El Estímulo

El horizonte vinotinto

Partamos de la siguiente premisa: no hay buenas ni malas decisiones, lo que existen son consecuencias de esas resoluciones. Visto desde este punto, la lista de Rafael Dudamel para la Copa América Centenario no es cuestionable, su validez dependerá justamente del uso que le de el seleccionador nacional.

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(EFE)

Expertos y conocedores de la dinámica de este tipo de torneos explican que los entrenadores rara vez utilizan más de 16 o 17 futbolistas. Si a ese grupo le sumamos al tercer arquero, apenas quedan cinco jugadores disponibles de esa lista inicial. Me atrevería a asegurar que justamente se trata de aquellos que protagonizan las discusiones que convierten cada convocatoria en objeto de análisis, aún cuando quienes promueven esos intercambios desconozcan un alto porcentaje de los factores que motivan el llamado o la exclusión de tal o cual nombre.

Por ello, más que la convocatoria en sí, lo realmente trascendental es imaginar el uso de aquellos futbolistas que forman parte del llamado, para luego contrastarlo con lo que suceda en el campo de juego. En el caso de la Vinotinto, vale la pena repasar quienes comandan el contingente criollo para intentar, nada más que eso, comprender cuanto hay de posible en el plan de Dudamel y cuanto hay de probable. Decía el físico Ilya Prigogine, Premio Nóbel de química en 1977:

«La creación del universo es antes que nada una creación de posibilidades, las cuales algunas se realizan, otras no».

El hubiera no existe en la vida real; los convocados son los que son, entonces lo importante es mantenerse atentos a las variantes que propondrá Dudamel en los próximos partidos, Copa incluida, ya que el seleccionador tendrá en el torneo continental el escenario propicio para comenzar a construir la identidad y el núcleo duro que todo equipo o selección necesita. No se puede olvidar que el entrenador se ha puesto una meta muy ambiciosa -igualar o superar el cuarto puesto de 2011- pero su principal objetivo es ese que antes le mencionaba: ir consolidando una columna vertebral para que este equipo sea SU equipo.

La tarea no es sencilla. En el caso de una selección hay que tomar en cuenta que no hay muchos entrenamientos ni oportunidades para compartir y debatir ideas, lo que obliga al técnico y a su cuerpo de trabajo a maximizar oportunidades como esta que ofrece el torneo continental. Independientemente de los viajes y los traslados, el seleccionador y sus jugadores podrán sumar horas-entrenamiento en las que la idea originaria se adapte a los protagonistas, y estos a ese plan inicial. Dos sesiones de entrenamiento diarias, en las que seguramente se sumarán charlas y actividades grupales, servirán para ir divisando el camino a seguir y flexibilizar eso que todos conocemos como idea de juego.

Ganar es el objetivo de todo aquel que compite, pero ese ganar es una consecuencia, no es el como ni el origen. Es obligatorio comprender que esto que conocemos como equipo no es un producto acabado sino un organismo en constante evolución, y que los jugadores, dueños y protagonistas del juego, son el fiel ejemplo de una de las tantas reflexiones de Eduard Punset:

«Estamos descubriendo que las organizaciones humanas se comportan como organismos vivos y no como máquinas».

Todo equipo de fútbol es eso, una organizaciín humana, y es en la convivencia cuando empezará a funcionar como tal. En el caso de la selección venezolana, el primer paso fue confeccionar una lista, y ahora, en los amistosos y la Copa, convertirse en un grupo, en un equipo.

Por ello vale la pena aceptar que una cosa es lo que esperamos – que la Vinotinto supere actuaciones anteriores- y otra muy distinta lo que un conductor tiene como objetivo primordial: promover y potenciar el proceso que lleve a su equipo a convertirse en un organismo capaz de competir. Para eso están los próximos partidos, aún cuando a la audiencia haya que contentarla con discursos para la galería, o distraerla con discusiones estériles en las que los 1-4-4-2 o -1-4-5-1 malgasten el tiempo y la tinta. El futuro no existe, pero prepararse para él es la meta primordial de este ciclo que recién comienza.

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