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Saquemos el discurso patriota del juego de la Vinotinto

La selección de Venezuela sub 20 derrotó 2-0 a Alemania y dio un paso enorme en su meta de trascender a la siguiente ronda en el Mundial que se celebra en Corea. La importante victoria debe enmarcarse en un contexto específico, el de la competencia, pero ojo, no es sano cargar a estos chamos con la obligación de "darle alegrías al país". Si aparecen resultados positivos no se debe olvidar que son gotas en el océano.

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Fotografía: EFE

La victoria ante Alemania seguramente marcará a nuevas generaciones. Así sucede con cada triunfo en un país que está acostumbrado a las derrotas. Las estadísticas hablan por sí solas, y como consecuencia,Venezuela celebra una clasificación a un Mundial juvenil como si fuese la mayor proeza de su historia debido a los continuos fracasos de la selección mayor. Es natural entonces que vencer a rivales, que regularmente se organizan mejor, se sobredimensione. Ya se ha vivido antes y el nacionalismo termina cargando a los jugadores, que no tienen la culpa del desastre económico y político que vive el país, de obligaciones que exceden sus responsabilidades.
De hecho, si ponemos la lupa en la preparación de esta sub 20, la FVF queda en evidencia. Me explico, cada vez que la Federación invierte en una selección las distancias con sus pares, de mayor nivel competitivo, se aminoran. Se trata de una cadena: la dirigencia cumplió con lo que siempre debe cumplir y luego los jugadores y el cuerpo técnico respondieron. ¿Cuánto durará Rafael Dudamel? ¿Por cuánto tiempo habrá dinero en las arcas para estas preparaciones? ¿De qué depende que la inversión sea continua? ¿De la presencia de Pedro Infante, presidente del Instituto Nacional de Deporte, en la Vicepresidencia de la FVF? ¿De la presidencia de Laureano González? Hace mucho tiempo César Farías gozó con el mismo apoyo, moral y económico, y todos sabemos cómo terminó eso.
¿Por qué traemos a colación lo anterior? Porque no debemos olvidar que antes del comienzo de este torneo, la FVF, conjuntamente con la televisión, se vio inmersa en un bochorno descomunal cuando los jugadores querían rendir un minuto de silencio por las víctimas asesinadas durante las manifestaciones que se realizan en el país contra el presidente Nicolás Maduro. A regañadientes y debido a la insistencia de los propios protagonistas de la disciplina, los futbolistas, se terminó aceptando la iniciativa.
¿Se debe celebrar la victoria ante Alemania? Por supuesto que sí, pero de allí a elevar el triunfo como un bálsamo de lo que estamos viviendo es una desproporción. Nuestro conflicto es completamente ajeno a lo que sucede en Corea. Allá están unos muchachos ejerciendo un trabajo, para el cual se han preparado. Se aplaude, además, que estén concentrados en este torneo cuando muchos deben tener a familiares en las calles, protestando o buscando alimentos y medicinas. Un triunfo, por lo tanto, no va a cambiar nuestra realidad, tampoco una derrota. Dejemos de cargarle con responsabilidades a estos muchachitos cuando la solución no pasa por lo que ellos hagan o dejen de hacer.
La agresividad en las Redes Sociales se pudo evidenciar ayer, cada vez que Ronaldo Peña fallaba una jugada o Adalberto Peñaranda perdía un balón. Es esa misma jauría la que luego los elevó a la etiqueta de héroes. Esa inmadurez es la que debemos combatir. Son jugadores de fútbol, ni más ni menos. La celebración del primero, ante Alemania, refleja cuanta presión puede acumular un chamo que recién está dejando la adolescencia. Ignacio Benedetti, analista de El Estímulo, reflexionaba al respecto y concluía que el delantero no había dejado de hacer lo que venía realizando en partidos anteriores, solo que ahora por fin se le dio el gol.
Pero además es falso que resultados positivos en esta categoría deriven automáticamente en una evolución. Brasil, por ejemplo, que ha sido campeón en cuatro oportunidades, fue subcampeón en 2015 y a pesar de ello, entró en una crisis de juego y resultado en la representación mayor que no se solucionó hasta la llegada de Tité en junio de 2016. Ghana, que fue subcampeón en 1993, cuarto en 1997 y otra vez segundo en 2001, no clasificó a un Mundial de la absoluta hasta 2006. Desde entonces, sí, hay que decirlo, es un habitual entre los representantes africanos, aunque solo una vez llegó a cuartos de final, cuando fue eliminado por Uruguay, que nunca ha ganado el sub 20.
Argentina es el equipo que más ha obtenido el torneo (seis veces)  y sin embargo hoy su presente, y a pesar de contar con el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, está hecho de gelatina. Y no solo en la de mayores, las selecciones menores han ido en franco declive, una de las consecuencias de la mafia que existía en la AFA, el hermano mayor de la FVF.
Venezuela tuvo un buen segundo tiempo. En el primero volvió a mostrar esa gris imagen que dejó en el Sudamericano. Venció al enemigo, por nombre, más encopetado. Si bien esta Alemania clasificó a última hora, en el quinto puesto, después de vencer en penaltis a Holanda, la estructura organizativa establece grandes diferencias con respecto a la Vinotinto. Hay un punto allí para Rafael Dudamel. El estratega, con el cual no comulgo en puesta en escena pero respeto como encargado de esta generación, debe ser reconocido por lo conseguido. Siempre dentro del contexto deportivo.
El negocio del fútbol ha conseguido expandirse al hacernos creer que 11 individuos representan a todo un país. En esto tiene que ver mucho el concepto de glocalización, que explica como “lo local” está socialmente construido con referencia a los procesos globalizadores. Pero esto es materia de otra columna. En todo caso debemos estar alertas al uso casi religioso que hacemos de los logros de la Vinotinto. Preocupa que jóvenes como Ronaldo Peña puedan olvidar que esto es un simple juego, que nació para disfrutarse. Se perderá, se empatará o se ganará. El resultado no los convertirá en héroes libertadores o villanos traidores. Son venezolanos que están ejerciendo profesionalmente lo que aprendieron a hacer desde niños.]]>

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