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La hambrienta Venezuela exporta ganado para mataderos del Oriente Medio

Empresarios conectados con el gobierno de Nicolás Maduro comenzaron a exportar ganado vivo en barcos, para mataderos del Oriente Medio. Mientras, el consumo interno de carnes y otras proteínas se derrumba estrepitosamente porque la familia promedio venezolana no tiene como comprar estos alimentos y aumentan el hambre y la desnutrición. Son más contradicciones del socialismo chavista.

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La imagen es inusual, inclusive para la surrealista Venezuela: enormes barcos en un puerto se llevan cientos de cabeza de ganado rumbo a la exportación. Las entregas son parte de un negocio millonario que comenzó a finales de 2020 y que parece cobrar auge en este 2021, un año que ya se vaticina como mucho peor para millones de hambrientos venezolanos.

En medio de la peor crisis económica y social en más de 100 años de historia, empresarios venezolanos conectados con el gobierno de Nicolás Maduro aceleran la exportación de rebaños de ganado vivo, en barcos, revelaron fuentes conocedoras del negocio.

Mientras, el consumo interno de carnes y otras proteínas se derrumba estrepitosamente porque la familia promedio no tiene como comprar estos alimentos.

Fuentes del sector agrícola y pecuario, consultadas por El Estímulo, coinciden en las exportaciones van a Irak, Irán y Turquía. Con estos tres países el régimen chavista de Nicolás Maduro mantiene estrechos lazos económicos, apretados por intereses políticos y geoestratégicos.

Profundas contradicciones

Venezuela es según la FAO, el país americano con la peor tasa de desnutrición promedio, con un tercio de su población subalimentada. 

Es también uno de los 10 países de todo el mundo que sufren serias crisis alimentarias. Los otros nueve viven o han vivido guerras civiles de verdad, con metralla y bombas.

Eran 9,1 millones de personas subalimentadas entre 2017 y 2019, según el informe mundial 2020 sobre seguridad alimenticia. En los últimos dos años se ha agravado la emergencia humanitaria que vive esta arruinada ex potencia mundial petrolera.

Entre los años 2010 y 2012, cuando el país vivía la borrachera de una bonanza petrolera histórica, que fue dilapidada sin ahorros ni inversión, la proporción de malnutridos era de solo 2,5%.

Hoy en América solo Haití tiene más hambrientos que Venezuela, con 55% de la población subalimentada.

Otro logro de la revolución

Esta exportación también es inusual si se considera que Venezuela es el único país americano con fiebre aftosa del ganado, un serio problema de salud pública.

Ganado y perdido

El episodio sirve de pretexto para abordar la situación de la ganadería venezolana, que como todos los demás sectores productivos vive una crisis severa tras ocho años de profunda depresión económica. La hiperinflación, ausencia de crédito en el sistema financiero; costos dolarizados, parálisis de campañas de vacunación, violencia criminal, asesinatos y secuestros de agricultores y ganaderos, inseguridad jurídica, falta de combustibles y pésima infraestructura y servicios se suman a la cadena de males del campo venezolano.

Estas exportaciones de ganado coinciden con una falta crónica de gasoil o diésel, que amenaza con paralizar lo poco que queda en pie del sector productivo venezolano, como lo denuncian empresas y gremios del campo.

«Este sería el cuarto o quinto despacho (de ganado) y en este momento no representa ningún riesgo para el mercado nacional», explica a El Estímulo Aquiles Hopkins, presidente de Fedeagro, el gremio de productores del sector agrícola.

«En Venezuela  tenemos un gravísimo problema de caída del poder adquisitivo por lo cual esta extracción puntual de animales hacia el exterior no genera ningún riesgo de desabastecimiento. Más bien podría darle cierto sostenimiento a esta actividad» en el país, explica.

Tan barato y tan caro

Dentro del mercado local, el precio de la carne y del ganado bovino es probablemente uno de los más bajos del mundo y la producción ganadera no genera rentabilidad.

«El precio de nuestra carne es probablemente 30 al 50 por ciento del precio internacional. En otro país un productor puede producir el doble o el triple de lo que recibido por el valor de nuestras animales», compara Hopkins.

La cría de ganado en Venezuela tiene un enorme potencial económico que ya fue probado a lo largo de la historia. Hoy no es rentable y sufre amenazas de todo tipo.

Pero, el sector ganadero tiene costos internacionales. Hay que pagar en divisas los fertilizantes para el pasto, las vacunas para el plan sanitario y todo lo demás que necesita una unidad productiva agrícola o pecuaria.

Un política de exportación debería ser impulsada por el Estado, «abierta para todos y con orden, donde cualquier venezolano o empresa venezolana pudiera acceder a ese mercado de exportación», dice Hopkins.

En teoría en esos mercados se encontrarían mejores precios para que el productor se vea retribuido, mejore su ingreso, recupere su capacidad de inversión y «podamos apuntar a mejorar la actividad ganadera en el país», agrega.

Otras fuentes dijeron que el ganado es pesado en puerto y pagado a $1,1 el kilo. En el mercado local los precios esta semana no superan los $0,80 por kilo en pie.

Un año duro

Otros productores agrícolas señalan que este año se esperaba una leve recuperación respecto a la caída del 2020. Pero ahora, con la escasez crónica de combustibles y la crisis económica mundial acelerada por la pandemia del coronavirus, se alejan las esperanzas.

Hopkins señala que es complicado anticipar expectativas.

«Apuntábamos a intentar mantener la producción de 2020», dice. Observa que el sector privado ha hecho un esfuerzo importante y ha traído parte de las semillas, fertilizantes y agroquímicos. Esta parte de la actividad era responsabilidad del sector público después que expropiaron las empresas del sector, como la emblemática Agroisleña (después Agropatria).

Malos augurios

«De repente quedamos huérfanos. Venezuela no tenía fertilizantes porque habían destruido nuestra industria petroquímica, tampoco había agroquímicos ni semillas porque empresas expropiadas como Agroisleña ya no operan».

«Nos tocó al sector privado retomar esas riendas sin un sistema financiero de soporte, sin ningún tipo de políticas de estímulo ni de conducción para la recuperación del sistema agroalimentario», señala Hopkins.

Eso que estaba orientado a no seguir cayendo, a al menos producir lo mismo que en 2020, hoy en día «está en riesgo todo».

Hoy hay pérdidas de cosechas de hortalizas, retrasos en leguminosas, y en la preparación de tierras para el próximo ciclo de siembras de invierno de maíz y arroz.

«De no haber soluciones va a colapsar el sistema agroalimentario, y va a colapsar el país», dice sobre el problema agravado con la escasez de diésel.

Un negocio puntual

Esta exportación de ganado surge como un negocio puntual que no tendrá mayor impacto ni relevancia en el mercado venezolano, señala el experto Carlos Albornoz, ex presidente de Fedenaga, el gremio de los ganaderos y actual presidente del privado Instituto de la Leche y de la Carne (Invecar).

«No es representativa de ninguna forma. Entiendo que es un negocio puntual de un sector privado vinculado al sector  público, que hicieron la relación con Irak y están exportando algunos animales para allá», dice.

No se han movido los precios internos de la carne ni del ganado en pie.

En medio de las muchas dificultades de producir en Venezuela, la actividad ganadera no arroja rentabilidad y el precio que recibe el ganadero es de sustento a duras penas, en el mejor de los casos, explica.

El rebaño venezolano, que supera los 15 millones de cabezas, se ha recuperado un poco en los últimos años, porque no hay consumo. También porque el contrabando de extracción se ha detenido un poco en la zona fronteriza dado que ahora el ganado tomó valores referenciales en dólares y el negocio de se hizo menos atractivo para los contrabandistas, apunta.

Carne barata que no se alcanza

En Venezuela el kilo de carne de res ronda hoy en torno a tres a cuatro dólares, y es uno de los más bajos de América.

Las redes sociales en Venezuela están cada día más llenas de ofertas de carnes de todo tipo. El kilo promedio es barato comparado con otros países, pero es caro para los empobrecidos venezolanos.

Hay en las carnicerías de pueblos y ciudades una abundante oferta. Pero en un país donde el 90% vive en la pobreza el consumo de carne, leche, pollo, cerdo y hasta huevos se ha convertido en un lujo, según estudios documentados de la agroindustria y de institutos privados.

«El gran drama del ciudadano venezolano es que tiene la carne más barata de Latinoamérica, pero no se la puede comer. No tiene el poder para comprarla”, dice Armando Chacín, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, Fedenaga, citado en un reciente artículo de la agencia EFE.

“La carne de Venezuela es la más económica de Latinoamérica y de muchos países del mundo. Pero hay un tema de escaso poder adquisitivo que ha hecho bajar el consumo proteínico de los venezolanos”, añade.

Esta realidad, explica Chacín, provocó que el consumo de carne se desplomara en Venezuela y pasara de más de 65 kilos per cápita en 1999 -el año en que subió al poder Hugo Chávez (1999-2013)- a solo tres en 2020.

Chacín no estuvo disponible de inmediato para comentarios adicionales acerca de la exportación de ganado venezolano.

Exportar hambre y ganado

Venezuela vive hoy una crisis humanitaria y económica que ha empujado fuera de sus fronteras a unas cinco millones de personas, señala el profesor Rodrigo Agudo, director del Instituto de la Leche y de la Carne (Invelecar), que evalúa las condiciones del mercado.

Agudo también trabaja con la Red Agroalimentaria de Venezuela (RAV), en un proyecto junto con el Centro Gumilla de la Compañía de Jesús (los jesuitas), para estudiar el consumo entre los venezolanos.

Con apoyo de la embajada de Francia la Red y el Centro Gumilla mantienen una base de datos sobre la situación agroalimentaria de Venezuela. Sus reveladores estudios suelen ser presentados en informes mensuales.

En 2019, el consumo promedio de carne llegó a solo cinco kilos anuales por persona, contra 23 kilos en 2018.

En el informe de febrero se encontró que en el 92% de las localidades la dificultad más grave para al adquisición de alimentos son los precios y la escasez de ingresos.

Las cajas del hambre

A buena parte de las localidades del país llegan las llamadas cajas Clap, de alimentos racionados por el gobierno a través del partido socialista. Para muchas familias esta es la única política social disponible de alivio en medio de esta tragedia humanitaria que vive Venezuela.

Pero en 36% de las localidades, las cajas tardan más de 45 días en llegar. Y en 26% tardan un mes o menos. En las más empobrecidas regiones del sur de los Andes tardan hasta 60 días.

El contenido de ellas es fundamentalmente cereales, presentes en el 95 al 100 por ciento de las cajas; azúcar (en el 79%) y granos (51%). La carne, enlatados y otras proteína de origen animal están ausentes.

De acuerdo con la ultima encuesta Ómnibus de la firma encuestadora Datanálisis, en febrero el 85% de los hogares encuestados recibieron esa caja de alimentos. Fue una mejoría comparado con el 35% en enero.

«En este capitalismo salvaje, personas con influencia, con dudoso origen de lo que son los recursos. Solo necesitan permiso de exportación, un beneplácito del gobierno», para exportar ganado, dice Agudo.

«Pero si tuviéramos excedentes de producción de proteínas, ¿por qué en las bolsas Clap, los únicos productos son los calóricos?: harinas, pastas arroz y azúcar. Desde hace un año no traen ni carne de pollo, de res, atún, ni huevos, ni quesos. Lo que hay es un negocio vinculado a organizaciones o países ideológicamente asociados al gobierno y no obedecen a la fuerza de un mercado”, resume Agudo.

Aftosa como amenaza adicional

El escenario epidemiológico de Venezuela en cuanto al combate de la aftosa es cuando menos “preocupante” y “crítico”. Así lo reflejan informes científicos de la Organización Panamericana de la Salud y la Comisión Suramericana para la Lucha contra la fiebre aftosa (Cosalfa).

Venezuela, simplemente, es el país de mayor riesgo para la fiebre aftosa en América, incluyendo el Caribe. Permanece como “Zona No Libre” de Fiebre Aftosa en toda su extensión territorial.

Lo que es lo mismo, es el único país suramericano que no ha alcanzado el estatus oficial de libre de fiebre aftosa otorgado por la Organización Mundial de Sanidad Animal.

En febrero de 2020, Colombia recuperó el reconocimiento tras erradicar brotes que según sus autoridades sanitarias y ganaderos, estaban asociados a ganado llevado de contrabando desde Venezuela. Ese contrabando entra a través de las múltiples trochas y pasos fluviales de la línea fronteriza que se proyecta por más de 2.019 kilómetros de longitud.

Todos los países ganaderos exportadores de carne son especialmente cuidadosos de erradicar la fiebre aftosa, pues ante cualquier brote (que debe ser notificado) se activan mecanismos de veto a esas exportaciones en los mercados finales. Esto  ocasiona enormes perdidas financieras, de reputación de mercado y la muerte de miles de animales sanos o enfermos.

Por eso, no deja de ser otra ironía que el único país americano con fiebre aftosa exporte estos animales de riesgo.

El gobierno mira para otro lado

Según los últimos reportes enviados por el gobierno de Venezuela a la OPS, “la Fiebre Aftosa no se presenta en Venezuela desde hace más de seis años». Los últimos focos registrados en marzo del año 2013, en el estado Barinas.

Pero pocos le creen a los funcionarios venezolanos en estos círculos. No importa si en la diplomacia sanitaria insisten en usar eufemismos para decir que «Venezuela ha suspendido sus esfuerzos» por erradicar la fiebre o «no ha logrado cumplir los objetivos».

Todas las estadísticas del Instituto Nacional de salud Agrícola de Venezuela Insai están morosas. Los últimos boletines tienen un retraso de un año, en su portal.

Esta enfermedad viral provoca úlceras, aftas, o llaguitas en el paladar de las reses y en las pezuñas. El animal deja de comer y enflaquece. Cuando un brote es detectado en rebaños de países exportadores de carne, el remedio es sacrificar y enterrar en el campo todas las reses del hato ganadero, estén infectadas o no.

Vacunas ausentes

Como ocurre con la salud humana, el chavismo también dejó en el olvido y la negligencia la prevención en el campo  veterinario.

En 2018 ANAFTOSA-OPS/OMS, junto con el sector público y privado de Brasil, donaron más de dos millones de dosis de vacunas a Venezuela.

“Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, en el país el porcentaje de cobertura vacunal en bovinos/bubalinos sigue cayendo. Para el año 2014 el país reportaba una cobertura del 95%, que ha disminuido año tras año hasta llegar al 53% en 2018. Para 2019 rondaba  en 50%, pero los niveles reales de inmunidad serían más bajos», según un informe presentado en diciembre de 2020 en una conferencia regional sobre el tema.

Pero la aftosa es solo uno de los ángulos de esta historia de la exportación de ganado en pie (vivo) que revela las grandes contradicciones en la Venezuela del socialismo chavista.

De cualquier forma, los países destinatarios de estos embarques tampoco están libres de aftosa.

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