Economía

Margarita, una zona que vive en resistencia económica

El Puerto Libre de Margarita ya no existe. Al menos no el que se conocía años atrás. El sector comercial se ha venido adaptando día tras día a las condiciones impuestas por la crisis económica. Hoy, los bulevares y centros comerciales que eran líderes en importaciones, reposición de inventarios y ventas enfrentan una realidad totalmente distinta y Nueva Esparta se ha convertido en un estado que vive en resistencia.

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Sambil Margarita
Por: JOhanna Bozo / Fotos: Sebastián Guido

El cambio de ramo comercial es una tendencia nacional y la isla de Margarita no es la excepción. En Porlamar y Juan Griego, centros turísticos y comerciales por excelencia, las tiendas de ropa, calzado, electrodomésticos, ferreterías y hasta las farmacias más populares, incorporaron en sus vitrinas alimentos, artículos de higiene personal y de limpieza, en su mayoría importados, porque es lo único en lo que se interesa la gente en este momento, aunque son bastante más costosos, dicen los propietarios de los locales.
A plena hora pico, el bulevar Guevara está despejado. Muchos comercios cerraron sus puertas. Algunas personas buscan ofertas, se detienen brevemente en los puestos pequeños, preguntan y siguen su camino. Entran y salen rápidamente de los comercios. Lo que se escucha casi a cada paso es “oro, oro, compro y vendo oro”. Otros dicen en un tono de voz más bajo: “cambio dólares, ven y compro tus dólares”, otra realidad que si bien no es nueva ahora es más evidente. Los consumidores continúan su recorrido como si no hubiesen escuchado nada.
Bulevar Guevara
Arlisse Cedeño,  encargada de Bahía Sports, dice que “la cosa está muy mal”. Asegura que hay días que ni siquiera abre la caja para facturar. No sabe con exactitud la cifra, pero sí que las ventas han caído mucho. “No podemos subir los precios porque compran menos y si no subimos no se les puede pagar a los empleados. Es un problema. Los clientes piden descuentos y no podemos, uno dice pero señora, ¿cómo hago?”, cuenta suspirando al tiempo que señala la parte de atrás de la tienda mostrando que está vacía.
En FLB Calzado se maneja una información más precisa. Jesús Villalba, quien está al frente del negocio, indica que las ventas han caído 60% en los últimos tres meses. A la tienda llega muy poca mercancía porque no hay divisas para importar y los artículos nacionales no los envían con mucha frecuencia por miedo a que los roben en el camino, como ya les pasó una vez. Además, los precios suben “exageradamente” en cada reposición. “Los zapatos escolares que hoy tengo en 44.000 bolívares ya me dijeron que llegarán al doble. Los proveedores están sin insumos y con miedo. A veces trabajamos a pérdida, otras sin ganancia. Hay que ingeniársela para vender, la gente no tiene dinero”.
FBL Calzados Margarita
– Grandes formatos –
La inclusión de nuevos productos en los anaqueles no solo alcanzó a los pequeños comerciantes. Grandes marcas y cadenas como Sigo HomeMarket, que tradicionalmente comercializaba electrodomésticos, equipos de computación, sonido y video, pinturas, lencería y otros relacionados con el hogar, ahora vende comida. En la tienda que tienen en el centro comercial Parque Costazul cerraron el piso de arriba.
También pasó con Ama de Casa y sus trabajadores lo agradecen. Pablo Ávila, encargado del establecimiento ubicado en el centro comercial Concord, conocido como el antiguo Cada, en Porlamar, dice que gracias a eso las ventas se han mantenido y no han tenido que despedir a los empleados. De lo contrario, el destino del local sería otro. Él coincidió con el resto de los entrevistados en que este fenómeno se viene arrastrando desde el año pasado, pero en 2017 muchos más se han sumado al cambio de ramo.
Ama de Casa Margarita
Lo mismo ocurrió con Traki, una de las tiendas por departamentos más grande de Venezuela, que pasó de vender ropa para damas, caballeros y niños, artículos para el hogar, juguetes, maletas y lencería, entre otros, mayoritariamente, a convertir su planta baja prácticamente en un supermercado con jugos, cereales, leche, granos, arroz y pastas, así como también otros alimentos, pañales, productos de limpieza y de aseo personal importados y a precios exorbitantes.
Traki Porlamar
– La vida comercial de los malls –
La crisis también está instalada en los centros comerciales de la isla. Pedro Hernández, gerente general de Sambil Margarita, afirma que hay varios “fenómenos económicos” que los están afectando, sin embargo, el principal es la inflación.
“Nosotros trabajamos con un condominio que administra el dinero de los locatarios para mantenimiento y los servicios mensuales del centro comercial. La inflación viene escalando mes a mes y no viene de la mano de las ventas. Los gastos van subiendo desproporcionadamente semanal y hasta diariamente. Hacemos un gran esfuerzo por mantener el equilibrio, pero es complicado mantener un centro comercial en óptimas condiciones sin afectar el flujo de caja o el costo operativo de los comerciantes”, señala.
Hernández refiere que al hacer un balance general de los locatarios, que son 330 en este momento, el resultado es prácticamente el mismo: todos experimentan una fuerte caída en sus ventas, aunque claro está cada cual maneja sus propias estadísticas. Esto está ocurriendo inclusive en las temporadas que ahora pasan desapercibidas y son consideradas como un “fin de semana movido”, cuando antes tenían “ventas exponenciales”.
Al igual que en las zonas del centro de Porlamar, estos empresarios están trabajando a pérdida o sin ganancias, pero siguen a la expectativa. El gerente celebra que todos siguen resistiendo y apostando a que las cosas van a mejorar. “Nuestra rotación es muy baja. Están comprometidos y tenemos muy pocos locales desocupados”.
Con respecto al cambio de ramo, dice que en los centros comerciales deben evaluar cada caso en particular para no afectar al resto de los locales. Lo cierto es que muchos lo están solicitando y a algunos se los han aprobado. Siguen reinventándose para salvarse de la crisis. “Algunos han cambiado de ramo o si un estilo de ropa no les está funcionando cambian por completo. El empresario venezolano en tiempos de crisis ha aprendido mucho. Saben cómo ingeniárselas para salir adelante. Sambil Margarita está en un sitio privilegiado, en el primer destino turístico de Venezuela. Seguiremos trabajando, no nos vamos a ir, ni cambiar la cultura de calidad”.
Encargados de los establecimientos cuentan que para “sobrevivir” reducen el espacio en los locales, redecoran para que no se vean vacíos, traen productos y modelos “más baratos”. En las tiendas de celulares y electrodomésticos están trabajando con servicio técnico porque es mucho más rentable. El celular más económico se consigue en 83.000 bolívares y una nevera en 3.880.000 bolívares. No muchos pueden pagarlos.
Al igual que en otros centros comerciales como La Vela y Parque Costazul, la caída en las ventas de este año es de 60%, dicen los encargados y algunos han estado hasta una semana sin abrir caja.
La Quinta en Parque Costazul
Los consumidores señalan que van a los centros comerciales a los bancos y a comerse “alguito” cuando pueden. “Yo honestamente no puedo pagar una nevera nueva. Arreglo la que tengo hasta que aguante”, comentó Mariana Contreras, quien estaba en la feria de comida de uno de estos centros, que por cierto, se encontraba vacía a la hora del almuerzo.
Feria Parque Costazul
Parque Costazul Feria
– Adaptación y emprendimiento –
Para Teodoro Bellorín, presidente de la Cámara de Comercio, Puerto Libre y Producción de Nueva Esparta, el cambio de ramo comercial por una parte demuestra la capacidad de adaptación y emprendimiento de los empresarios venezolanos, y por otra, la gravedad de la crisis que estamos viviendo. “Nos adaptamos a las circunstancias para mantener el negocio abierto, y eso implica mantener los puestos de trabajo que es muy importante. Estamos resistiendo económicamente”.
Tienda de ropa en Parque Costazul
En todo el estado se han visto ventas muy disminuidas porque el poder adquisitivo de la población también ha caído. Indica que los productos regulados casi no se consiguen y el resto, además de los importados, tienen precios elevados. “Pero pasa que estos son los precios reales, es lo que cuesta producir e importar. El mismo Gobierno ha subido los precios porque debe ajustarlos a la realidad”. A parte de eso, están la inflación y los constantes incrementos de salario y bonos de alimentación que viene aprobando el Gobierno. Ese aumento se ve reflejado en los precios.
Los productos regulados básicamente no se consiguen porque la producción ha mermado y los importados están en niveles muy bajos. En este momento el mayor importador es el Estado, que está trayendo artículos para la construcción y algunos alimentos. La mayor preocupación, a su juicio, es que además de afectar los empleos y el sector comercial en general, perjudica directamente el atractivo turístico.
En todo este proceso han cambiado incluso las solicitudes del sector. Hasta el año 2014, los empresarios y comerciantes pedían que se les otorgaran las divisas necesarias para importar y surtir el mercado. Luego de realizar distintos estudios y viendo que el Estado debía destinar esos recursos a los artículos de primera necesidad (alimentos y medicamentos), se adecuó la estrategia y la Cámara le planteó al Gobierno la libertad cambiaria. La esperanza, ahora, es que en algún momento se concrete y despenalicen el control de cambio para reactivar la economía en la isla y salir de esta resistencia.
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