Si usted sale a la calle y realiza una pequeña encuesta preguntando el precio del dólar en el mercado negro y el precio de la divisa en el Dicom (actual Simadi) -a pesar de que este último se mueve relativamente más lento que el primero-, lo más seguro es que encuentre respuestas a la primera pregunta y no a la segunda.
Adicionalmente, si una persona cualquiera o promedio tendría que adquirir algún bien fuera de Venezuela y calculase su costo o precio expresado en bolívares, lo más seguro es que el tipo de cambio que utilizara sería el del mercado paralelo, incluso sin que se realice la encuesta en la frontera o incluso si el ejercicio o la pregunta fuese hipotética, con lo que el individuo no estaría acudiendo efectivamente al mercado paralelo sino que lo utilizaría simplemente como referente.
Lo anterior constituiría evidencia contundente de este ingrediente de confianza y credibilidad hacia las políticas económicas y públicas. Peor aún ocurre cuando tal desconfianza no aplica únicamente al ámbito de las políticas económicas, como sería en el caso cambiario, sino en todo ámbito del Gobierno.
En la actualidad se anuncia un relanzamiento de las ya viejas subastas de divisas que jamás arrancaron, ni nunca fueron subastas ni mercado. Este anuncio se hace en un escenario donde el niveles de reservas internacionales muestran montos históricamente bajos de 10.085 millones de dólares al 15 de mayo de 2017.
Según reporta el portal El Estímulo esta cifra de divisas es la menor de los últimos 21 años, quedando atrás los niveles mostrados en enero de 2009 que habrían constituido un récord de 43.063 millones de dólares.
En este sentido, una vez creada tan mala reputación, haber desgastado el nombre del Dicom y cualquier expectativa de una política cambiaria democratizada y abierta, con niveles tan bajos de reservas internacionales, se ve lejano el “quiebre del dólar paralelo”, al menos por parte de los mismos actores.
Enrique González es economista de la UCV y profesor de Economía de la Unimet.]]>