«No creo que vuelva a Etiopía. Mucha gente dice que no sería bueno para él», explicó a la AFP su agente, Federico Rosa.
A la llegada a la capital, Addis Abeba, de la delegación etíope, un periodista de AFP presente en el aeropuerto constató que Lilesa no se encontraba en el avión.
Rosa, que vive en Italia y representa a Lilesa desde hace tres años desconoce los planes inmediatos del deportista una vez abandone Rio de Janeiro.
«No puedo decir nada seguro porque no he hablado con él desde una conversación muy corta que tuvimos justo después de su carrera», explicó ante varios medios señalando una petición de asilo en Estados Unidos.
El domingo por la mañana, el maratoniano, plata en Rio-2016, había pasado la meta cruzando sus brazos en el aire, un gesto utilizado durante las recientes manifestaciones antigobierno violentamente reprimidas en Etiopía.
Durante la ceremonia de medallas volvió a repetir su gesto y declaró luego en conferencia de prensa que temía regresar a su país luego de su acto de protesta «contra la actitud del gobierno hacia los Oromo», una de las dos principales etnias del país, que representan casi el 60% de la población, de la que Lilesa forma parte.
El lunes, el gobierno había asegurado que Feyisa Lilesa no se vería afectado por sus gestos públicos.
Los Oromos se manifiestan regularmente desde noviembre de 2015 contra un proyecto de apropiación de tierras, abandonado finalmente por las autoridades.
Otros grupos, como los Amhara, se unieron a estas protestas, que según las oenegés dejaron decenas de manifestantes muertos en las regiones de Oromía y Amhara, en el sur del país.
En Río, Feyisa Lilesa había confesado tener «íntimos en la cárcel en el país».