La decisión de rebajar la tasa de depósitos, que se aplica a los bancos que depositan su exceso de liquidez en el BCE durante 24 horas, tiene el objetivo de incitarles a prestar más a los particulares y a relanzar la economía europea.
Los observadores esperan que el banco central anuncie la ampliación de su programa de compra de deuda pública y privada, que empezó en marzo pero no ha tenido los efectos deseados para relanzar la economía de la zona euro.
La tasa de depósitos negativa significa que los bancos tendrán que pagar 30 céntimos por cada 100 euros que depositen en el BCE, una manera de empujarles a prestar ese dineros a los hogares y relanzar el consumo y la inversión en Europa.
Por su parte la tasa llamada de facilidad marginal, que se aplica a los bancos durante un periodo de 24 horas, se mantuvo en 0,30%.
«El mercado espera una acción fuerte» del BCE, afirma Johannes Gareis, de Natixis. Según este analista la institución se ha acostumbrado a «sorprender a los mercados, sean cuales sean sus expectativas».
La importancia de un nuevo plan de estímulo dependerá de las previsiones económicas que el BCE publica también este jueves, como cada trimestre, y que los analistas creen que serán revisadas a la baja. Pero también podría decidir no tomar nuevas medidas por la reticencia de algunos miembros del consejo de gobernadores, como el presidente del Bundesbank.
Si no hay consenso, el consejo podría estar obligado a votar, un proceso poco habitual, y en este caso al presidente del BCE, Mario Draghi, le faltarían apoyos importantes, como el del francés Villeroy de Galhau o el del belga Jan Smets, obligados a abstenerse por un sistema de rotación.
Incluso si el BCE toma medidas para ampliar su programa de compra de deuda, «el volumen que puede comprar es limitado y tiene un máximo definido por los tipos de interés», recuerda Ulrich Leuchtmann, de Commerzbank.
En consecuencia la clave está en «convencer a los mercados de que tiene suficiente margen para actuar», indica Leuchtmann.
Desde hace meses, la institución de Fráncfort multiplica sin éxito las iniciativas para intentar subir los precios en la zona euro, bajando las tasas de interés, dando préstamos casi gratuitos a los bancos o comprando deuda.
La inflación en la zona euro estuvo estancada hasta noviembre, cuando fue de 0,1%, muy lejos sin embargo del objetivo del BCE de mantenerla a un nivel cercano al 2%.