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El equipo que cambió todo un deporte

Los Warriors de Golden State son el mejor equipo deportivo del planeta. Que la afirmación no engañe: es un tema completamente subjetivo, pero cuando saltan al tabloncillo el mundo marcha a un ritmo distinto, a ese que dicta Steve Kerr y que sus pupilos entienden a rajatabla. Hoy no existe estructura que más se disfrute que el cuadro californiano.

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Fotografía: AP

Marcar una época no es cosa nueva en la disciplina. Desde los Celtics de Bill Russell en la década del 50, la NBA ha contado con varias franquicias a la cabeza del grupo en su debido momento; sin embargo, estos Warriors van más allá. El presente está marcado por una dinámica distinta, en la que la pintura está en peligro de extinción para darle al perímetro fortaleza en un juego para tiradores. Sobre esto reside el mayor peso del éxito de Golden State, pues, en apenas unos pocos años cambiaron el baloncesto.

Todos quieren ser como ellos. Ahora el triple es el tiro por excelencia, la transición debe estar cronometrada en tiempos bajísimos y los 100 puntos por juego parecen cifras débiles si se quiere luchar por el título.

El pasado 24 de octubre, Stephen Curry anotó 51 puntos contra los Wizards de Washington. El 26, Kevin Durant endosó 41 a los Knicks de Nueva York. El 29, Klay Thompson sumó 52 contra los Bulls de Chicago, juego en el que estableció una marca de triples en un encuentro, con 14. Los números son no más que un chiste al lado de las formas: cuando estos tres están a tono, hasta los Globetrotters de Harlem sacan lápiz y papel para tomar notas.

Sin contar ni menospreciar al resto de la plantilla, el trío de piezas conforman una unidad indetenible. Volviendo con la subjetividad, Curry llega a cada juego con el calificativo de mejor tirador de la historia, Durant como uno de los mejores anotadores y Thompson, reafirmado por su actuación ante los astados, como el más letal cuando está enrachado. Son francotiradores con el espíritu de un niño que no entiende que se trata de una obligación; este es simplemente un juego en el que se divierten como nunca mientras sus contrarios sufren al no poder detener tal maquinaria.

La esencia tiene un claro patrón que sale a relucir cuando se da el salto entre dos. Los rivales ya empiezan en desventaja y la defensa, por más férrea que sea, debe hacer el compromiso de su vida para tener un poco de esperanza; de lo contrario saldrán humillados.

No hay conjunto que pise más fuerte, pero tampoco uno que divierta más. El deporte es el hobby de sus jugadores, no su trabajo. Por eso los Warriors son históricos y por eso también son odiados.

Los Celtics de Russell, Lakers del Showtime, Bulls de Jordan. Traigan a la cita a cualquier equipo, a cualquier dinastía; eso sí, aclárenles antes que existe una sola certeza al momento de jugar: hoy no serán ellos los favoritos.

Los Warriors cambiaron el baloncesto. Los Warriors son el baloncesto.

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