sabe… Cuando se es incapaz de recordar nuestras propias vidas no se puede cambiar esas vidas, y ese es el insoportable y secreto destino de todas las vidas: estar atrapado en una pesadilla recurrente”.

Disculpe que no me haya limitado a lo futbolístico para intentar encontrar respuestas que expliquen tantos traspiés, pero si no pensamos en la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo, todos, incluso los más furibundos defensores de la banalidad, viviremos por los siglos de los siglos en esa terrible alucinación que Cohle, en representación del incomparable Nietzsche, nos advertía.

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