El consumo de alimentos descendió a 33% de lo que se consumía 17 años atrás, una caída que luce más dramática si se tiene en cuenta que apenas tres años atrás, Venezuela exhibía uno de los mejores indicadores de ingesta alimenticia de América Latina.
“En lo que respecta a nutrición, hoy Venezuela está peor que Haití, el país más pobre del continente. Eso quiere decir que estamos en emergencia nutricional”, afirmó Agudo durante su intervención en el foro empresarial de Expo Gerente 2016, exposición organizada por el Grupo Editorial Gerente para analizar la situación actual del país y proyecciones para 2017.
El experto aseguró que en apenas un trienio el país perdió la soberanía alimentaria como consecuencia de la destrucción del aparato productivo y su sustitución por importaciones; compras que debieron suspenderse por la abrupta caída de los ingresos petroleros y la pérdida de la capacidad crediticia de Venezuela.
Recordó que hasta 2013 efectivamente los venezolanos alcanzaron niveles de ingesta nutricional muy elevados hasta lograr sus máximos en las últimas décadas, citando como ejemplo que el consumo per cápita de cereales subió 35%, mientras que el de insumos de ciclo medio se elevó 15% y un porcentaje igual en el caso de productos de la ganadería.
Agudo afirma que la recuperación de la despensa nacional en seis meses -como han prometido hasta el cansancio voceros del Ejecutivo- solo se lograría con un esfuerzo descomunal para elevar las importaciones, una posibilidad que luce lejana dada la escasez de divisas que sufre el país.
“Hace falta recuperar la producción nacional, y eso se logrará en dos o tres años, no en meses”, dijo el experto, recordando que mientras en 1999 las exportaciones agrícolas sustentaban 39,55% de las compras externas de alimentos, en la actualidad esa relación es de apenas 0,5%. “Perdimos toda capacidad exportadora y eso hay que recuperarlo”, dijo.
Agudo señaló que para alcanzar esa meta, es preciso llamar a un gran acuerdo nacional donde no solo acudan los sectores públicos y privados sino la academia, así como buscar y fomentar el financiamiento y la inversión externa, tomando en cuenta que la banca local no cuenta con capital suficiente para apalancar los grandes proyectos de infraestructura que hagan viable el despegue del agro.
“Tenemos 33 millones de hectáreas de vocación agrícola que tenemos que desarrollar y que permitiría en apenas 10 años que el país produjera 70% de los alimentos que consume”, acotó Agudo, quien recordó que para garantizar una verdadera seguridad alimentaria es preciso que el país cuente con un inventario de siete a ocho meses de abastecimiento, cifra que supera con creces los datos actuales: a lo sumo unos pocos días de stock en algunos rubros y total escasez en la mayoría de los bienes esenciales.
Señaló además que es prioritario que el Estado deje de lado sus intentos de constituirse en un productor agrícola y ganadero, y se enfoque en la dirección de las políticas necesarias para fomentar el desarrollo del campo.