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Brasil campeón: “Los huevos” de Suramérica, a la baja

Durante el pasado fin de semana, justo antes de la final de la Copa América, pude disfrutar de las finales de la Liga Pipo Rossi de Caracas en la categoría Sub 10. Estuve cerca de la “arenga” que un técnico le daba a los chamitos de uno de los equipos antes de salir al campo y les pidió que respondieran con un grito fuerte a su pregunta: “¡¿Cómo se ganan los partidos?!”, a lo que los pequeñines contestaron: “¡Con huevos!”. Todo mal.

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FOTOGRAFÍA: Cortesía

Esa premisa en categorías formativas es el punto de comienzo de los episodios que hoy vivimos en el fútbol continental. Ya el Mundial de Rusia (yo aseguraría que mucho antes, desde incluso un lustro atrás) nos advertía que el viejo continente viene trabajando con otros matices para desarrollarse y ser competitivos. Selecciones como Francia, Croacia, Bélgica y hasta la misma Inglaterra demostraron que el juego colectivo está por encima de cualquier individualidad y que el trabajo de las ideas tiene mejores consecuencias que el de la lucha y la brega, o dicho más claro, que el de los “huevos”.

En la grisácea Copa América que acaba de culminar, Brasil se mostró muy por encima del resto de los rivales continentales y a mi criterio se debe al trabajo de su cuerpo técnico. A nivel de clubes, Tite ya había logrado títulos y buen juego con planteles sin nombres rimbombantes y esto lo ha trasladado a la selección. Sin Neymar, el único fuera de serie que tiene hoy día Brasil, conquistó la Copa con el esfuerzo esperado, sin más ni menos. Que un defensor como Dani Alves haya sido seleccionado el mejor jugador, demuestra que el espíritu colectivo prepondera en esta nueva Brasil. ¿Otra forma de demostrarlo? Entre ocho futbolistas se repartieron todos los goles de una selección que partía en la lógica para ser campeona.

La canarinha no mostró fisuras, a pesar que muchos esperan algo más en cuanto a juego de este equipo, pero es que tampoco tiene un plantel descollante. Sus futbolistas son figuras en los mejores clubes del mundo, pero no traspasan el límite para alcanzar a nombres como el del ausente Neymar. El juego defensivo (Alison sólo recibió un gol y de penal en todo el torneo) se complementa en su integridad con un grupo que se muestra potentísimo en la zona de recuperación – distribución y letal en un muy dinámico ataque.

Ahora, amén de Brasil, el resto de los países parece ir a la baja. Pocas noticias agradables dejó la Copa América. Quizá Colombia, con un nuevo técnico como Carlos Queiroz, mostró poderío y nuevas ideas en el campo, pero no le bastó para ser trascendental, para alcanzar el medio que le falta para el Bolívar, una vez más. Y es que a la selección cafetera nadie le puede negar su buen juego, su buen fútbol, pero le sigue faltando ser determinante en cuanto a resultados se refiere para cumplir. Pasó con Pékerman todo el tiempo que estuvo y con el técnico portugués también arrancó igual.

En Argentina se ilusionan con lo visto en los dos últimos partidos pero a mi criterio no me parece suficiente para competir en todos los planos con selecciones como la mismísima Brasil. Mientras hoy los pupilos de Scaloni siguen culpando a los árbitros y amenazan con abandonar su Confederación, su juego parece haber mejorado pero sigue sin bastarle para romper el maleficio de los subcampeonatos convertidos ahora en eliminaciones tempraneras. A mí modo de ver, se desvía la atención sobre la real evaluación del juego de Argentina con toda esta payasada montada en torno a los fallos arbitrales que sí, realmente le perjudicaron, pero que no será la esencia del contenido del análisis de su juego, ese donde los famosos “huevos” siguen siendo protagonistas.

Como añadidura al tema del nivel de juego de las selecciones distintas a Brasil en el continente, preocupa el enorme retroceso visto en el desempeño arbitral, pero sobre todo en el polémico uso del recurso del VAR. Esta Copa América devolvió las dudas sobre la video asistencia en el arbitraje y demostró que pese a inmiscuirse la precisión de la tecnología en la toma de decisiones, sigue siendo muy subjetiva la interpretación que los árbitros quieran darle a cada jugada en la revisión de las repeticiones. Conmebol quiso mostrarse trasparente y ha terminado sobradamente manchada, de nuevo.

Vuelvo a poner el énfasis en el juego: el desempeño general de las selecciones ha sido pobre y preocupa de cara a lo que viene. Hay países que están en pleno procesos de cambio generacional y otros con noveles cuerpos técnicos, pero el juego sigue siendo a la baja. Pocos equipos (salvo Colombia y, obviamente, Brasil) han mostrado un real progreso que se refleje en los resultados. Equipos que jugaron mejor que sus rivales y se fueron eliminados, selecciones estancadas que no terminan de despegar y otras como Venezuela que tienen mucho material para dar más de lo que mostraron, revelan que la comisión técnica de esta Copa América debe haber prendido las alarmas y tendrá que elaborar un marco de recomendaciones que adviertan el estancamiento de las ideas y las propuestas en el fútbol de este lado del mundo.

Como se sabe, el problema es de base y pese a muchas circunstancias imponderables, la necesidad de dar un vuelco en el criterio de formación y desarrollo en el fútbol es inmediata. Ideas frescas, adaptabilidad a los cambios, aceptar la evolución: el fútbol suramericano se está quedando en el aparato y el cambio debe ser radical.

Eso de “los huevos” ya va quedando en ridículo.

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