Cultura

Editorial Alfa logra persistir en esta Venezuela de dramas y lectores

En esta Venezuela en trance, de marchas y contramarchas, el grupo Editorial Alfa cumple 58 años como un negocio familiar, atravesado hoy por la misma incertidumbre que asalta a cada venezolano a la vuelta de la esquina. Pero mantiene firme su apuesta, amparado en la fuerza de lectores, librerías y libreros, esos protagonistas de una historia que siempre tendrá esperanzadoras secuelas.

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Foto: Editorial Alfa

Los problemas que nos acorralan son tantos, tan variados y de tanta gravedad, que reivindicar los libros o el éxito relativo de nuestra labor puede parecer un dislate, dada la magnitud de la catástrofe general”, señala el grupo en esta celebración de persistencia y entusiasmo.

«No obstante, nos sentimos obligados a destacar la actitud persistente de nuestros lectores y autores quienes, en una demostración de audacia intelectual, siguen desafiando los apremios diarios que la subsistencia más primaria impone», agrega. 

La industria editorial venezolana es acaso uno de los testigos menos evidentes del drama que sufren hoy todas las actividades de la economía y de la cultura en este país de hiperinflación, recesión y estallidos sociales de baja intensidad.

“La situación de Editorial Alfa se ajusta a la difícil realidad económica del país. No nos hemos ido, hemos reorganizado ciertas áreas de la empresa (distribución e impresión) a través de convenios con empresas colegas del sector”, señala en entrevista vía medios electrónicos Ulises Milla, el presidente del grupo y heredero de esta empresa fundada por su abuelo Benito Milla en Montevideo y que echó raíces de la mano de su padre, Leonardo Milla, en lo que fue la Caracas moderna y vanguardista de los años 80.

ALFA ANIVERSARIO

Benito, Leonardo y Ulises Milla, tres generaciones de Editorial Alfa.

“Al mismo tiempo, hemos creado alfadigital.es una empresa con sede en España que es la que gestiona y comercializa el área de ediciones digitales”, señala Ulises.

Definida como “la editorial independiente más longeva y consolidada del ámbito cultural venezolano” la apuesta de Editorial Alfa sobre el mercado venezolano se expresa en su lista de tares pendientes para lo que resta de 2016.

No son tantos lanzamientos como quisieran, acepta Milla, al explicar que en efecto la escasez de insumos gráficos, la inflación y la caída en la demanda los obligan a moderar sus expectativas.

“En todo caso, tenemos 10 libros en producción para este año y esperamos poner la edición impresa en circulación antes de que finalice este año. En el área digital estarán disponibles por lo menos 20 títulos más”, explica.
La lista es corta pero brillante, tanto en ensayos como en ficción:

Por Editorial Alfa

• El petróleo en Venezuela de Rafael Arráiz Lucca
• El ocaso del chavismo de Margarita López Maya
• Bolívar en el tiempo de crecer de Roberto Lovera de Sola
• PNL. Manual para facilitadores de Jazmín Sambrano
• La historia oculta de la Independencia de Venezuela de Francisco Alfaro Pareja
• El sistema electoral venezolano de Ignacio Ávalos G., Luis E. Lander y Carlos Medina (Editores)
• Más allá de la guerra de Inés Quintero
• El asedio inútil de Ramón Hernández

Por Ediciones Puntocero

• La vida feroz de Héctor Torres
• Lo irreparable de Gabriel Payares
• Sangre que lava de Manuel Gerardo Sánchez
• Piedras lunares de Fedosy Santaella
• El ambientalista crítico de Aramis Latchinian
• La huella del bisonte de Héctor Torres

“Hasta 2011 la industria editorial venezolana creció enormemente y se consolidó una audiencia que todavía está allí. La coyuntura económica de los últimos años ha golpeado mucho el sector produciendo que algunos grupos transnacionales de la edición hayan abandonado el país: PRH, Alfaguara, Océano, etc., y eso se siente en la oferta general de libros nacionales”, explica el editor.

“Si a eso le sumas la dificultad que tienen los distribuidores para importar libros, pues el panorama es desolador. No obstante, hay un núcleo duro de lectores que siguen demandando literatura nacional y si logramos atravesar esta terrible turbulencia, sobreviviremos y volveremos a crecer”, agrega.

En su material de prensa para celebrar en cualquier circunstancia la magia de la lectura y el conocimiento, la empresa destaca “la actitud persistente de nuestros lectores y autores quienes, en una demostración de audacia intelectual, siguen desafiando los apremios diarios que la subsistencia más primaria impone”.

«Y en el medio de estos extremos, entre la pluma que escribe y el ojo que lee, debemos subrayar la tenacidad de nuestros libreros, que a lo largo y ancho de Venezuela, han seguido insistiendo en sostener una industria cultural herida por la inflación y la escasez, pero dispuesta a dar todo de sí esperando hasta que el aguacero escampe».

En el mercado actual venezolano el ensayo histórico tiene mucha fuerza, con autores como Inés Quintero, Elias Pino Iturrieta, Rafael Arráiz, Manuel Caballero o Germán Carrera Damas, que tienen lectores fieles y sus libros, en mayor o menor medida, tienen demanda asegurada, explica Milla.

“Cualquiera que apueste por la producción editorial en este momento, no lo hace necesariamente porque sea un negocio en el sentido positivo del término. Probablemente lo haga por amor al oficio y el mejor resultado que puede esperar si lo hace bien, no es ganar dinero sino no perderlo”.

Los precios de los libros en Venezuela desarman cualquier presupuesto familiar, mientras las prioridades de la supervivencia han cambiado los hábitos de las mayorías.

“La única diferencia con cualquier otro producto de consumo masivo es que el libro no es un bien de primera necesidad, razón por la cual la demanda ha caído en picada en los últimos dos años”, asiente Milla.

“Esto pasa en Venezuela y pasa en cualquier país, afortunadamente para los lectores en casa siempre tenemos libros por leer, así que comprar uno nuevo no es una prioridad salvo para un universo de bibliófilos con cierto poder adquisitivo que probablemente no supere las 20.000 personas en todo el país”, dice.

Venezuela toda parece hoy condicionada por la diatriba política, por la confrontación, la pérdida de valores y en muchos casos por la mediocridad. ¿Cómo se refleja esto en la creación literaria?

“Evidentemente es la coyuntura política ha generado mucho libro basura, pero al mismo tiempo ha generado interés por leer y debatir, y el debate de ideas es fundamental en una sociedad lectora. En todo caso, el tiempo es implacable con los libros y se encargará de separar la paja del trigo”, observa Milla.

Descendiente de inmigrantes, con una mirada regional y en Europa, desde su trabajo Ulises Milla podría también ser un testigo de excepción para opinar sobre el impacto que ha tenido la diáspora en el trabajo de los autores venezolanos de la actual generación y su temática.

“Emigrar siempre amplía tu mirada sobre el mundo que te rodea, pero tu biografía cultural te acompañara donde vayas. Juan Carlos Méndez Guédez siempre será un escritor venezolano, no importa cuanto tiempo lleve en España. ¿Acaso Cabrera Infante dejó de tener el tumbao cubano por vivir en Londres? En cualquier caso, creo que barajar nuestro ADN cultural siempre generará resultados más interesantes que la vía folclorista que proponen algunos intelectuales como sistema de protección frente a la injerencia de las industrias culturales foráneas”.

“La universalidad de un texto tiene que ver con algo que va más allá de la geolocalización de una historia. Algunos textos de Villoro, tan mexicanos y costumbristas son leídos con pasión alrededor del mundo. El exotismo de un relato es un gancho para los lectores, el obstáculo para llegar más allá de fronteras pareciera tener que ver con el ensamblaje de una trama y no tanto con la trama en sí. Lo que necesitamos en Venezuela son más escritores profesionales, individuos que piensen en la literatura como un ejercicio de comunicación y no solo como una forma de expresión creativa, que también”, señala ante la pregunta sobre si este baño de mundo de los escritores venezolanos desde el exterior podría oxigenar la hiperlocalidad que nos agobia en tantos otros frentes, como la política.

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