Economía naranja: La creatividad como salida a la crisis
Para el venezolano la creatividad no es una opción, sino un modo de vida. Diariamente resistimos en nuestro medio a través del desarrollo de nuestra creatividad.
Para el venezolano la creatividad no es una opción, sino un modo de vida. Diariamente resistimos en nuestro medio a través del desarrollo de nuestra creatividad.
Una creatividad aplicada, hoy en día, a las actividades más insólitas y esenciales que podamos imaginar, desde los mil malabares para rendir nuestros ingresos frente a la inflación, la gastronomía “exótica” desarrollada frente al desabastecimiento, la solidaridad y organización frente a la falta de medicamentos, y las miles de vueltas que damos diariamente a los problemas más esenciales a los que nos estamos enfrentando los venezolanos en pleno siglo XXI, hasta llegar a la creatividad de los más aguerridos y arriesgados venezolanos que deciden emprender y logran mantener a flote su emprendimiento dentro de estas caóticas condiciones.
Así es, el venezolano siempre tiene una idea, siempre tiene una salida, un talento que desarrollar, un negocio que montar. Hemos visto que a pesar de la aguda crisis económica, social, humanitaria, cultural y política por la que estamos atravesando, el número de emprendimientos está en ascenso.
En las redes sociales se aprecia cada vez más la presencia de emprendimientos gastronómicos (no solo de restaurantes, sino comida casera a domicilio en diferentes variedades, en repostería para eventos, etc.), de artesanías y moda, diseños, organización de eventos, agrupaciones musicales, diversos servicios, y pare Ud de contar. Un gran número de venezolanos talentosos y creativos empecinados en seguir adelante, en hacer que el país progrese a pesar del huracán que nos frena y arrastra al atraso.
También hay venezolanos que frente a la crisis han decidido migrar, y con este éxodo, la internacionalización de nuestra creatividad y talento ha resaltado en el mundo. Hay músicos, artistas, científicos, y profesionales ocupando espacios de gran importancia a nivel mundial.
Los emprendimientos audiovisuales, discográficos, editoriales, de juegos y videojuegos, la gastronomía, la artesanía, la cultura y recreación, el turismo, el diseño, la moda, la publicidad, la TV y la radio, la arquitectura y aquellas que dependen de la innovación como la I+D, los nuevos medios, software, etc., pertenecen a una fuerza conocida como Economía creativa (Howkins, 2001) y a la recientemente denominada Economía naranja, concepto desarrollado por el Banco Interamericano de Desarrollo (2013) de la mano de los autores Felipe Buitrago e Iván Duque.
La Economía naranja se basa en la creatividad, la cultura y la innovación como insumos para la creación de bienes y servicios capaces de generar impacto social y económico, con potencial para la creación de riquezas y empleos, explotación de la propiedad intelectual, promoción de la diversidad cultural, en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y una alternativa para salir de la crisis.
La producción creativa es un pilar para muchos países del mundo, que ya toman muy en serio el aporte que la economía creativa o economía naranja genera al PIB, las inversiones y creación de empleo. El 3% del PIB mundial, más de 2,25 billones de dólares y 30 millones de empleos provienen de esta economía (CISAC, 2015).
Latinoamérica se encuentra en un momento clave para aprovechar su talento y creatividad, y los cambios tecnológicos para potenciar su desarrollo económico y social. La Economía naranja en Latinoamérica alcanza el 6% del PIB de la región, en Brasil 2,6%, Chile 2,2%, Argentina 3,8% (Unctad), solo 8,6% del PIB en la ciudad de Buenos Aires.
México el 7,4% del PIB, pero sería 12% si se considera la piratería (CIU, 2016), en Colombia entre el 3,3-3,5% (BID,2016).
Lamentablemente en Venezuela no contamos con los estudios necesarios para conocer el aporte de esta economía al PIB del país. El último levantamiento que se hizo en el año 2002 para el Convenio Andrés Bello arrojó un 7,1% PIB (este porcentaje incluía el sector educativo).
Para la aplicación de la Economía naranja, lo primero es contar con los datos estadísticos y de consumo cultural, por lo que se hace el levantamiento de las Cuentas Satélites de Cultura, que ya han venido desarrollando países como Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, República Dominicana, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Perú.
Colombia lleva también la delantera con la aprobación de la Ley Naranja, este mes de septiembre, que se encargará de desarrollar, fomentar, incentivar y proteger a las industrias creativas en Colombia.
En Venezuela nos queda aún por hacer en materia de Economía naranja, pero el germinador está, las semillas están latentes produciendo todos los días, esperando el día en que los sistemas político, productivo, financiero y tecnológico del país se activen para hacer florecer el ecosistema creativo del país, que permita explotar todo su potencial creativo, cultural y tecnológico para hacer frente a la crisis y lograr el desarrollo económico y social que podemos alcanzar.
Adriana Alfonzo Luis es profesora de la Maestría de Gestión y Políticas Culturales – UCV]]>