Comienza otra semana, el Decreto de Emergencia Económica es clavo pasado y la crisis sigue allí, intacta. No obstante, son varias las conclusiones que nos deja el Decreto y que conviene a tener presente en las próximas semanas.
Primero, la Asamblea Nacional tomó la decisión correcta al dejar sin efecto el Decreto de Emergencia Económica presentado por el Ejecutivo. La comisión especial designada para evaluar dicho Decreto consultó la opinión de expertos en la materia, escuchó a representantes de los distintos sectores sociales, solicitó la comparecencia de los ministros del área económica, se mantuvo en permanente contacto con la bancada oficialista y trabajó con el apoyo de un equipo técnico en la elaboración de un informe detallado que sirvió para la discusión en la plenaria del poder Legislativo.
El informe demuestra que el Decreto parte de un diagnóstico errado de la coyuntura económica, que omite aspectos claves que requieren atención urgente y que solo propone profundizar en las políticas erradas que nos han traído al estado de calamidad actual.
En tal sentido, desaprobar el Decreto no fue un capricho o un mero “cálculo político” como insiste el sonsonete oficialista, sino una decisión responsable, tomada sobre la base de criterios técnicos en función de los intereses de la nación.
Segundo, la crisis en más grave y profunda que lo admitido por el Gobierno. La insistencia de los voceros oficialistas de mantener a puerta cerrada la comparecencia de los responsables del área económica y el hecho de que a último minuto decidieran no comparecer ante la comisión, es de por si un motivo de preocupación para todo el país.
¿Cómo es eso de que es “secreto de Estrado” cuánto petróleo producimos, cuánto exportamos, cuánto regalamos, cuál es monto de la deuda, cuál es el inventario disponible de alimentos y medicinas? ¿Qué esconden? Eso no se queda así, la Asamblea Nacional tiene la obligación de llegar al fondo del asunto e informar oportunamente a la colectividad.
Tercero, hay que estar alertas ante las pretensiones de sectores enchufados que, aunque Usted no lo crea, no tienen empacho en aprovechar la difícil coyuntura nacional para tratar de saquear hasta el último dólar de las arcas públicas.
El sonsonete oficialista de “acabar con el rentismo” se estrella contra un Decreto de Emergencia diseñado para extraer con total impunidad la mayor cantidad de renta posible. No lo digo yo, lo dice el difunto Decreto en su artículo segundo, donde se le permitía a un grupito de burócratas cosas como: asignar recursos extraordinarios a proyectos no previstos en la ley de presupuestos, saltarse los requisitos propios del régimen de contrataciones públicas, saltarse los trámites y procedimientos para la importación de mercancías y, por si fuera poco, saltarse los trámites cambiarios establecidos por Cencoex y el BCV. ¡Que mantequilla! El negocio redondo, pues.
Por último, la estrategia del Ejecutivo de buscar un enfrentamiento artificial con el Legislativo no les ha dado frutos y resulta a todas luces condenada al fracaso.
Así, ahora culpan a la Asamblea Nacional de no querer “acompañar a Maduro” (¿al despeñadero?) y de hacerlos “perder tiempo” (el chiste se explica solo). Un jueguito de desgaste que suena muy bien en teoría, pero que en la práctica se topa con la guadaña de la crisis económica, que semana a semana va rebanando la poca popularidad que le queda a Maduro. Más les valdría desechar esa estrategia. El país está claro que le corresponde al Ejecutivo poner los pies en la tierra e iniciar sin demora la necesaria rectificación en materia económica. Si quieren propuestas concretas, también las encontrarán en el informe elaborado sobre el Decreto de Emergencia. El dialogo es la vía.