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Dudamel: Su continuidad no está al margen de la realidad

Todo sigue igual. La FVF ratificó a Rafael Dudamel como seleccionador nacional absoluto y el entrenador ha divulgado en un comunicado que continúa con su compromiso al frente del cargo.

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Fotografía: Prensa FVF

Tras un sisma en el que no quedaron claras varias polémicas, parece que todo sigue igual en cuanto a lo deportivo. ¿En lo político? Aún el conflicto de dos gobiernos paralelos en Venezuela, inédito en toda historia contemporánea del mundo, está latente y la crisis económica y social del país, se profundiza. Todo sigue igual.

Todo en los despachos. Salvo la denuncia de politización hecha por Dudamel ante los medios posterior al partido ante Argentina en el Wanda Metropolitano de Madrid, no se supo más de alguna declaración oficial del seleccionador hasta este comunicado. La FVF también, por los mismos pagos: un comunicado oficial de la ratificación en su cargo. Difícil dar la cara y aclararlo todo frente a la prensa.

Puede que las maneras no sean las adecuadas, sobre todo cuando la gente quiere que les aclaren muchas cosas. Sin embargo, no estamos en condiciones normales como para que se hunda en la llaga. En Venezuela los temas políticos son sumamente sensibles porque no hay grises. La polaridad demanda que no haya media tinta: o eres dios, o eres diablo. El dedo acusador de todos está presto para sentenciar, para acusar. Quedó demostrado en el vuelco que tuvo la interpretación de sus palabras luego de expresarlas en Madrid.

Ídolo y villano con apenas minutos de diferencia. Somos todos tan capaces de opinar desde nuestra visión, sin suficientes medios comprobatorios, que no nos interesa nada sino defender una posición. Así vivimos la polarización y si dices algo contrario a lo que las redes quieren leer, vendrá el odio. Señalar, acusar, opinar. Todo lo hemos tomado con una naturalidad que impresiona.

Apropiarse de un legado, adueñarse de una identidad, es más de lo que tanto hemos criticado que se ha hecho con los símbolos que nos identifican como venezolanos. La politización es negativa, de un lado y del otro. Y siendo cierto que es prácticamente imposible permanecer al margen de la polaridad, la selección de fútbol, de baloncesto, de béisbol no representa a ningún partido político sino a Venezuela entera, gústenos o no. Ahora cuando todo es vinculado con tintes políticos (oficialistas, “enchufados”, opositores), los espacios de competencia deben significar ese aislamiento que nos merecemos todos de una realidad ineludible que nos aturde.

Cada futbolista, cada federativo, cada miembro del cuerpo técnico, puede tener la convicción política que quiera y puede manifestarlo en cualquier espacio que quiera, pero la selección identifica a nuestra tierra, esa que nació por la lucha de muchos patriotas que dejaron su vida por defenderla. A ellos, como mucho, se les debe. A más nadie. A ningún sector que hoy ostenta o quiere poder.

Por eso, creo conveniente que mientras más se mantenga al margen del conflicto político todo lo que tenga que ver con la selección nacional, será mejor. Que nadie se apropie de lo que no es suyo. Ahora bien: una cosa es el conflicto político y otra la realidad país, consecuencia sin duda de lo primero, que deriva del desplome provocado por políticos de un gobierno corrupto e ineficiente. Y de eso no puede quedar ajeno nadie.

Ahí ha dado en la clave Dudamel en su comunicado. La selección tiene que ser la muestra de la Venezuela posible, de la unión, del progreso. Y ahí también tenía que haber venido una condena de parte del Seleccionador al bochorno de Givova, una empresa que violó todos los códigos de honestidad posible y que de manera impresionante ha renovado contrato con la FVF cuando lo hecho con las camisetas ante Cataluña fue indigno para la imagen de nuestro país era causal inminente de una rescisión de contrato ante tal mamarrachada.

La Vinotinto es un “referente nacional” dice Dudamel. Es así, tiene razón, por eso nadie puede enarbolar ninguna bandera en su nombre. Ni los representantes del gobierno de Guaidó ni los de Maduro. “Nos merecemos mucho más”, reza el comunicado y el fútbol nos ha hecho ver que es posible, en medio de las adversidades, lograr progreso, servir de alegría.

La andanada de señalamientos contra el seleccionador ha sido despiadada. De prensa y afición, de opinadores de oficio, de gente que no tiene ni la más mínima idea de cómo se lleva una selección deportiva, de “influencers” y “personas influyentes” que en vista del posicionamiento de la etiqueta quieren ganar retuits y popularidad. Porque aquí la mayoría dice lo que los demás quieren leer. ¿Alguien averiguó quién “apretó” a Dudamel para que pusiera su cargo a la orden? ¿Investigamos realmente si fue una decisión voluntaria o forzada?

Desde los tiempos de Richard Páez, el cargo de seleccionador de fútbol está prácticamente al nivel de Jefe de Estado en Venezuela. Sometido a una presión enorme de diestra y siniestra, porque la Vinotinto se convirtió en santo y seña del venezolano. Es un motivo de orgullo, de alegría.
Dudamel lo sabe y no elude realidades: “Venezuela atraviesa una profunda crisis, basta salir a la calle para evidenciar el deterioro en todos los aspectos de la vida nacional. Lo que pasa en Venezuela nos duele y entristece”, asegura en su comunicado.

Mientras se pueda trabajar, nadie se puede parar. Estamos en una fase histórica oprobiosa de nuestro país y no podemos abandonar nuestras luchas para, desde nuestra tribuna, impedir que Venezuela se termine de destruir. Nuestra selección es el bálsamo en medio de la tormenta. Y no es un aislante de la realidad: es el símbolo de lo que queremos ser como país, más allá de que detrás haya una FVF en pleno oscurantismo. Hay un cuerpo técnico y unos futbolistas dispuestos a dejarse el pellejo por nuestros colores. Ahí nadie se puede meter.

¿Ustedes se imaginan a Maradona de seleccionador? Yo tampoco.

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