De acuerdo con productores de la zona de Chabasquén, desde el pasado 30 de diciembre efectivos de la milicia bolivariana han incautado parte de la cosecha de café que estaba lista para ser entregada a la industria, tras lo cual muchos caficultores y comerciantes decidieron suspender la venta hasta tanto se garantice el pago.
Un productor que solicitó el anonimato dijo que sin ninguna explicación, efectivos de la milicia han cargado con al menos unos 60 quintales (saco de 46 kilos) de la presente cosecha sin ofrecer detalle alguno de su destino. “Nos negamos a llevar el producto al centro de acopio”, dijo, subrayando que ello incidirá en una caída de la molienda y, por ende, de la oferta en el mercado.
Aunque reconoce que la acción solo se ha ejecutado en la población portugueseña, el productor señaló que existe el temor de que la medida se extienda a otras zonas del país, razón por la cual la oferta del grano a la industria cayó de manera importante en la última semana.
De acuerdo con Fedeagro, la producción de café ha sufrido una aparatosa caída. De hecho, se estima que para la actual zafra solo se recojan unos 600.000 quintales, cifra que apenas cubre un tercio de la demanda nacional estimada en al menos 1,8 millones de sacos.
Del mismo modo, el agricultor señaló que los centros de acopio manejados por las Pacas (especie de cooperativas de caficultores) se han convertido en intermediarios entre el productor y la Corporación Venezolana del Café (único ente autorizado para comercializar el grano), cobrando un porcentaje por gastos administrativos que reduce significativamente la ganancia del productor.
“Vemos esto con preocupación pues pueden convertirse en pequeños carteles del café”, acotó.
– Desbarajuste en precios –
Otra razón que ha frenado la entrega de café a la industria es lo impreciso en la fijación de los precios que rigen tanto para el productor como para la industria.
En diciembre pasado, la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) definió cinco categorías de grano, liberando las dos primeras (de mejor calidad) y estimando entre 110.000 y 55.000 bolívares el café de menor calidad.
Si bien los productores están de acuerdo con esta nomenclatura, también es cierto que los montos están muy por debajo de lo que se pagaba en el campo hasta antes de la regulación incluso por parte de las empresas públicas, que cancelaron más de 200.000 bollívares el quintal.
El problema radica en la forma de medir la calidad del grano y el precio de venta al público. Sobre lo primero, detallan los productores que la nueva norma exige 15 granos de café malos por cada kilo, una medida que dejaría por fuera toda la cosecha de café de calidad superior. Lo correcto es que se tome una muestra de 250 gramos que puede contener hasta 15 gramos (y no 15 granos) de café de baja calidad.
Sobre el precio de venta de la industria, éste quedó fijado prácticamente a pérdida pues la Sundde reguló en Bs 1.938 el precio del café corriente y el tipo premium en Bs 3.185; montos muy alejados de los entre 8.000 y 13.000 bolívares en lo que se comercializa el kilo de café en polvo según la calidad y método de producción.
Un pequeño industrial que prefirió dejar su nombre en reserva señala que este precio le llevará a la quiebra, pues debe pagar por cada kilo de café verde Bs 2.391, a lo que se suma todo el proceso de tostado, molienda, envasado y distribución. “Los costos simplemente no dan”, señaló.
“El precio de venta del café de calidad debería fijarse cuando menos de Bs 5.000 para que el industrial pueda tener una ganancia. Si ellos van a la quiebra se reducen las posibilidades de colocar nuestra cosecha”, refirió otro productor del campo que tampoco quiso dar a conocer su nombre por temor a represalias.
Detalló además que ese precio se ajusta a la realidad actual de las empresas del Estado que dominan cerca de 90% de la molienda de café, pero que se encuentran quebradas por estar obligadas a vender a pérdida.