Economía

Dinero de monopolio

En mi infancia jugaba al monopolio con mi hermano, y recuerdo que el juego de mesa que teníamos en casa marcaba el astronómico precio de Bs 24,00 y fue comprado aproximadamente en 1972.

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Por: Boris Ackerman

Si hacemos números, Bs 24,00 representaban al cambio de Bs 4,40 por dólar (que se mantuvo desde diciembre de 1971 hasta enero de 1973) la cantidad de $5,45 de aquella época, sin embargo, el poder adquisitivo de un dólar de entonces equivalía al de $5,66  de hoy en día.

Entonces, si estimamos cuánto dinero se pagó por el juego, debemos multiplicar los $5,45 de la época por 5,66 para llevarlos a dólares de hoy en día y el producto resulta $30,87 de 2015.

Usando la tasa de cambio de mercado paralelo para determinar los bolívares que representa esa suma, nos dará que en dinero de hoy, se habrían pagado aproximadamente Bs 12.400,00 por ese simple juego de mesa, lo cual representa casi el doble del salario mínimo que alcanza la suma de Bs 6.746,98 al mes. Vale decir que el salario mínimo urbano en 1972 era de Bs 660,00 que extrapolado a bolívares de hoy bajo la misma metodología, supera la cantidad de Bs 340.000,00.

Es tan sencillo como que los venezolanos estamos recibiendo a cambio de nuestro trabajo y esfuerzo, simples billetes de monopolio que significan una mínima fracción de lo que ganaban nuestros padres o abuelos, si a ver vamos, es poquísima la gente en Venezuela que alcanza el equivalente a lo que era el salario mínimo durante esos años de “oprobio y degradación” de la mal llamada “cuarta república”.

Hay que recordar que en ese entonces la República de Venezuela era un imán para la inmigración y los periódicos estaban llenos de anuncios con ofertas de empleos y de nuevas construcciones y vehículos a precios asequibles para quienes obtuvieran esos empleos.

La pregunta que cabe, es sencilla, ¿Qué nos llevó al lugar en dónde estamos? Y la respuesta debe repicar en los oídos de quienes hacen y han hecho políticas públicas y han tomado las decisiones económicas en el país, EL POPULISMO, la emisión ilimitada de dinero sin respaldo ni en divisas, ni en bienes y servicios generados en el país, para simplemente ganar popularidad entre los electores, quienes se han hecho cada vez más dependientes de los regalos, misiones y dádivas que otorga el Estado.

Para destacar los hechos que han conducido al país a la situación actual, es necesario hacer referencia a un par de acontecimientos históricos que destacan entre los múltiples errores y actos malintencionados con los cuales, nuestros gobernantes han azotado a la nación.

La nacionalización petrolera de 1976, quizás fue una de las primeras grandes jugadas que dio inicio a la decadencia del país. No es que antes no había populismo, lo hubo y muy marcado. A finales de la década del 50, el plan de emergencia de Larrazábal, condujo al país al primer control de cambio, pero había una gran limitación en los niveles de populismo pues estaban sujetos a la restricción de mantener una moneda estable.

El país recaudaba impuestos de las petroleras en bolívares y con un bolívar comprando menos si se devaluaba, era irracional emitir dinero a granel para ganarse los favores de la población votante. Esa restricción acaba con la nacionalización petrolera cuando el gobierno empieza a registrar sus ingresos en dólares, y la posibilidad de emitir bolívares se convierte en una gran tentación.

Así, las políticas populistas terminaron de llevar al país a la crisis de 1983, al corrupto modelo de Recadi y a los errores en el manejo político de los posteriores y necesarios ajustes económicos que tomaron lugar en 1989. Las múltiples carencias de la población, la falta de oportunidades y la frustración ante la corrupción generada por el mismo populismo, llevan al poder en las elecciones de 1998 a Hugo Chávez Frías, quien ejecuta las otras dos grandes jugadas.

La segunda gran jugada ocurre cuando finaliza el paro petrolero en febrero de 2002, en ese momento, a partir de ese momento, la misión de Pdvsa como empresa cambia radicalmente. De ser una petrolera cuyo fin era la rentabilidad y el traslado al Estado de los beneficios a través de impuestos, regalías y dividendos, pasa a ser un objeto del gobierno para ganar popularidad y obtener votos a través de programas como Pdval y del uso de la infraestructura de la empresa para el apoyo de los fines políticos del gobierno.

Finalmente, la tercera jugada se puede precisar en el momento en que haciendo uso de la debilidad institucional del país, en 2003, Chávez ordena al BCV el disponer de un “millardito” de las reservas internacionales para apuntalar uno de tantos proyectos fallidos como lo fue la “revolución agrícola”.

Ese “millardito” significó el uso de las reservas internacionales cuya finalidad es respaldar la moneda nacional, para fines muy distintos. El disponer de las reservas internacionales en un ambiente ya cargado de alto gasto público y de la principal empresa del país dedicada a labores que en vez de generar beneficios, generan gastos, terminó por arruinar el poder adquisitivo del bolívar.

Si bien, las tres jugadas han sido los hitos y las causas que precipitan la degradación del bolívar como dinero de calidad, dichos lances vinieron acompañadas de múltiples medidas y políticas de restricción a la actividad empresarial, control de cambio, controles de precios, retroactividad en las prestaciones sociales, restricciones de importación y exportación, etc. Todo eso explica porque en nuestros bolsillos lo que tenemos es dinero de monopolio.

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