Economía

¿A dónde se fue el ALCA?

Uno de los principales problemas que enfrentaba el ALCA era la diversidad de países involucrados en las negociaciones en cuanto al tamaño de sus economías y sus niveles de desarrollo.

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El proyecto del Area de Libre Comercio de las Américas, mejor conocido como ALCA por sus siglas en español, se originó en la I Cumbre de las Américas en1994, en la ciudad de Miami.

Este proyecto fue uno de los principales temas debate en el continente americano, entre tendencias ideológicas de todos los matices, desde mediados de la década de los noventa hasta el año 2005, cuando específicamente, en la VI Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata, Argentina, entre el 4 y 5 de noviembre, fue puesto en el congelador. De esa fecha ya han pasado 10 años.

Las negociaciones del ALCA fueron muy ambiciosas en cuanto al número de países participantes, 34 (incluyendo a todo el continente americano y el caribe, excepto Cuba) y los temas de negociación (acceso a los mercados para bienes y servicios, agricultura, propiedad intelectual, dumping y subsidios, libre competencia, inversiones y solución de controversias, entre otros).

Las negociaciones no solo demandaron un esfuerzo logístico incalculable, sino también presupuestario. Cada uno de los 34 países tenía que tener representantes o negociadores en cada uno de los nueve grupos de negociación que se crearon para tal efecto, que se reunían al menos cada dos meses.

Uno de los principales problemas que enfrentaba el ALCA era la diversidad de países involucrados en las negociaciones en cuanto al tamaño de sus economías y sus niveles de desarrollo.

La mayoría de los países de la región, economías en desarrollo, demandaban un trato especial y diferenciado, a los dos países desarrollados (Estados Unidos y Canadá) y también entre ellos mismos. Este tratamiento  no era fácil de concretar, puesto que si bien las economías de unos países eran más fuertes que la de otros, a nivel sectorial la relación podía ser inversa.

También entre los propios países en desarrollo había distintos niveles de desarrollo sectorial. República Dominicana más desarrollada que Surinam en Turismo o Venezuela más que Perú en el sector de hidrocarburos, y así hasta el infinito.

Al día siguiente de la suspensión de las negociaciones, el para entonces representante comercial de los Estados Unidos, Robert Zoellick, ofrecía la alternativa  de negociar y firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos a aquellos países de la región que estuviesen interesados. Ya estaban vigentes acuerdos con México, Chile y algunos países centroamericanos. Después del ofrecimiento negociarían y firmarían República Dominicana,  Perú, Colombia y Panamá.

Según el Census Burea de Estados Unidos las exportaciones de América del Sur y Central a los Estados Unidos totalizaron en 2014 $ 150 mil millones, frente a las $184 mil millones de los Estados Unidos a la región. A partir del año 2004, las exportaciones de esta región superaron permanentemente los $ 100 mil millones.

De 1995 al 2014 no ha habido una variación significativa del total de la participación de las exportaciones latinoamericana y del caribe en el mercado de los Estados Unidos. Aproximadamente 43% de lo que comercia Latinoamérica y el Caribe (LAyC) se dirige a Estados Unidos, en el otro sentido es apenas 31%. A la fecha, las corrientes comerciales de los países que suscribieron acuerdos con los Estados Unidos, se incrementaron.

Otros países de la región se decidieron por la opción de no firmar a pesar de que el mercado estadounidense es su principal destino de exportaciones, como son los casos de Venezuela (23% de sus exportaciones no tradicionales van a ese mercado) o Brasil.

El ALCA sin duda alguna no era la panacea para América Latina, como tampoco lo han sido mucho de los esquemas de integración regional, que ni siquiera alcanzan el 15% del comercio intrarregional (contrario a la Unión Europea en donde su comercio intrarregional supera el 60%).

Lo que si no hay dudas es que mejor que haber negociado bilateralmente, los países del continente hubieran ganado más en una negociación en bloque, sin embargo, las diferencias ideológicas, quizás ya canalizadas en la Unión Europea, a nosotros nos separan a distancias abismales.

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