Opinión

El caso Capella en un lodazal de chistes malos

Estar frente a unos micrófonos es una responsabilidad. Jean Mary, el día de la muerte de Dave Capella, sacó un comunicado ofreciendo disculpas, pero no se puede devolver el tiempo. Los comediantes pusieron en duda algo tan común en Venezuela: que una familia no tuviera plata para pagar un costoso tratamiento e intentar escapar de la covid.

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Hay quienes piensan que las palabras tragedia y comedia son antónimas. Pero la realidad es que sólo un hilo muy fino separa a una de otra. Recuerdo que cuando yo era una niña, en una fiesta en Caracas, el papá de la anfitriona venía bajando la escalera –una escalera alta y muy larga- tuvo un traspiés en el primer escalón y rodó como en cámara lenta hasta llegar abajo. Cuando comenzó su estrepitosa caída, sonaron muchas carcajadas. Pero cuando lo fueron a recoger, estaba muerto: se había fracturado la nuca. Lo que había comenzado para muchos como una comedia, había terminado siendo una tragedia.

Es el mismo caso de los comediantes Jean Mary Curró y Alex Goncalves. Su video asegurando que el GoFundMe abierto por la familia Capella era una estafa, pasó de comedia a tragedia cuando el señor Capella y su hijo David fallecieron de covid. No era estafa, pero muchas personas se abstuvieron de ayudar por el comentario lanzado de manera tan despectiva e irresponsable por las redes sociales:

“Sí es estafa, Bebecho… Y si nos pelamos, ¿sabes qué? ¡No es mi profesión decir el futuro!” grita Jean Mary Curró, mientras su compañero Alex Goncalves le ríe la “gracia”. “Me puedo pelar sin problemas… jodido es cuando ésa es tu profesión e igual te pelas”. A continuación, ambos establecen que era una noticia que “acababa de explotar en las redes sociales”. Es decir, que ninguno de los dos tenía información sobre la veracidad o falsedad del GoFundMe.

Interviene Goncalves para comentar que él espera que sea falso, “de todo corazón” (cantadito, para hacerlo aún más burlón): “Espero que sea falso, de verdad, espero que no sea una estafa ¡pío!… es que conocemos demasiados cuentos del personaje…”. En ese momento Jean Mary lo interrumpe para acotar que “todo en mí dice que eso es una estafa” y Alex remata asintiendo: “exacto, entonces, nada, eso”. Ése “todo en mí” me recordó al nefasto Isaías Rodríguez, cuando presentó a aquella piltrafa de “testigo estrella”, a quien “le vio en los ojos la verdad”.

Chistes sin gracia

No voy a entrar en detalles de la relación entre Jean Mary, Alex y Dave, si es que los dos primeros antes habían sido estafados por Capella, o si conocían a estafados de primera mano por Capellano chismes. No conocí a Capella, ni conozco a estos “comediantes”. Pero sí sé que la colecta se detuvo por sus comentarios hechos tan a la ligera. Una irresponsabilidad, por decir lo menos. Tampoco sabemos si hubieran muerto de todas formas aún si la colecta hubiera prosperado, pero eso no es lo que está en discusión.

Lo que sí voy a decir es que esta nueva camada de “comediantes” no son tales. Unas personas que se burlan de las miserias ajenas, no son comediantes. Y el público que les ríe esas pendejadas lo que hace es echarle gasolina a la fogata. A Led Varela, uno de los miembros del grupetín, le cerraron la cuenta de Instagram en 2018 por burlarse de Stephen Hawking. Por cierto, Varela la tiene tomada con los discapacitados en sus “stand up”.

Para hacer reír hace falta talento e inteligencia. Cómico no es el que se burla de condiciones humanas que se separan de la “norma”. Cómico no es el que discrimina. A mí los chistes racistas, sexistas y homófobos me hacen treparme por las paredes. Cómico no es el que toma una petición o noticia y la destroza sin haber investigado, a cuenta de que “no es periodista”.

Sin títere ni cabeza

Estar frente a unos micrófonos es una responsabilidad. Jean Mary, el día de la muerte de Dave Capella, sacó un comunicado pidiendo disculpas. “Dudar de un GoFundMe no me hace menos humana”, escribió. Uno tiene derecho a dudar de lo que quiera, pero si se lo van a transmitir al millón de seguidores que tienen entre los dos, tienen que tener un mínimo de sindéresis. Al menos reconoció que sus “comentarios pendejos” seguirán atormentando a la familia Capella, porque quedaron colgados en Internet por la eternidad…

Por otra parte, me sorprendió la catajarria de insultos a Luis Chataing, sólo por el hecho de que Jean Mary y Alex fueron parte de su equipo. Chataing es responsable sólo por lo que dice y hace, no por lo que dicen y hacen los demás. ¡Qué ganas de buscar culpables donde no los hay!

Otra (u otro) que sí tiene su cuota de responsabilidad es el dueño de la cuenta –anónima, como las de todos los cobardes- @chepavzla. Para el momento que escribo este artículo desapareció de Instagram. Pero sí vi la foto del post donde publicó una foto de Capella donde escribió sobre su pecho en letras rojas “Estafador Capella” y debajo de ella publicó el siguiente post:

“Y entonces así es como @davecapella decidió estafar a la gente pidiendo $40.000 alegando que su mamá y él tienen covid-19, situación que no es cierta, pero sucede que sé de una fuente confiable yo se (sic) que el señor Dave no está en ninguna clínica, se valió de su fama para que le consiguieran una habitación solo para él y la mamá en el Hospital Domingo Luciani, en donde está recibiendo todo el tratamiento de manera GRATUITA, además de estar hospitalizado por decisión propia porque los doctores le han asegurado que no está grave y tanto él como la mamá pueden seguir el tratamiento en su CASA. Ahora me pregunto yo ¿$40.000 para qué? Lo peor son los alcahuetas amigos suyos de Venevisión posteando su estafa del GoFundMe. Das pena Capella”. (Resaltados míos)

Quien da pena es el o la dueña de esa cuenta, que ojalá no la abra nunca más. Y me dan pena los seguidores que se nutren de tantas bajezas. Y con tres personas que padecen covid en una familia, la cifra de $40.000 es hasta conservadora. Los cálculos que he visto arrojan que, en casos complicados, como los de la familia Capella, pueden costar de $20.000 hacia arriba por persona, dependiendo de dónde se encuentren hospitalizados.

Es que el país se nos ha convertido en un lodazal de excrementos.

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