Economía

El misil de la deuda externa golpeará muy pronto a Venezuela

 (NR: agrega datos y nueva información). Mientras los políticos están metidos de cabeza en las nuevas elecciones impuestas por Maduro para el 20 de mayo, un misil viene en curso de colisión contra Venezuela: una crisis de deuda externa que estallará en las próximas semanas, para llevar al extremo el colapso de la economía y empobrecer aún más a millones de venezolanos.

Publicidad
Foto: Archivo / AVN / Willmer Errades

Y esta deuda no podrá ser renegociada en las actuales condiciones, lo que hundirá aún más a una economía que ya tiene el peor desempeño en el mundo y ha perdido la mitad de su tamaño en cinco años.
Esta es la primera deducción de economía política clara tras la determinación de Maduro de seguir adelante con unas elecciones que son cuestionadas y no serán reconocidas por las principales potencias de Europa y América.
“Con esta elección Maduro pasará de ser un presidente todavía legítimo a uno ilegítimo”, dijo un economista consultado por El Estímulo al pronosticar “una crisis total” en los próximos meses.
“Ya varios despachos de abogados en Nueva York están preparándose para iniciar demandas legales contra la República y Pdvsa”, agregó.
“No han demandado porque están esperando una solución pacífica y porque el otro camino es muy tortuoso. Pero van a venir demandas terribles”, dijo.
El problema es que el gobierno venezolano depende el financiamiento externo tanto como lo está un padre de familia atado a la  tarjeta de crédito para comprar comida y pagar los servicios. Millones de venezolanos dan fe de como su salario formal no les alcanza, por lo que tienen que recurrir al endeudamiento permanente para subsistir.
Algo así le pasa al chavismo: los ingresos del país han caído en más de un tercio junto con el desplome de la producción de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), mientras tiene cerradas las fuentes externas de financiamiento, básicamente por el castigo de Estados Unidos a los atentados contra la democracia, y porque desde hace tiempo los mercados tradicionales saben que ya esta antigua potencia petrolera no tiene cómo mantener su fama de buen pagador.
“Es cuestión de semanas para oír sobre la introducción de una demanda contra el país”, señaló el economista Alejandro Grisanti, experto en mercados internacionales y socio de la firma Ecoanalítica.
En otros episodios de la historia un evento de default (impago) de deuda externa de algún emergente como México, Argentina, Rusia o Grecia desató crisis en los mercados financieros globales y agravó las condiciones de la gente de esos países.
“El que no haya ocurrido hasta ahora con Venezuela no significa que no vaya a pasar”, observó un inversionista venezolano con intereses en el mundo financiero nacional e internacional.
En este escenario de asfixia financiera, la Agencia Internacional de Energía reporta este lunes 5 de marzo que la producción de petróleo de Venezuela seguirá en picada en los próximos años hasta alcanzar en 2023 su nivel más bajo en 70 años, reseña Bloomberg.
La pérdida sostenida de miles de trabajadores, las deudas acumuladas con contratistas y socios y las sanciones de Estados Unidos -que dificultan operaciones-, explican en parte este colapso que ha convertido a Venezuela en el principal aliado de los esfuerzos del grupo Opep para drenar excedentes del mercado global.
El alerta llega después que Venezuela perdiera otros 270.000 barriles por día el año pasado en medio de colapso de flujo de caja y un pobre manejo de los reservorios, según la AIE.
La capacidad de producción va camino a reducirse hasta 1,38 millones de barriles por día al final de este año, lo que será el nivel más bajo desde 1950.
Ya la producción ha caído a la mitad de lo que era hace 20 años (3,4 millones de bpd cuando Hugo Chávez llegó al poder).
El saldo consolidado de la deuda externa de Venezuela era de 143.000 millones de dólares en 2017, según cálculos del banco de inversiones venezolano Torino, con datos del ministerio de Finanzas, FMI y Bloomberg.
En este 2018, están programados pagos por 9.022 millones de dólares entre capital e  intereses de bonos de Pdvsa y de la República.
La cifra es apenas inferior a los $9.602 millones de reservas totales en manos del Banco Central.
“Durante los próximos cuatro años, Venezuela deberá pagar en promedio 9.900 millones de dólares por año en servicio de bonos de Pdvsa y de la República. Esto equivale en la actualidad a 32,6% de las exportaciones anuales”, advierte el informe de Torino “Libro Rojo”, elaborado por el economista Francisco Rodríguez, conocido en su momento por su proximidad al chavismo y hoy asesor del candidato chavista disidente Henri Falcón.
– Una enorme carga –
Algunos abogados desde Nueva York cuantifican en $60.000 millones la cantidad de deuda externa de Venezuela representada en bonos de la República y de Pdvsa que están en el centro de esta disputa.
El año pasado Maduro dijo que renegociará y refinanciará (dos términos diferentes) toda la deuda de Venezuela. Pero salvo una malograda reunión en Caracas hasta ahora no hay ningún esfuerzo claro de que se esté haciendo algo en concreto.
Cuando el gobierno dijo que iba a reestructurar, prometió pagar.
“Venezuela había sido buen pagador, así que al escoger entre un gobierno que dice que va a pagar y una demanda, los inversionistas habían decidido darle el beneficio de la duda”, señaló en entrevista Grisanti.
Se sabe que el gobierno hizo transferencias a algunos acreedores, pero por un sobrecumplimiento de algunos bancos en las normas de seguridad, porque no querían recibir el dinero venezolano, no se pudo pagar, señala, en una versión corroborada por otras fuentes.
“El gobierno había mantenido alguna o muy poca comunicación, pero hoy por hoy es prácticamente nula y empezamos a ver tenedores de bonos que creen que no van a recibir sus pagos y están buscando demandar”, explicó.
– Lo peor de dos mundos –
La crisis de la deuda venezolana viene a caballo entre las sanciones internacionales contra el gobierno de Maduro y la aguda caída de la producción de petróleo, el bien que aporta 96 de cada 100 dólares que ingresan a Venezuela.
Ahora, con la determinación del chavismo de seguir adelante con sus elecciones presidenciales anticipadas, convocadas por una Asamblea Constituyente que fue impuesta sin cumplir con la Constitución vigente y que en la práctica solo le permite a Maduro gobernar a sus anchas, se espera una nueva batería de sanciones, algunas de las cuales ya han sido anticipadas por funcionarios citados en despachos de las agencias Reuters y Bloomberg.
Además estas sanciones llegan con la crisis de deuda.
“Parece que vienen a apretar las sanciones financieras, en particular con los seguros o con prohibición de exportaciones de crudo liviano y productos a Venezuela, y quizá luego el embargo”, señaló Francisco Monaldi, economista venezolano y catedrático del IESA y de la Universidad Rice e investigador del Baker Institute, en Estados Unidos.
“Creo que las sanciones severas que se plantean harían inevitable el default desordenado y generalizado”, dijo a El Estímulo.
“Las dos cosas combinadas pueden llevar al gobierno a depender totalmente de chinos y rusos para sus exportaciones petroleras y flujo de caja y por tanto a estar totalmente a su merced”, agregó.
Cuando hay un manejo desordenado de un proceso de impago, un país tan vulnerable como Venezuela vería cerradas sus fuentes de divisas, limitadas sus importaciones y aún más paralizada una economía que está en picada desde hace cinco años.
Por su parte, Monaldi señala que las sanciones empeorarán el escenario: “Yo sigo pensando que va a caer la producción de petróleo entre 250.000 barriles por día (bpd) y 400.000 bpd. Si las sanciones son severas más hacia el rango más alto”, agregó.
“Sin duda, esto empeora el flujo de caja del petróleo y dificulta más el refinanciamiento” de la deuda.
Está descontado que el chavismo se las arreglará para vender entre sus seguidores la idea de que la culpa del segundo colapso de Venezuela lo tendrán esas sanciones y no el pésimo manejo de la economía, las violaciones a los derechos humanos, la persecución a los opositores que provocaron las reacciones internacionales.
Maduro tiene entre 26 y 30% de aprobación y su partido PSUV cerca de 25%, según las últimas encuestas. Una vez más, el país será gobernado por una minoría que apelará a la moral del colectivo en busca de apoyos contra enemigos externos.
Habrá grandes marchas antiimperialismo y se tratará de glorificar a los individuos sancionados por los enemigos de la patria.
Vienen también más persecuciones contra políticos y periodistas acusados de estar alineados con el enemigo en contra de la patria.
Este coctel es para muchos opositores difícil de digerir: más Maduro por al menos seis años, menos dinero para el país, más escasez y más pobreza.
Si Maduro se queda, señala por su parte Grisanti, se espera una mayor caída de la producción de petróleo que ya ha bajado en 1,250 millones de barriles en los últimos tres años.
Al año, a los precios actuales, eso equivale a 28.000 millones de dólares, que habrían sido suficientes para pagar el servicio de la deuda, explica Grisanti.
Más Maduro significa que no habrá cambio en el modelo económico.
“Ya se ha perdido toda esperanza de que Maduro pueda rectificar el rumbo del modelo, eliminar controles”, seguirá vendiendo divisas a precios diferentes a los del mercado.
“En estas condiciones es imposible imaginarse que Venezuela va a generar divisas para honrar o mejorar compromisos de pago” y garantizarlos a futuro, explicó Grisanti.
Aunque ha pagado, Maduro no genera confianza en los mercados, por lo que es imposible que pueda emprender una renegociación de deuda.
El cuarto punto es el de las sanciones. La experiencia en otros países indica que van graduales, de menos a más y se exponencian cuando más países de la comunidad internacional están involucrados en sanciones.
“Ahora en la lista de países que sancionan a Venezuela están Estados Unidos, la Unión Europea y los países del Grupo de Lima, lo cual haría imposible cualquier proceso de reestructuración y hace que el panorama sea sumamente complicado porque no solo vamos a entrar en default sino en embargo del petróleo venezolano», señala Grisanti.
Ese embargo vendrá bien por el mercado a través de demandas judiciales o por la comunidad internacional, para presionar por elecciones justas y libres, para que el voto sea respetado, así como el derecho a ser elegido, agrega.
“Mientras Maduro esté en el poder nos espera embargo de exportaciones petroleras, de los tanqueros en aguas internacionales, de las cuentas por cobrar de Pdvsa y de activos», advierte.
Ese derecho a ser elegido es uno de los reclamos fundamentales de la oposición, pues sus figuras presidenciables –como Henrique Capriles y Leopoldo López- han sido inhabilitados con artimañas legales y “neutralizados”.
Esta crisis de deuda para un país tan dependiente como Venezuela significa que estamos viviendo una inmensa crisis económica, una caída muy fuerte del poder de compra, con anaqueles vacíos, baja capacidad de importación y cada vez más venezolanos dependientes de la distribución de la red de alimentos del Estado, de los CLAP (comités del partido de gobierno PSUV que se encargan de racionar los alimentos básicos).
Es un escenario muy muy duro en Venezuela. En la medida en que no haya un cambio político, es un panorama tan negro, tan complicado, que eso es lo que me hace ser un poco optimista de la posibilidad de que un pueblo tiene que despertar y buscar un cambio”, agrega.
Calcula que de los 60.000 millones de dólares en bonos, el 25% estaría en manos de venezolanos o de empresas venezolanas.
– Otro ladrillo en la pared –
Desde el año pasado, cuando en el mercado empezaron a verse los retrasos durante varias semanas en los pagos de cupones (intereses) de bonos, varios fondos grandes y clientes privados locales e internacionales salieron de posiciones en papeles venezolanos, explica desde Miami un operador de mercados vinculado a un gran banco de inversión.
Los “brokers” recomendaban salir de estos papeles, aunque se mantiene un importante porcentaje en manos de venezolanos. Fondos de retiro y de pensiones –importantes agentes de mercados- llegaron a tener en sus carteras hasta 12% de papeles venezolanos, pero fueron bajando gradualmente y ahora solo tienen entre dos a cuatro por ciento en su cartera en bonos de Pdvsa o la República, explicó.
Esos fondos con inversiones fundamentales “en largo” plazo no han querido acelerar el default y el proceso de reclamos.
Pero ahora hay otras constataciones.
“El gobierno de Maduro no tiene plata, los acreedores no tienen con quien negociar” (los designados por Maduro están sancionados por el gobierno de Estados Unidos por lo que un acreedor no puede ni tomarse un café con alguno de ellos).
“Ahora vienen más sanciones, más fuertes y más completas, y cuando se activen los fondos buitres, los holdouts, van a cambiar el juego y comenzarán los embargos”, advierte.
“En el mediano y corto plazo esto se le va a poner bien complicado porque todas las instituciones están corrompidas y nadie le va a dar plata a estas personas porque cada dólar que entra desaparece. Nadie le va a dar un medio ahora, pero todos están esperando dar plata si hay un cambio de gobierno”, señala.
– Diagnóstico colectivo –
En diciembre pasado el Centro Global de Política y Energía de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, reunió a unos 45 expertos del mundo financiero, de la energía, empresas, academia y organismos multilaterales para discutir a el tema de Venezuela, en una actualización de una mesa redonda llevada a cabo el 1 de junio.
Monaldi, junto con otros expertos, incluyendo el también venezolano Miguel Ángel Santos recogieron en un documento algunas notas de intervenciones de los participantes, difundido esta semana.
La crisis económica y humanitaria en Venezuela empeoró en la segunda mitad de 2017, con un deterioro en los resultados del PIB, que se desplomó otro 12,5% en el año, para acumular un 37% desde 2013. Se prevé otra caída de 15% en 2018, hiperinflación, aceleración del declive en la producción y exportaciones de petróleo.
“Esto puede llevar el ingreso per cápita a un 50% del nivel que tenía en 2013, con la más grande pérdida en cinco años experimentada por un país de América Latina desde los años 50 y un récord mundial para cualquier país no involucrado en un conflicto armado o que haya sufrido un desastre natural”, apunta el documento.
La producción de petróleo ha caído en diciembre de 2017 y enero pasado a 1,6 millones de bpd, 40% por debajo de los niveles de 2013, según estimados de la Agencia Internacional de Energía que van en línea con los de la OPEP. Mientras que proveedores de información como la firma Kayrros la ubican en 1,5 millones de bpd en enero.
Las sanciones de Estados Unidos limitan ahora la posibilidad de que operadores extranjeros sigan haciendo aportes a los presupuestos de los emprendimientos conjuntos en los campos venezolanos, lo que contribuye a una mayor caída en 2018.
Dada la mala costumbre de Pdvsa de pagar después de largos períodos de tiempo, la limitación impuesta por la OFAC de no financiar deuda de más de 90 días tuvo la consecuencia no intencional de “cortar dramáticamente” operaciones petroleras.
– Misión imposible –
“Algunos factores conspiran para hacer la reestructuración de la enorme deuda venezolana la más abrumadora y complicada reestructuración soberana jamás experimentada”, señalan los apuntes.
La actual posición del gobierno chavista no es el menor de todos los problemas: “lejos de dar señales de voluntad para emprender reformas estructurales, ellos culpan a otros de los problemas del país y no ven nada equivocado con sus resultados”.
“En el improbable evento de que un paquete de reestructuración fuera aprobado por el gobierno, no hay en funcionamiento un cuerpo legislativo para aprobarlo y asegurar a los inversores que será puesto en práctica”, señalan las notas al agregar que otro desafío es la disputa entre una parlamento electo pero cuyos poderes fueron eliminados por el régimen, y una asamblea constituyente repudiada como ilegítima e inconstitucional por la oposición, pero completamente empoderada por el régimen.
La dependencia de Venezuela a una única fuente de divisas no tiene precedentes, lo cual podría complicar enormemente una potencial reestructuración de deuda.
Las obligaciones foráneas, cuyo monto total es desconocido, es más diverso y complicado que el de ningún otro país que haya ido a un proceso de estos.
Estas deudas en juego incluyen créditos bancarios, bonos soberanos, deuda de Pdvsa en bonos y préstamos de empresas proveedoras de bienes y servicios; enormes créditos bilaterales (como con China y Rusia), reclamos en arbitrajes por expropiaciones, reclamos de empresas que participan en firmas conjuntas con Pdvsa, dividendos declarados y no pagados en estas empresas conjuntas.
“Como Pdvsa puede ser considerada “alter ego” del Estado venezolano, los tenedores de deuda soberana podrían competir por sus ingresos con los propios tenedores de deuda de Pdvsa”, observan.
“El único proveedor del país, la industria petrolera, se encuentra ella misma tullida por una proliferación de demandas sobre sus ingresos”, concluyen las notas.
– Como caimán en boca de caño –
Los acreedores “holdout” suelen ser una pesadilla para un país en default, más en un default desordenado.
“El daño que pudiesen causar estos acreedores holdout con fines de litigar es considerablemente mayor que el que Argentina jamás tuvo que enfrentar”, señalan en un informe dos prestigiosos abogados que asesoraron a Grecia en su amargo crisis de deuda.
Los holdout suelen ser una fracción de los tenedores de bonos que prefieren quedarse fuera de toda renegociación de pagos y de descuentos, por lo que demandan su dinero completo, a través de tribunales. Son muy efectivos, inclusive en procesos de embargo de activos de los endeudados gobiernos.
Los abogados Lee C Buchheit y Mitu Gulati, -del bufete Cleary Gottlieb Steen and Hamilton y profesor de Duke University, respectivamente, señalaban el año pasado que ya antes de las sanciones contra la cúpula chavista había consenso entre los analistas de que Venezuela no podía continuar pagando completa y puntualmente el servicio de su deuda a cambio de una reducción tan sustancial de las importaciones y que el costo social se estaba haciendo insostenible.
El bufete Cleary es uno de los que ya está estudiando demandas contra Venezuela, según nuestras fuentes.
“Desde el caso de México en los años 1980, no ha habido ningún otro país emergente con un nivel similar de relaciones comerciales como los de Venezuela que haya intentado restructurar su deuda soberana regida por la legislación del estado de Nueva York. En una restructuración de la deuda soberana venezolana, los acreedores intransigentes, “Holdouts”, constituirán un riesgo legal grave y potencialmente debilitante”, postulan.
Cerca del 75% de los ingresos petroleros de Venezuela proviene de sus ventas de crudo y productos a Estados Unidos, y los activos petroleros de Pdvsa en EEUU serán el principal anzuelo que atraerá a esos jugadores duros, explican.
Los bonos de la República –los de Pdvsa no- incluyen una Cláusula de Acción Colectiva (CAC) que determinan que el 75%,o el 85% en algunos casos, de los acreedores basta para ponerse de acuerdo y aceptar una renegociación de deuda.
Esto sería un alivio para Maduro, pero, como observan los abogados, los acreedores holdout pudiesen adquirir los porcentajes necesarios para bloquear posiciones en uno o más de los bonos CAC.
Una reestrucutración también requiere credibilidad en los mercados.
“Sería iluso pensar que un programa de ajustes económico hecho en Venezuela, diseñado y ofrecido por la actual administración el gobierno se compromete con –y cumplirá—un programa de ajuste que corregirá los problemas subyacentes de la economía”, señalan.
Las sanciones, la quiebra de Pdvsa y el radicalismo creciente de Maduro ya hacen imposible una renegociación ordenada.
Cualquier estrategia en este sentido necesitaría apoyarse en la emisión de nuevos papeles, lo cual es imposible en el mercado de Estados Unidos que es donde además circula el grueso de estos pasivos venezolanos.
Para 2018 los vencimientos suman $3.743 millones.
La deuda externa del gobierno central de Venezuela sumaba $46.825 millones, de los cuales $36.080 millones son bonos de la República, según data del ministerio de Finanzas. Otros $28.524 millones son bonos de Pdvsa (cuya deuda financiera total es de $41.076 millones).
La deuda total de Pdvsa al cierre de 2016 (última cifra disponible) era de $102.563 millones, lo que incluye además de la deuda financiera, otras acreencias, como los $19.824 millones que le debe a los proveedores, de bienes y servicios. Esos impagos en buena parte explican la dificultad para reactivar la producción adicional en el corto plazo, justo cuando más se necesita.
“Ciertamente, una reestructuración convencional de deuda soberana no podría ser posible para Venezuela a la luz de las sanciones impuestas en agosto de 2017 por el gobierno de Estados Unidos y administradas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC)”, advierte Gulati en comunicación con El Estímulo vía email.
“Estas sanciones impedirán a los tenedores estadounidenses de bonos participar en una reestructuración de deuda”, advierte.
(Una primera versión de este reportaje fue publicado el viernes 2 de marzo)]]>

Publicidad
Publicidad