Deportes

Más televisión y más debate en el fútbol venezolano

 La llegada de Tomás Rincón al fútbol de élite es sin duda alguna un hecho que será recordado por las próximas generaciones. No es descabellado trazar un paralelismo con la aparición de Alejandro Carrasquel en las Grandes Ligas de Béisbol. Lo que tampoco podrá borrarse de nuestra historia es que semejante hecho, me refiero al paso más grande que futbolista alguno nacido en nuestro país ha dado, no fue analizado propiamente por la TV.

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Foto: www.goal.com

Sólo con el paso del tiempo se podrá dilucidar si lo del tachirense fue un primer paso -lo que lo convertiría en la versión futbolística del “Patón”- o si, por el contrario, fue simplemente una muestra de talento individual, constancia y rebeldía. Su debut con la Juventus fue seguido por todo el país gracias a la TV satelital o por cable. Pero faltó algo, y es que, al fútbol, nos guste o no, también se juega antes y después de los partidos. Así como es necesario repasar las actuaciones arbitrales, los cambios hechos por los entrenadores y cualquier otra situación propia del juego, también se hace impostergable el seguimiento de la carrera de los protagonistas. En el caso de Rincón, era sumamente importante mostrarle a los jóvenes que la consecución de semejante logro no fue producto de la casualidad.

Antes de continuar es necesario aclarar lo siguiente: nadie en su sano juicio puede obviar los grandes esfuerzos de la televisión regional en nuestro país, ya que históricamente han sido estos medios el verdadero sostén mediático de esta disciplina. La referencia entonces está dirigida a la gran televisión nacional, esa que llega a todos los hogares, la misma que tiene innumerables lazos con el “gran negocio”.

Ese ente etéreo conocido como el “gran negocio” es el gran enemigo del seguimiento de la actividad, no en vano, para los dueños del espectáculo, los medios de comunicación son “amigos” en tiempos de hacer promesas y “enemigos” cuando toca recordar el incumplimiento de las mismas. Esto es así y no va a cambiar; al poder jamás le ha interesado reconocerse débil o incapaz, su objetivo primordial es seguir siendo poder a como dé lugar.

El fútbol dejo de ser en Venezuela una actividad que rellenaba espacios en la programación de esos canales. Meridiano TV dio pasos agigantados y mostró el camino, aún con limitaciones ajenas a su voluntad; Sport Plus intentó darle mayor jerarquía, algo que DIRECTV mantuvo. Hoy, sin duda alguna, hay un esfuerzo sin parangón por parte de TELET y todas sus televisoras aliadas por llevarle al país la mayor cantidad de partidos por semana, lo que acerca a Venezuela al primer mundo, o, mejor dicho, a la normalidad futbolística. Pero hace falta más y esto lo saben los dueños del gran negocio.

Por los momentos, el nuestro es un fútbol en el que no se discute, no se analiza, y por ende, vive en la oscuridad de las redes sociales, sin que esto signifique avance o progreso. No hace mucho, convivieron hasta tres programas de análisis, quienes contaban con imágenes de cada jornada y a partir de ellas podían revisar y discutir lo sucedido. Eso se perdió. Sería arrogante enumerar las causas de esta ausencia, pero tampoco puede olvidarse que a los representantes del gran negocio les incomoda la crítica, tanto como que se ventilen realidades que ellos se esfuerzan en tapar.

Entonces, si comparamos nuestra realidad con la de nuestros vecinos (Colombia, Brasil, Argentina, Uruguay, Perú, etc.,), con el modelo adorado por algunos (México) o con ese primer mundo al que se quiere apuntar (España, Inglaterra, Italia, Francia y Alemania), queda claro que algo falta y que algo no se entiende, porque, aunque les duela a los dueños del circo, es la TV la que masifica una actividad como el fútbol. ¿Hubiese existido el «boom Vinotinto» sin las transmisiones y seguimiento hecho por la TV? Creo que la respuesta es clara.

No es el fútbol el único deporte que ha crecido gracias a la aparición de la televisión. El Campeonato Mundial de Ajedrez de 1972, protagonizado por Bobby Fischer y Boris Spassky constituye un gran ejemplo de como, gracias a la televisión y sus espacios de análisis, un evento puede crecer hasta el punto de convertirse en eterno. Pero en nuestro caso, en el balompié criollo, hay temor, miedo de que no obstante los enormes esfuerzos propagandísticos, un programa desnude realidades como cuántos equipos poseen canchas propias de entrenamiento, o cuántos de ellos están al día en sus obligaciones contractuales, por citar sólo dos ejemplos.

El «gran negocio» se niega a reconocer que uno de los grandes motores de este juego es que el mismo se juega toda la semana y no sólo los días de partido. En la propia FIFA se admite que el crecimiento de la actividad tiene en la debate a uno de sus grandes pilares: todo lo que se vive antes y después de cada duelo motiva a ir a los estadios, a ver partidos por TV y hacer bueno todo lo referente al mercadeo. Por supuesto que la referencia no tiene que ver con estos shows de mal gusto en los que abundan los gritos y la banalidad, sino con aquellos en los que el fútbol es el protagonista. Gracias a lo que se presenta en esos espacios, nos guste o no, es que la tecnología ha sido aceptada en este tradicional deporte; tanto argumentar y razonar sobre goles mal anulados o sentencias arbitrales erróneas impulsó a la International Board a buscar nuevas soluciones. Incluso, la conveniencia o no de esta medida es motivo de análisis, justamente lo que no se da en nuestro país.

Repasemos la realidad criolla: existen dos diarios deportivos que lidian permanentemente con la escasez de papel; hay también suficientes opciones radiales, pero faltan espacios en la TV, esa que muestra imágenes, la que soporta los testimonios de los periodistas y analistas, la misma que desde el Mundial de 1970 ha impulsado al fútbol hasta estos tiempos de hipertrofia y súper exposición. Fue la televisión la que ayudó a que Pelé, Cruyff, Maradona, Ronaldo, Messi, Cristiano y muchos otros superaran mediáticamente a sus antecesores en el inconsciente colectivo. Estudiar al Brasil de 1970 o a la Holanda de 1974 es un ejercicio al alcance de todos gracias a los registros televisivos, no así la “Máquina de River Plate” de los años 40, época de la que hay poco o nada en video.

Hay quienes aun viviendo del fútbol desestiman su historia y su evolución. Estos militantes de la banalidad y la barbarie no comprenden que la transformación del juego que les da de comer se ha sostenido en el tiempo a través de la transmisión de distintas ideas y filosofías. Y es gracias a la TV que hoy en día se puede examinar a qué juega el Real Madrid de Zinedine Zidane o por qué el Zamora FC ha sido el dominador reciente de la primera división criolla.

No soy quien para determinar si somos o no una sociedad futbolística, y para serle sincero, el debate me parece superfluo. Sí siento que para que la masificación de esta actividad sea una realidad y no un sueño húmedo es necesario que desde la TV se ponga la lupa en los arbitrajes, en las deudas, en las pretemporadas, en el antes y el después de los partidos, y como no, en los momentos trascendentales, tales como la llegada de un venezolano al campeón italiano, algo que hasta hace unos meses parecía una utopía.

Ojalá que el triunfo de Tomás Rincón sea también un impulso para aquellos que sí quieren que el fútbol en Venezuela abandone el gusto por la clandestinidad.

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