Deportes

Moisés Labrador, un ciclista BMX Freestyle que sueña con rodar en París 2024

Lo que a Moisés Labrador el fútbol le quitó, el BMX Freestyle se lo devolvió al máximo: pasión y adrenalina por una disciplina. Ahora lucha por conseguir recursos para viajar y sumar puntos que le permitan acercarse a una Copa Mundo o los Juegos Olímpicos. En esta nota el equipo cuenta su historia

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Una bicicleta pesada y llena de polvo. Canilleras de fútbol y zapatos viejos para protegerse de los golpes. Trucos sencillos y varias caídas. Ese fue el inicio de Moisés Labrador en el ciclismo BMX.

No era un deporte que desconociera. De vez en cuando, Daniel Dhers aparecía en su televisor y le parecía interesante lo que hacía, pero hasta los 18 años de edad, no se imaginó ejecutando un salto mortal para aterrizar sobre una rampa de madera.

El deporte lo tomó por sorpresa y su desempeño fue creciendo con la práctica. En los últimos campeonatos nacionales ha ocupado el tercer y cuarto puesto. Foto: Daniel Hernández

Convertirse en ciclista llegó con su mudanza a la parroquia El Paraíso en el 2017: «A mi papá le gustan los deportes extremos y él me decía que aquí había uno (el skatepark Club de las Naciones Unidas). Yo una vez vine a ver y conocí a todos los muchachos. Desempolvé la bici y empecé a venir. Todo me fluía. Intentaba hacerlo y me salía».

El hecho de que los trucos se le dieran sin tantos errores lo motivó: «Después ya no fue un hobby. Comencé a venir en la tarde. Dije que iba a montar bici. Lo tomé como que este iba a ser mi deporte y es lo que quiero».

Volverlo a intentar

Antes de que dos ruedas y pedales fueran su día a día, un campo de fútbol y un uniforme llenaba las expectativas deportivas de Moisés.

Comenzó a practicar fútbol a los 13 años de edad. Entró al Caracas Fútbol Club y rápidamente sus entrenadores se dieron cuenta de que era veloz y hábil. Con el tiempo descubrió su posición: delantero y extremo.

Moisés empezó con una bicicleta pesada que no le permitía hacer los movimientos correctamente, pero eso cambió con el tiempo. Foto: Daniel Hernández

Pasó cinco años entregado al balón, pero antes de cumplir la mayoría de edad se lesionó y el sueño de ser futbolista de primera división se paralizó. Esa fue su gran desilusión.

«Primero me lesioné. Luego me hicieron exámenes y todo salía bien. Yo subía a la sub 18 y sub 20 nacional, pero había una muchacha que tenía un cargo directivo y me mandaba a bajar de categoría porque y que yo era muy pequeño. Eso me desanimaba. Pero yo era muy bueno. Como era pequeño, hacía los goles de cabecita. Eso era una locura. Lo dejé y se dio la bici y aquí estoy», cuenta Moisés.

«Este deporte es muy caro y no hay apoyo. Todo sale de nuestros bolsillos», dice Moisés. Foto: Daniel Hernández

Moisés recuerda que empezó a ser constante y eso le hizo aprovechar la experiencia del resto de sus compañeros. No había entrenador, pero sí videos de YouTube y eso le ayudó a perfeccionar cada truco en el skatepark. Varios meses estuvo dándole con fuerza a la pesada bicicleta, sin embargo la migración también llegó a su vida.

«Yo empecé este deporte y como a los seis meses me fui a Dominicana. Me fui porque todo el mundo se fue y estuve por allá casi un año y cuando regresé, comencé a entrenar. A comienzos del 2019, como en marzo, hubo una competencia y yo era principiante todavía y quedo como de tercer lugar y dije: ‘Tengo con qué, puedo seguir dándole'», relata.

Pedalear con lo que hay

Darle a los pedales todos los días, por varias horas, hizo a Moisés caer en cuenta de dos cosas. Uno, la bicicleta de su infancia no serviría para progresar adecuadamente. Dos, armar una nueva le iba a costar caro: sus panas le dijeron que en Venezuela no se conseguían los componentes y había que importarlos de Estados Unidos o Colombia.

«Una bici buena te sale en 1.500, 2.000 o hasta 3.000 dólares, depende de los componentes que le pongas», explica Moisés.

Su bici actual no tiene nombre, pero es lo que siempre soñó para rodar en torneos internacionales. Foto: Daniel Hernández

En su caso, le tomó tres años importar los componentes de Estados Unidos. Primero el cuadro, luego los pedales, las ruedas, los cauchos y así sucesivamente hasta llegar a tener una bici que cumpliera sus expectativas y lo que exige el deporte.

Mirando a su bicicleta morada brillante dice: «La bici de mis sueños siempre la quise así y ya tengo todo lo que siempre he querido, pero se puede dañar una pieza y hay que hacerle cambios (…) Es una bici profesional. Ya tiene todos los componentes necesarios para ir afuera (a competir)».

Todos los días Moisés intenta entrenar y si no sale a rodar, por lo menos estira en su casa: «Tienes que mantenerte activo y comer bien. Es difícil». Foto: Daniel Hernández

Pero ir afuera no es tan fácil como suena y los riders lo saben. En Venezuela el apoyo al BMX es reducido y cada uno debe reunir el dinero para sumar los puntos que los podrían volver candidatos a los mayores campeonatos o eventos deportivos: la Copa Mundo de BMX y los Juegos Olímpicos.

Competir para sumar puntos

Moisés Labrador relata que se ha inscrito en cada competencia que puede para medir el nivel que existe y ganar reconocimiento.

En sus primeros años participó en torneos C1 dentro de Venezuela y ocupó el cuarto lugar, esas competencias le sumaron puntos que posibilitaban su ida a una Copa Mundo de BMX. Luego quiso probar una experiencia internacional y viajó a Colombia para competir en un torneo en Cúcuta: «Lo hice para medirme, para ver el nivel de otros riders«

«Ya esos puntos se borraron y tengo que ir a competir. Empezar con campeonatos C1, campeonatos nacionales, (…)y a partir de 50 puntos puedo ir a una Copa Mundo, que se hace en Francia», dice el ciclista. Sin embargo, le falta lo mismo que a numerosos atletas venezolanos han denunciado: dinero y apoyo federativo.

Moisés y sus amigos BMX riders no tienen un entrenador. Todo lo aprendieron viendo videos de YouTube y a sus referentes venezolanos. Foto: Daniel Hernández

«La Federación sabe que existo porque me han visto competir, pero escoge nada más a dos personas y ya están. La única manera de que yo entre sería quedando de segundo o primero. Pero de primero está Daniel Dhers, y tiene más recorrido que yo. De segundo, Edy Alviarez, su compañero», explica Labrador.

«Aquí hay demasiado talento, pero no hay apoyo», dice Moisés. Foto: Daniel Hernández

¿Por qué solo dos si en otros países hay más hasta cinco riders? La Federación de Ciclismo nunca ha respondido eso a los ciclistas: «(…)ellos saben que hay más gente, que hay mucho talento, pero ni pendiente de apoyar».

Por eso a Moisés hace lo mismo que los demás: tocar puertas a ver si alguien quiere patrocinarlo, trabajar horas extras para conseguir más dinero, o simplemente quedarse sin participar.

«Me han escrito marcas, pero nunca concretan. Aun así, yo no me achicopalo», expresa el ciclista. Foto: Daniel Hernández

«Donde he tocado la puerta, me dicen que en estos momentos no, que están full de atletas o cosas así. (…) La mayoría de las veces viajo por mi cuenta, trato de reunir por allá y por acá. He hecho Gofundme y también los videos en Instagram y eso me ha dado como cierto alcance», señala.

Moisés es claro al hablar de esas situaciones: «Yo no me achicopalo, sino que voy y toco otra puerta o por mi cuenta (consigo el dinero).El primer año que empecé fui a Cucuta y quedé de segundo por allá. Eso me lo financié yo y un restaurante (@algoandinoccs) me apoyó porque solo estaba entrenando. Ellos me daban la comida y estaban pendientes de mí, y la alianza sigue».

Probando nivel

En los últimos meses, Moisés ha entrenado más duro porque algo cambió luego de que Daniel Dhers se quedara con la medalla de plata en los JJ.OO 2021: «Eso hizo que el BMX fuera más vistoso. Se ha unido más gente, personas que no estaban montando volvieron a montar».

Labrador lo confirma porque ahora ve más chamos sacando bicicletas para intentarlo: «Hay nivel. Yo fui a practicar a Chacao y unos papás me pidieron que ayudara a su hijo, como de cinco años, y lo hizo bien. Ahora veo interés».

Para él eso no solo es emocionante, sino que se traduce en un reto porque debe medirse con otros en cuanto a rendimiento, rapidez y capacidad de hacer trucos.

«Siempre hay que medirse. Hay más gente montando desde la medalla de plata de Daniel Dhers», admite Moisés. Foto: Daniel Hernández

De hecho, para eso tiene un equipo: «Yo me la paso con un grupo de cinco, y somos los que viajamos, aprendemos nuevos trucos juntos y a veces nos planteamos ‘mira vamos a tal parte un día’ (…) porque todos los parques son diferentes, en todos tenemos que aprender a rodar».

Las últimas competencias a las que ha asistido fueron en Valencia y Barquisimeto. Ninguna le sumó puntos, pero le sirvieron para evaluar a otros ciclistas BMX del país: «(…)nos tenemos que medir porque yo estoy aquí y no sé quién está allá entrenando».

La próxima meta: medirse en un campeonato internacional

Moisés actualmente está en el décimo semestre de la carrera deAduanas y Comercio Exterior en la Escuela de Hacienda. Solo debe presentar su tesis para obtener el título. Es una meta importante, pero así como alguna vez lo fue el fútbol, su sueño es convertirse en un ciclista de BMX Freestyle de talla internacional e intentar reunir los puntos participar en los próximos JJ.OO de París 2024 o la Copa Mundo.

Ya ha revisado cuáles son las competencias a las que debería ir en el calendario de la Unión Ciclista Internacional (UCI), pero no todas son accesibles. En algunos países donde hay movida BMX Freestyle, como Costa Rica, le piden visa y en Venezuela no hay embajada. Otros son más lejanos y simplemente, no hay dinero.

Moisés necesita ayuda para llegar a Perú y competir en el Sudamericano de BMX Freestyle. Foto: Daniel Hernández

Actualmente, el más cercano es el campeonato Sudamericano Open de BMX Freestyle que se realizará el 27 de noviembre de 2022 en Lima, Perú.

El costo de su participación es de 1.500 dólares y para reunirlos abrió un GoFundMe: «Necesito ayuda porque no tengo lo necesario, el vuelo, la estadía, la alimentación, eso es lo más importante. Y yo quiero ir porque quiero cambiar de ambiente. Es un ambiente diferente y hay riders buenos y dicen que lo bueno se pega».

Rodar hasta lograrlo

Los campeonatos a los que no asiste, Moisés intenta verlos en diferido o por internet. Es su manera de agarrar las técnicas de los ciclistas BMX Freestyle más experimentados.

Su deseo es que todos los chamos que se animaron a montar tengan la oportunidad de disfrutar de espacios y condiciones deportivas mejores. Especialmente, porque su experiencia a nivel institucional no ha sido la apropiada: «Hace falta apoyo e interés en el deporte porque es costoso, pero hay talento».

«Todos podemos ser grandes», eso es lo que repite Labrador a todos sus amigos. Foto: Daniel Hernández

«Aquí todos necesitamos un mejor lugar para entrenar. La mayoria de las rampas afuera son de madera, tienen goma espuma también, donde uno hace cantidades de trucos y te caes y no te pasa nada, te resbalas. Eso nos hace mucha falta acá y un parque techado», expresa.

A pesar de todo, algo tiene clarísimo:«A mí se me ha complicado (avanzar con el deporte), pero veo el lado positivo y digo que todo va a fluir, que todo va a salir, no será ahorita, pero quizás sea mañana o pasado mañana. Por eso a los chamos solo les digo que tengan las ganas que sueñen, que pueden ser grandes».



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