Economía

Inflación de 449,4% es la peor derrota en la guerra de Maduro

La variación de precios en los bienes y servicios desde que Nicolás Maduro asumió las riendas del país en enero de 2013, tras la separación de la presidencia de Hugo Chávez por enfermedad, escaló 449,4% hasta septiembre de 2015, última data revelada por el Banco Central de Venezuela.

Publicidad
FOTO: HAROLD ESCALONA

En un año en el que el gobierno botó la casa por la ventana, la inflación de 2012 se ubicó en 20%. El gasto público se expandió de manera extraordinaria en busca de votos que garantizaron la reelección de Chávez en el mes de octubre.

Meses más tarde y ya bajo la presidencia de Maduro, el ministro de Planificación, Jorge Giordani, criticó el enorme gasto en el que se incurrió (y del cual fue corresponsable), que incrementó las importaciones al extraordinario monto de 55.000 millones de dólares, un alza de 19% en comparación con los 46.000 millones de 2011.

En 2013 comenzó la paralización de la economía. Durante los dos primeros meses del año se mantuvo la incertidumbre acerca del verdadero estado de salud del presidente Chávez. Maduro, quien asumió como encargado, devaluó el bolívar en 46,5%, en febrero, al pasar de Bs 4,30 a Bs 6,30, en momentos en que el precio de la cesta venezolana de crudo se cotizaba por encima de los 108 dólares.

Pero la eliminación del Sistema de Transacciones en Títulos en Moneda Extranjera y la creación del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad), que tras una fallida subasta en marzo fue retomada de manera irregular en julio, contribuyó a complicar el escenario que conllevó la reducción de la oferta de divisas y a una caída de 20% en las importaciones de 2013.

La muerte de Chávez, en marzo de ese año, aceleró la crisis evidenciada en un alza de precios y la escasez de determinados rubros básicos sometidos a control del gobierno, y de las distorsiones cambiarias.

Los férreos controles de precios, que tuvieron su punto más álgido con el llamado Dakazo, un operativo oficial que obligó -un mes antes de las elecciones municipales- a los comerciantes a bajar los precios de sus mercancías hasta en 70%, sentenció al sector del comercio, que desde entonces no ha podido recuperarse. La inflación oficial en 2013 cerró en 56,2%.

Los mayores controles sobre los precios y consecuente recorte en la asignación de divisas, con intentos infructuosos en subastas selectivas con tasas de cambio preferenciales, agravó en 2014 la situación de empresas que no encontraban la forma de acceder al dólar oficial. Muchas optaron por el mercado paralelo para mantener sus operaciones, pero a costa de precios más altos para el consumidor.

Ya desde 2013 había aumentado el financiamiento monetario del gasto público, a través de la emisión de dinero inorgánico (sin respaldo en la oferta de bienes), que contribuyó a aumentar el circulante y en consecuencia los niveles de inflación ante la reducción de la oferta de productos y servicios.

Analistas esperaban una corrección en 2014 por tratarse de un año que no contemplaba elecciones en el calendario, pero el gobierno evitó medidas tendentes a desmontar distorsiones y contrariamente a lo que dictaba la lógica, radicalizó sus políticas económicas y acentuó los desequilibrios.

Ese año, las importaciones cayeron 61,5% y los precios se dispararon 68,5%.

En 2015, la economía iniciaba en estado comatoso. Con un desplome de 50% en los precios del petróleo ya desde el segundo semestre de 2014 y el gobierno apostando a un golpe de suerte: («Dios proveerá», dijo Maduro en enero de ese año), no había nada en el horizonte que indicara que el Ejecutivo daría su brazo a torcer para enmendar los errores cometidos en nombre del «socialismo del Siglo XXI».

Una sobreoferta de crudo de 2 millones de barriles diarios y la ralentización de las principales economías de Asia y Europa, no dejaban lugar a dudas sobre el comportamiento de la economía mundial a lo largo del año. Sin embargo, el gobierno de Venezuela insistió -una y otra vez- sin éxito en convocar una reunión de miembros OPEP y no OPEP para que se adoptaran acciones para recuperar los precios.

Y al parecer siempre esperó que ello ocurriera. No hizo frente a la grave crisis económica en un año en el que estaban en juego las elecciones parlamentarias. Y perdió. El gobierno logró apenas 55 curules de las 167, y la oposición pasó a tener la mayoría calificada.

2015 será recordado como el año en el que se creó un mecanismo cambiario (Simadi) -en sustitución de otro- que fracasó desde el mismo momento en que comenzó a operar. No logró su objetivo: permitir libre acceso a una tasa más alta (cercana a los Bs 200) para bajar la presión sobre el dólar paralelo.

Sucedió lo contrario, y en el mercado alterno la moneda se disparó 350% en relación al Simadi, impulsando parte de la inflación que hasta septiembre -última data divulgada- rompió récord al colocarse en 108,7%.

Desde el momento en que Maduro se hizo cargo de la presidencia en 2013 hasta el noveno mes de 2015, los precios, medidos por la data oficial promedio del IPC, han escalado 449,4%, que el gobierno explica en la supuesta «guerra económica» que según Maduro ha sido orquestada por el sector privado para desestabilizar «la revolución».

Todo esto se da en medio de la peor recesión económica que haya conocido el país (van 8 trimestres consecutivos de contracción) que tiene al sector productivo nacional operando a su mínima expresión por la disminución en la asignación de divisas (66% en 2015), controles y ataques a la propiedad privada como intervenciones en el manejo de las empresas o expropiaciones.

Ahora, con la Asamblea Nacional en manos opositoras y un precio del barril petrolero que se acerca a los 20 dólares, al gobierno no le ha quedado otra opción que decretar la emergencia económica e intentar compartir el costo político de las medidas.

Publicidad
Publicidad