En toda la región, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está intensificando sus esfuerzos para ayudar a venezolanos durante el invierno, reseña un reportaje de esta entidad que levanta un alerta internacional poco antes de una conferencia de donantes auspiciada por Canadá.
«En Chile, que acoge a unas 460.000 personas refugiadas y migrantes venezolanas, ACNUR está distribuyendo kits de invierno y mantas térmicas, así como apoyo en efectivo y cupones electrónicos para que las personas necesitadas puedan comprar calentadores, combustible y ropa de invierno», dice Acnur.
Los kits de invierno también se distribuirán en Argentina, Bolivia y Uruguay.
En Perú, donde el invierno llegó antes de lo previsto este año (de hecho, cubrió ciudades de gran altitud como Cuzco y Arequipa con más de 15 centímetros de nieve), ACNUR está trabajando con brigadas de voluntarios venezolanos para llegar a las personas más vulnerables, incluidas las comunidades indígenas peruanas, explica.
En cuanto a Brasil, si bien la mayor parte de ese enorme país es tropical, con partes de la región del Amazonas recientemente afectadas por inundaciones históricas, el sur del país puede ser muy frío durante el invierno.
«ACNUR tiene como objetivo recaudar fondos para distribuir ahí ropa de abrigo entre las personas refugiadas y migrantes venezolanas».
Con frío y en las calles
«El frío no se parece a nada que Wendy haya experimentado. La abuela de 52 años y su familia viven en las calles de la capital chilena, Santiago, luego de haber huido de su natal Venezuela, un país tropical donde la temperatura rara vez desciende por debajo de los 20° C».
Gran parte de los más de cinco millones de venezolanos que han huido de la escasez generalizada de alimentos y medicamentos, y de la creciente inseguridad en su país de origen se han refugiado en Colombia, Perú y en las naciones del extremo sur: Argentina y Chile, donde el frío puede llegar a ser avasallante, señala.
«El inicio del invierno en el hemisferio sur amenaza con agravar los efectos devastadores de la pandemia de la COVID-19, que ha golpeado a América Latina con especial dureza y continúa causando estragos en gran parte de la región. La combinación del coronavirus y el clima invernal representa una amenaza directa para las personas refugiadas y migrantes venezolanas en muchos lugares de América del Sur», alerta.
El inminente invierno del hemisferio sur trae regularmente temperaturas bajo cero a Santiago. Wendy y su familia se preocupan por cómo se protegerán de las bajas temperaturas durante los próximos meses.
«Ni siquiera tengo las palabras para describir el frío que hace aquí en Santiago”, comentó Wendy. “Y la gente me dice que el verdadero frío aún no ha comenzado”.
«Incapaz de pagar un lugar para vivir, Wendy, su esposo, su hijo, su nuera y su nieto de un año han estado durmiendo codo a codo sobre un cartón aplanado, en una tienda improvisada que arman todas las noches colocando una manta encima de una banca. Usan sus bolsas como almohadas; en parte, para evitar que se las roben durante la noche».
“Necesitamos mantas, necesitamos ropa abrigada, calzado abrigado… necesitamos de todo, de verdad. No tenemos nada”, compartió Wendy con un suspiro, y agregó que el frío la está afectando físicamente.
“Ya no tengo 15 años, así que realmente me afecta… Me duelen las articulaciones y estoy toda hinchada”.
Viviendo en las calles de Santiago, Wendy y su familia le temen al próximo invierno. © ACNUR/Marcelo Albornoz Riesco
En compañía de covid-19
Según reseña la agencia AFP desde Ginebra, el alerta de ACNUR advierte que la llegada del invierno austral aumenta las dificultades de casi dos millones de refugiados venezolanos en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, países que se encuentran entre los más afectados ahora por la pandemia.
«Mientras que la COVID-19 continua devastando la región, la llegada del invierno amenaza con exponer a los venezolanos a dificultades indescriptibles», afirmó el responsable de la Oficina Regional para Suramérica de Acnur, Juan Carlos Murillo.
Pese a los cierres de fronteras por la pandemia, los venezolanos han seguido cruzando y han sido incluidos, en la mayoría de los casos, dentro de los programas de salud nacionales, pero con la saturación de los sistemas de salud en la región, el acceso a los tratamientos es más difícil, señaló ACNUR.
Con las bajas temperaturas, los refugiados venezolanos, que en su mayoría perdieron el trabajo durante la pandemia, se enfrentan a un aumento de la pobreza, los desalojos y otros riesgos, ya que no pueden permitirse la compra de calefactores, ropa, medicinas o suficiente comida.
En la frontera norte de Chile, por donde llegan los refugiados venezolanos a pie y sin ropa adecuada, las temperaturas ya son bajo cero, así como en muchas zonas del resto del país, que también se ha visto afectado por grandes tormentas y lluvias.
Acnur pidió la ayuda de distintos gobiernos para financiar su plan de respuesta para los refugiados y migrantes de Venezuela, en vísperas de la conferencia de donantes que acogerá Canadá la semana próxima.
(Con información de AFP)