Educación

Universidades públicas venezolanas se derrumban en los rankings mundiales

El retroceso de la calidad educativa de las universidades venezolanas es real, más allá de las evidencias expuestas por profesores, estudiantes y expertos, los indicadores internacionales de excelencia reconfirman un deterioro difícil de remontar.

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Universidades de Venezuela se hunden en rankings internacionales

La clasificación de Times Higher Education (THE), una institución británica que genera análisis de datos sobre las comunidades académicas, reveló que las universidades públicas venezolanas no han hecho más que retroceder en los puestos durante 2022.

Según explica María Restrepo, investigadora de la organización civil Alianza Todos por la Educación, esta institución utiliza 13 indicadores de rendimiento agrupados en cinco áreas para estructurar el ranking: «La enseñanza a través de la transferencia de conocimiento entre profesor y estudiante; perspectiva internacional, abordando tópicos como la reputación, demandas globales y transparencia; ingresos de la industria, e investigación”.

Todo esto sirve al Times Higher Education para proporcionar información confiable sobre el desarrollo y desempeño global y regional de las universidades. Sin embargo, cuando se mira con lupa la investigación y se enfoca a Latinoamérica, específicamente a Venezuela el ranking es preocupante.

Ejemplo de ello, señala María Restrepo, es la Universidad Simón Bolívar (USB).

“La Simón Bolívar ocupa el puesto número 85, pero del conocido Latin America Rankings, es decir, que abarca a 197 instituciones de 13 países y la puntuación que obtuvo a nivel general fue de 43.9. Su puntaje en citas de investigación fue de 44.9 en perspectiva internacional, 48,5 en investigación, 43, 9 en impacto y 39 en enseñanza”, detalló Restrepo.

La politóloga lo compara con los resultados de años anteriores y explica que la institución ha desmejorado potencialmente.

”En el año 2016 fue posicionada de 31-35, en el año 2017 en el puesto 26-30; en el año 2018 estuvo en el puesto 29; en el año 2019 en el puesto 51-60; y en el año 2020 estuvo en el puesto 72″, señala sobre la Universidad Simón Bolívar.

En la medida en que se hace un paneo por otras universidades públicas, la realidad es más sombría. El mejor ejemplo es la Universidad de Los Andes, que ahora se ubica en el puesto 126-150 de Latinoamérica.

“Representa un descenso de varios puestos, tomando en cuenta que en 2021 estuvo en el puesto 101-125; y en el año 2020, alcanzó el puesto 57, hecho que había representado un leve ascenso, ya que en los años 2019 y 2018 había estado en el puesto de 61-70, y en el año 2017 estuvo en los puestos 46 y 50 y en 2016 estuvo en el puesto 41-45”.

Estos datos ponderados mostraron un 25,2 en citas de investigación, 34,9  indicador de impacto, 55,8 en perspectiva internacional, 29 en investigación y 39,3 en enseñanza.

ULA entre universidades del mundo

A pesar de todo, la ULA fue la única universidad venezolana seleccionada en el World University Ranking 2023, pero por desgracia no mantuvo el puesto de 2022, ni lo mejoró, sino que del anterior 1201, bajó a 1501, es decir 200 puestos.

En la región central, la Universidad de Carabobo también ha dado traspiés que la han hecho llegar al puesto 151. Por otra parte, casas de estudio como la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Monteávila han sido reportadas en los Latin America Rankings del 2022 y 2023, pero no han pasado los criterios de evaluación para ser ponderados.

Restrepo tilda estas cifras como “preocupantes para la comunidad universitaria en Venezuela”. La razón es que hay un evidente deterioro de la calidad educativa de Venezuela.

La investigadora hace especial hincapié en la Universidad Central de Venezuela (UCV), la cual no ingresa al ranking en ninguna de sus categorías desde el 2018.

“Para aquel entonces, la UCV clasificó en el puesto 801-1000, una cifra que dista mucho de las pretensiones de la comunidad universitaria y de esa excelencia que estamos acostumbrados a escuchar”.

En 2018 la ponderación de la UCV fue la siguiente: enseñanza 16,4; en investigación 7,3; en citas de investigación 18,9; en ingresos de la industria 31,9; y perspectiva internacional 37,6.

Para Restrepo no existen dudas: “Hay un claro desmantelamiento de los objetivos centrales de una casa de estudio ¿Cuáles son? Pues, crear conocimiento e investigación que influyan directa o indirectamente en el desarrollo de nuestra sociedad».

Pero aún hay más, la UCV no es la única institución pública en quedar fuera del ranking, a ella se une la Universidad del Zulia y la Universidad de Oriente ¿La razón? No cumplen con los estándares de Times Higher Education.

¿Cuáles son los países mejores calificados?

Aunado a esto hay que prestar atención a los países que se encuentran dentro de las mejores 50. En una contabilización del ranking, hecha por Restrepo, se determinó que en el caso de Brasil hay 28 universidades; siete universidades en Chile; cuatro universidades en Colombia; tres en México; tres en Argentina; dos en Perú; una en Jamaica y a su vez una en Costa Rica y Cuba. La Pontificia Universidad Católica de Chile es la número uno en el ranking para América Latina.

Sobre estos datos, la coordinadora del CDCH de la Universidad Simón Bolívar, la Dra. Gloria Buendía, quien estuvo presente en un reciente foro de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas Naturales, explicó que la investigación se ha vuelto inviable en la USB producto del inexistente presupuesto universitario. Resaltó que lo poco que el Gobierno otorga sirve, y con dificultad, para el pago de nóminas.

“Es una realidad que ha causado una fuga de investigadores a otros espacios y recintos universitarios de otros países en la región», señaló Buendía.

En diversas oportunidades, el Decanato de Investigación de la USB tuvo apoyo de múltiples programas e instituciones para llevar a cabo los proyectos investigativos. Había disponibilidad de fondos para equipos, conferencias, entre otros. En cambio, actualmente solo tienen un programa de bonos abierto que funciona como reconocimiento a los investigadores que logran publicar sus trabajos en revistas de alto nivel.

El doctor Alejandro Gutiérrez, profesor jubilado, titular de la Universidad de Los Andes, quien también estuvo presente en el foro, destacó el artículo 132, de la sección XIV sobre el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Ley de Universidades vigente, en donde se estipula que en las universidades funcionará un CDCH (Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico), el cual tendrá el objetivo de generar y producir investigaciones en el área científica, humanística y social.

Por tal motivo, recordó que en el reglamento de la ULA, al Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de las Artes (CDCHTA) se le concedió una función más de organismo asesor del Consejo Universitario. En su momento, ese concejo desarrolló, a través de diversos proyectos y acompañamientos de investigación, subvenciones a publicaciones, financiamientos de seminarios nacionales e internacionales, cofinanciamientos para equipos, apoyo a grupos de investigación, y obtuvieron reconocimiento por ser la segunda universidad con investigadores certificados.

Actualmente, en la ULA continúan activos 952 investigadores. Ellos son evaluados de forma constante, pero en el pasado el número de investigadores pasaba los 1.100 y en la última convocatoria para equipos de investigación obtuvieron solo 82 grupos certificados de más de 140 grupos en la penúltima convocatoria.

La falta de presupuesto es también el principal problema de acuerdo con Gutiérrez. En 2015 el CDHCTA (Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de la Universidad de Los Andes) obtuvo un fondo aproximado de $34.791, monto que se redujo en el 2019 a $400; en el 2020 no hubo recurso alguno y en el 2021 el financiamiento fue de $239; y este 2022 solo han recibido un aproximado de $100.

Ante esto, Restrepo opinó que la realidad de la comunidad universitaria venezolana podría anular cualquier esfuerzo científico debido a la escasez de un presupuesto fortalecido y constante para la investigación universitaria y la desaparación del capital humano que reside aún en las instituciones educativas.

“Esto se traducirá en que no habrá condiciones ni incentivos para que exista una generación de relevo de investigadores. Fomentará aún más la idea del desplazamiento de las universidades como creadoras de conocimientos (que serán) reemplazadas por un sistema paralelo de universidades y espacios que adoctrinan y construyen identificación hacia un modelo educativo sin parámetros de calidad”, señalo Restrepo.

No obstante, Restrepo visibiliza y reconoce los esfuerzos que estas casas de estudio están haciendo para enfrentar con poco dinero una serie de adversidades que, prácticamente, tienen a algunas universidades en un cierre técnico.

La activista por la educación de calidad insiste en la necesaria actualización de procedimientos burocráticos, utilización de canales digitales para producir y difundir investigaciones y trabajos, y la búsqueda de financiamientos privados, como principal vía para mejorar el panorama actual.

“Los académicos venezolanos siguen queriendo aportar al debate de las ideas y enfrentar la imposición de pensamientos, pero la inversión estatal en este capital es vital para la reactivación de las universidades y la lucha contra el oscurantismo”, concluyó Restrepo.

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